Capitulo I.

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈, 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈, 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈

Una sonrisa en la oscuridad

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En una lluviosa mañana de primavera, una silueta masculina caminaba  entre las tumbas de un silencioso cementerio, buscaba con su mirada la lápida de una persona que había conocido hace varios años atrás. Sus pálidas y blanquecinas manos sostenían un paraguas y un ramo de Amapolas rojas.

Había tenido su mente ocupada en los últimos meses que logró olvidar el sufrimiento que vivió durante aquel siglo que estuvo encerrado, solo por un tiempo porque ahora que su mente ya no lo estaba aquel dolor de los  recuerdos del pasado habían regresado y atormentaban  su corazón quitándole su paz que le había costado recuperar. Trató de nuevo volver a mantenerla ocupada, pero sabía que ya no podía seguir retrasando lo inevitable y era momento de enfrentar por fin su dolor, después de haberlo guardado durante un siglo.

Mientras más se adentraba en el cementerio más descuidadas y antiguas eran las lápidas de las tumbas y debido a esos rasgos pudo deducir que iba por el camino correcto. Un sentimiento de pesadumbre invadió su corazón al pensar que la tumba de aquella mortal podría estar en una condición peor que las anteriores tumbas que había visto. No podía imaginar lo triste que se sentiría dicha persona al ver que su tumba había sido abandonada y que no había ni una sola flor en ella.

Después de caminar otro rato, su mirada divisó una lápida que estaba debajo de un viejo árbol; la había encontrado.
Sus pasos se detuvieron y se quedó estático a unos pocos metros de la tumba.
La tristeza y la melancolía invadieron su corazón y lo apretaron con fuerza haciendo que la herida que tenía dentro volvería abrirse. De su boca salió un largo suspiro y con aflicción retomó su caminar.

Al estar en frente de la lápida se puso de cuclillas y dejó a un lado elramo de amapolas encima del pasto mojado para comenzar a quitar la mala hierba que se había enredado en la lápida. Estaba algo sucia, pero afortunadamente aún estaba en buenas condiciones y eso apaciguaba el corazón de Morfeo.

Al terminar de limpiar y acomodar las flores Morfeo se quedó contemplando en silencio la lápida.

—Perdón por no venir antes —Hablo Morfeo después de un largo rato en silencio —. Tú mejor que nadie sabes que tenía que restaurar el daño que ocasionó mi ausencia. Sé que lo entenderías.

Sus ojos se cerraron al sentir  el nudo que comenzó a formarse en su garganta por lo que trató de apaciguarse, pero no pudo hacerlo porque ese dolor y ese anhelo sólo podrían ser calmados por una persona. Morfeo tomó conciencia de que esa persona ya estaba muerta.

𝐁𝐢𝐚𝐧𝐜𝐚 (𝐌𝐨𝐫𝐩𝐡𝐞𝐮𝐬) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora