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¿Encontró el libro?

Sí.

¿Le sirve?

EN ABSOLUTO.

Izuku estaba que se quería estrellar contra un librero porque, después de revisar cuatro veces el único libro acerca de flores que había en la sección "Draenia", se dio cuenta que, las flores de Draenia no crecían ahí, en la helada Helagerfia.

¿Cómo no lo pensó antes? Si en el reino del Este no nevaba; lo máximo que había era el granizo, pero no llegaba a nevar. Las flores que se conocían allá no podrían soportar el clima de Helagerfia, donde no dejaba de nevar, a veces menguaba un poco la intensidad pero nunca, nunca dejaba de nevar; diferenciaban las estaciones por el clima de los terrenos que no habían sido embrujados por las brujas de hielo.

Bueno, no podía ser tan malo, podía darle alguna de esas flores cuando regresaran a Draenia. Pero... en serio que quería darle un regalo durante esos siete días. Un regalo que para el otro signifique mucho.

Existían flores en Helagerfia, pero su interpretación no estaba en el libro.

Suspiró desalentado volviendo su vista a su costado, donde estaba la canasta cubierta. Estiró su mano hacia la piel para acariciarla.

—Seguro un dragón sabría que hacer ¿No Perri?

Con todo lo que le había dado Kacchan, cualquier cosa que pensara quedaba pequeña. Masajeó su frente intentando pensar, aunque sea algo pequeño, pero que signifique todo. Forzaba su mente a buscar algo.

—Relaja la mente, Izuku Midoriya, la respuesta está más cerca de lo que crees

Dio un salto en su lugar por la voz calmada que se escuchó. Por supuesto, la biblioteca no estaba solitaria, pero cuando entró no vio a nadie.

Dijo su nombre ¿Lo conocía?

—Disculpe ¿Quién es...?

—Una persona, como puedes ver —extendió su mano hacia él a modo de saludo.

Izuku al reconocer a la elegante persona abrió la boca sorprendido. La chica bajó la mano.

—Qué interesante libro ¿no crees? —lo interrumpió antes que dijera algo. Tenía el libro que el peliverde sostenía.— Una vez lo leí y, al igual que tú, no me sirvió de mucho

—¿Q-qué hace aquí?

—Vine a leer por supuesto, siento este lugar más acogedor. Me topé contigo y viendo que estabas en un apuro quise ayudar —se explicó con su semblante sereno.

—¿Me conoce?

—Claro, conozco a cada persona de Helagerfia, es mi deber después de todo, aunque... últimamente tú resaltas más —conectó su vista con la del chico.

—¿Enserio?

La chica asintió.

—Hace un tiempo me llegó una carta, hace unos diez días exactamente; y hoy en la mañana llegó otra, confirmando la anterior. Tú... eres el prometido del príncipe heredero de Draenia

Izuku se removió en su sitio, pero no quitó su mirada de los ojos azabache de la chica. ¿Y bien? que diga lo que quiera; adelante, podía con una discusión más, aunque esta posiblemente lo meta en asuntos más serios.

—Tenía mucha curiosidad en conocerte Midoriya-san —aseguró la joven.

—No vino aquí a leer ¿Verdad? —su voz salió más brusca de lo que pretendía.

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