Extra: Matrioshkas

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Hola queridos lectores. Como verán en el título este es un pequeño capítulo extra para ustedes en compensación del otro capítulo que se está demorando y para que sepan que sigo activa jaja. 

Esto pasó cuando Katsuki aun le daba obsequios a Izuku y aún no encontraba la lista de deseos. 

¡Disfruten!

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Katsuki admite que la primera vez que vio a Izuku, pensó que era un idiota.

No le veía nada de atractivo, solo era un extra parecido a un brócoli.

Con puntos en la cara (pecas) —un cara sucia—, ojos verdes que buscaban engañar a la gente con su "inocencia" y su sonrisa quería contribuir en eso. La personalidad que mostraba tampoco era buena, pensaba, quería engañar fingiendo ser amable y seguro lo querría vender, lástima para él, porque no era un dragón, solo estaba bajó el hechizo de la bruja de su madre.

Pero por más que intentó morderlo o causarle algún tipo de daño, en esa forma él era el más débil, lo cual repudiaba. Izuku, convencido de que su comportamiento era propio de una cría asustada, lo inmovilizó y llevó a su hogar para cuidarlo en lo que esperaba a que entregas "Water Hose" llegara al pueblo para poder mandarlo a Draenia. Sin embargo, el equipo de entregas tardó.

El cenizo, en ese momento convertido en dragón, optó por quedarse un tiempo en la casa del peliverde. Y con el tiempo le agarró confianza.

Quién creería que Katsuki Bakugo se enamoraría de quien veía como un tonto y falso brócoli. Pero pasando los días se dio cuenta que las sonrisas de ese brócoli eran sinceras, que sus actos eran con buena intención y sus palabras verdaderas.

Por eso y mucho más...

Se encontraba trasnochando.

Como parte del cortejo que estaba haciendo, quiso regalarle unas muñecas matrioshkas, las cuales eran muy difíciles de hacer, sin embargo, eso no lo detendría.

Ahora mismo se encontraba en el proceso de pintado y eso estaba acabando con su paciencia. Si creía que tallar era lo peor, pues se equivocaba, pero después vendría lo mejor, que era ver la bonita sonrisa del pecoso.

Debía terminar de pintar rápido si quería que secase. Ya había secado el contorno, estaba dándoles color. Cinco muñecas de siete, perfecto, pero después faltaban los detalles y eso, por lo que le habían dicho, requería de mucha paciencia, en especial para él que era un perfeccionista.

Cada cinco segundos debía respirar hondo porque si no se le iba el pulso y lo arruinaba. 

Ni sabía qué hora era —no se arriesgaría a levantar la vista al reloj y desconcentrarse— pero un gallo ya había cantado. Debía darse prisa, en cuanto amaneciera la bruja de su madre lo llamaría para ponerle muchos deberes y no tendría tiempo de seguir pintando hasta la hora de almuerzo que era donde se escapaba para ir con Deku y la pintura no secaría en unos cuantos minutos, esa maldita pintura especial no secaba con magia, de todas maneras, no quería facilitarse las cosas con encantamientos, debía ser de su propio esfuerzo.

Cuando los gallos ya cantaban como un coro mal organizado y los primeros rayos del sol se colaban por su ventana iluminando su escritorio dejando ver la cola de humo que salía de la vela ya acabada, fue que acabó con el coloreado y parte de los detalles, solo alcanzó a dárselos a las tres muñecas más grandes pues las otras no secaban.

Tal como pensó, en unos 5 minutos su madre tocó su puerta y le encargó tareas con las que pasar toda la mañana, si quería tener la corona, no solo una pareja iba a necesitar. 

Dejó las matrioshkas a secarse con el sol y se lavó la cara para salir de la habitación ordenando que nadie entrara o tendría un duelo público contra él mismo, ni se había cambiado la ropa de ayer, tampoco había cenado así que desayunó rápido por eso y por no perder más tiempo, acabaría su tareas rápido para seguir pintando. 

Registrar el mineral llegado de Kinkōya no era difícil. Tampoco lo era instruir a las caballerías, ordenar cartas, vigilar las cazas y patrullar los pueblos, pero se le dificultó un poco por el cansancio de no haber dormido toda la noche. Por suerte, terminó a las 11, dejando a Kirishima a cargo de las caballerías, a Mina, las cazas y a Kaminari, el patrullaje, aunque sea pasó un tiempo en cada una para que digan que sí estuvo ahí. 

Fue a por las matrioshkas que ya habían secado y le aplicó la laca a las tres más grandes, las dejó a un lado y empezó con los detalles de las otras muñecas. Terminó con la más pequeña y dejó todas al sol y les hiso aire con una hoja esperando a que sequen rápido, después les echaría la laca y ya estarían casi listas. 


. . .

Normalmente el cenizo llegaba alrededor de la una de la tarde, por lo que aproximándose a esa hora, Izuku salía a la parte posterior de su casa que daba al bosque para esperarlo.

Pasó media hora y el cenizo no se presentaba. Pensó que estaría ocupado, ya le resultaba extraño que tenga tiempo de venir cuando seguro tenía muchos deberes como heredero. Cuando ya iba a levantarse para entrar, el sonido de las hojas de un arbusto le hizo voltear.

—¡Kacchan! Pensé que ya no vendrías, debiste estar muy ocupado 

El peliverde lo saludó con una sonrisa la cual se amplió al tiempo que le brillaban los ojos cuando le mostró la muñeca matrioshka, haciéndole saber que, definitivamente, había valido la pena esa trasnochada.

—Demoré por esto. Siempre tengo tiempo para ti, así que ni se te ocurra pensar que no vendré

—¿Tú las hiciste? ¡Te quedaron muy bien! Deben haber sido muy difíciles de hacerlas, en especial si no tuviste ayuda —fue sacando una por una de las muñecas y las tendió en el césped. Katsuki se sentó a su costado.— Muchas gracias Kacchan, te prometo que las cuidaré muy bien, no dejaré que se llenen de polvo y-

Calló de repente cuando sintió caer algo en su regazo. El cansado cenizo había caído dormido y reposaba su cabeza en las piernas del peliverde.

Izuku miró con más atención el rostro del príncipe, encontrando ojeras debajo de sus ojos. ¿No había dormido? ¿Por qué? ¿Acaso por darle tiempo a él tuvo que tomar sus horas de sueño para el resto de sus deberes? Aunque el resto de los días se veía bien descansado, no podían haber aumentado sus deberes en un día; o tal vez sí. Miró las matrioshkas y volvió a mirar al cenizo durmiente.

—Oh Kacchan... adoro tu regalo pero da más prioridad a estar bien descansado —acarició sus cabellos permitiéndole a Katsuki dormir más calmadamente.

Sí, valió mucho la pena el trasnochar.


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Bueno. Estamos terminando el año, último bimestre y los profesores nos dejan más trabajos en la escuela, de manera que no tengo mucho tiempo para escribir y mi mente debe estar más ocupada en eso.

La parte 14 se va a demorar un poco, la tengo casi lista pero no logro poner mis pensamientos en orden para pasarlos a un párrafo ¡Disculpen los retrasos!

Agradezco a los que empiezan a leer la historia y dejan sus estrellitas ☆.

¡Nos leemos en otra!

bai

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