Si existe Charlie, existen problemas.
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Charlotte 'Charlie' Lawrence nunca lo ha entendido, pero tiene la habilidad de meterse en problemas siempre.
A solo días de graduarse de la universidad todo se vuelve aún más caótico en su ya ajetreada vid...
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Kevin apagó el motor del auto y se quitó el cinturón de seguridad poniendo toda su atención en la chica media dormida en el asiento del copiloto.
—Ya estamos aquí.
Ella abrió los ojos asustada al oír la voz de Kevin.
—¿Ah? ¿Qué? ¿Dónde?
Él sonrió de lado.
—En mi casa, Charlie.
—Oh —se quitó el cinturón viendo con ojos entrecerrados el recinto frente a ella.
—Vamos.
Kevin salió del vehículo y una vez que Charlie estuvo junto a él activó el seguro.
Por la oscuridad, no puede ver mucho, pero la casa de Kevin es bastante grande. Honestamente esperaba que su jefe viviera en un condominio quizás en alguno de los edificios más lujosos del área, pero no.
Kevin sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta blanca extendiendo una mano al interior del lugar para que ella fuese la primera en entrar. Con timidez lo hizo y sus pasos resonaron como ecos mientras más se adentra siguiendo a Kevin que tomó la delantera luego de cerrar la puerta principal.
Él buscó el interruptor de la luz y es ahí cuando Charlie puede ver lo elegante y limpio que se encuentra todo. La casa de Kevin tiene un estilo bastante moderno y no podría ser menos, después de todo es un genio de la informática y un hombre sencillo que le gusta vivir cómodo.
—Toma asiento —dijo señalando la sala de estar—, buscaré el botiquín.
Ella obedeció y caminó hasta el sofá para sentarse en una esquina. Ni siquiera puede creer del todo como la noche terminó en esta situación y la vergüenza que siente es tan grande que no cree poder mirarlo a los ojos, no luego de lo que le confesó.
Kevin no dejó que los pensamientos de Charlie la torturaran porque llegó sosteniendo el botiquín de primeros auxilios y tomó lugar junto a ella.
Charlie lo observó sacar alcohol médico y algodón.
—No —hizo una mueca—, eso arderá mucho.
—Charlie, hay que limpiar la herida.
—¿No puede ser con agua?
Kevin contuvo la risa y negó mientras pone un poco de alcohol sobre el algodón de forma rápida.
—No.
Preparándose para el dolor, Charlie cerró los ojos y Kevin, sin dejar de observarla, pasó el algodón por la mejilla lastimada de ella.
Un chillido la abandonó, pero al sentir aire rozar su mejilla abrió los ojos y vio que Kevin estaba inclinado hacia ella soplando sobre la herida mientras pasaba el algodón.