Capitulo 4

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Graham

2 días han pasado desde que mande la carta a Carmen. Espero que le allá gustado mi pequeño presente.

En estos días he estado leyendo el libro y se me hico interesante. Su trama es algo intrigante, con razón le recomendaron el libro a Carmen, es una pena que no tenga tiempo para leer.

- Amigo, metido en tus pensamientos otra vez ¿no? - era Carlos que estaba sentado a lado mío.

Estábamos en mi habitación, en la sala para hacer exactos y era de noche.

- ¿Eres adivino? - sonrío de manera burlona.

- No, te conozco tan bien que se cuando estás en tus pensamientos, hasta cuando piensas en alguien - decía de forma orgullosa.

- Me conoces tan bien -

- Como la palma de mi mano - señaló su mano.

- ¿De que estábamos hablando? - volteo para verlo.

- Si que estabas en tus pensamientos - se acomodó. - Estábamos hablando de quien te mando la carta -

- ¿Cuál carta? -

- La que te mandaron hace dos días -

- No recuerdo que me mandarán una carta -

- Vamos, no juegues conmigo de esta manera - se volteó y se cruzó de brazos.

- Pero sabes que me gusta hacerte las cosas difíciles - paso mi mano directo hacia su hombro derecho.

- Nunca cambiarás ¿cierto? -

- No - quito mi mano y sonrío.

- Pero dime ¿quien te mando la carta? -

- Una vieja amiga - decía mientras miraba el libro que estaba en la mesa de enfrente.

- Ya veo, también te dejo un libro - decía de forma juguetona y me daba golpecitos en mi hombro.

- ¿Tiene algo de malo? - levantó una ceja.

- No, es solo que una amiga nunca daría un regalo a menos que esa persona sea importante para ella - sonrío de forma coqueta.

- No entiendo de qué hablas, ella no está interesada en mi románticamente -

- Si me dices quien es, podré deducir quien es esa chica -

- Bien, es la chica de rojo - volteo para otro lado.

- La roja escurridiza -

- Si - tenia mi mano sosteniendo mi cara.

- Bueno si no mal yo recuerdo, me habías dicho que cuando la viste sentiste una atracción hacia ella -

- Tal vez sea por el color rojo, es un color atractivo y llamativo -

- Amigo, si sigues negándolo pronto ese sentimiento crecerá -

- No es que lo oculté, cuando le di la dirección de mi café favorito... ella... - mi expresión cambió a una de desanimado. - Solo me dejó ahí... es como si le hubiera pedido una cita de forma sutil y que ella solo me dejara... -

- Tranquilo, ahora todo está bien ¿no? Seguro que en la carta te mando una disculpa - puso su mano en mi hombro.

- Lo hizo, solo que me dijo que tenía cosas que hacer, pero me suena a excusa - empecé a apretar mis puños.

- Pero ¿qué tal si no es así?, tal vez tenía cosas que hacer. No todo es excusa -

- Lo dice el chico que ha salido con varias chicas, y te dicen que tienen cosas que hacer y luego resulta que te dejan... salían contigo para aprovechares... - decía casi gritando.

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