09

1.2K 157 27
                                    

Finalmente, después de seis días caminando, llegaron a Tereida. Ya solo quedaban 2 horas para llegar a Draenia, pero en serio estaban cansados y era de noche así que decidieron parar en la casa del pecoso. Ni bien encendieron la leña en el horno y dejaron al huevo ahí, fueron a darse una larga siesta.

Muy larga siesta.

No habían dormido más de seis horas diarias y caminaron un montón, por lo que compensarían eso durmiendo 24 horas. Los vecinos se preguntaban que tanto cocinaba el pecoso que no dejaba de salir humo de su chimenea.

.

.

.

.

.

Aunque hubiera querido, Izuku no pudo dormir las 24 horas, pues el hambre lo despertó e hizo ir a preparar algo. En cuanto al cenizo, parecía que entró en estado de hibernación.

Lastimosamente, no había nada en la despensa y cuando quiso ir a comprar, su billetera no estaba, tuvo que regresarse de la tienda a sacar dinero del tarro de vidrio que tenía, quién sabe a donde habrá ido a parar, tal vez se le cayó en el bosque; o cuando fue en dragón; o se la habría robado un tal Spinner mientras jugaban air hockey, aunque eso último no lo pensó.

Como no tenía ganas de cocinar fue a la taberna de Tsuyu.

—Buenos días... —saludó entrando al lugar, el sonido de la campanita en la puerta alertando a Tsuyu de su llegada.

—Buenas tardes Izuku-chan —corrigió la rana.

—O-oh... ¿Qué hora es? 

—Las 2 —señalo al reloj desde atrás de la barra mientras lustraba vasos— cuando me di cuenta que llegaste fui a verte pero parece que estabas dormido porque no abrías la puerta ¿El viaje fue agotador no? estuviste fuera por siete días

—Si... siento mis músculos adoloridos —se sentó en una de las sillas altas y se dejo caer en la barra.

—Veo que te divertiste mucho kero—comentó con una sonrisa que pronto se disipó al ver los dedos vendados del peliverde. Acercó su mano y el chico respingó por el tacto— ¿Qué te pasó?

—Ah, eso... solo me emocione mucho en un juego jaja

—Mmm... —dejando el vaso junto al trapo de lado, quitó con cuidado el vendaje que llevaba, parecía no haberse cambiado en días.

—N-no creo que debas quitarlo Tsuyu-san, están recuperándos- ¡ay! —Tsuyu había empezado a estirar los dedos.

—No sanarán si los tienes con el mismo vendaje sucio kero, también debes estirarlos y masajearlos 

—P-pero ¡Duele! ¡ayy! 

Después de un rato de dolor y quejidos, la peliverde por fin lo dejó.

—¿Qué vas a querer? 

—...un plato de tallarines fritos, no, mejor dos, uno para llevar

—Kero —asintió yéndose por la cortina roja atrás suyo que conectaba a la cocina.

Izuku bajó la mirada a sus dedos rotos, ya no estaban hinchados pero el color morado que tenían aún permanecía. Suspiró pensando lo tonto que era por romperse así los dedos en un juego, pero luego rio recordando el sentimiento de victoria y felicidad cuando escuchó la campanita del punto anotado sonar y las ovaciones a su alrededor. 

—En un rato estará listo, kero —respingó al escuchar a la rana, no se dio cuenta cuando volvió— ¿Me contarás que hiciste estos días?

Sus ojos se iluminaron, recordando lo increíble que fue.

Lista de DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora