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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈. 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐗
𝐋𝐨𝐬 𝐫𝐚𝐲𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐬𝐨𝐥 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞́𝐬𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚.
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A la mañana siguiente después de aquella noche trágica los pájaros no cantaron al amanecer y en su lugar se refugiaron en sus nidos debido a la leve llovizna de aquella mañana.
El cielo no fue decorado con aquel sol deslumbrante y cálido, sino que se llenó de inmensas nubes grises... Era como si el cielo también lamentará el fallecimiento de Bianca.
Aquella mañana habían ido los oficiales para levantar el cuerpo de Bianca y saber qué había ocurrido pero Roderick mintió cómo era de esperarse. No admitió que él había jalado el gatillo disparadole a Bianca en su lugar sólo dijo que unos ladrones habían entrado y le habían arrebatado la vida a su hija.
Cuando Morfeo escuchó eso por boca de los guardias no pudo evitar sentirse molesto, furioso por el descaro de Roderick. No se imaginó que aquel hombre iba ser tan cruel como para arrebatarle la vida a su propia.
No mostró remordimiento ni dolor ante la muerte de Bianca, la había asesinado sin piedad y sin remordimiento.
Roderick le había arrebatado su libertad pero también a su Bianca quien era su esperanza y su luz.
Cada que Roderick baja al sótano, Morfeo recordaba aquella noche y sentía impotencia por no haber ayudado a Bianca pero sobre todo por no haber castigado a Roderick por tal acto que cometió solo por ambición.
Por ambición le había quitado la vida a su hija, a su sangre y no había sentido dolor por ello ni siquiera lloró por ella. en la mirada cruel de Roderick no se veía ni un ápice de dolor o de arrepentimiento.
Ese acto había hecho que Morfeo sólo lo odiara más y ansiaba el momento de salir de esa cárcel para castigarlo y hacerlo sufrir tal y como lo hizo con su querida Bianca.
Roderick no había sentido la ausencia de Bianca los días siguientes después de su muerte pero Morfeo y Alexander se vieron afectados por esa ausencia que los había dejado afectados y llenos de dolor.
No hubo ni un solo día en el que Morfeo se lamentará por la muerte de Bianca pues no sólo eran los recuerdos los que venían a él por las noches sino que estar encerrado en el lugar donde había muerto lo atormentaba cada día, Morfeo veía el cuerpo sin vida de Bianca en el piso; era realmente una tortura para aquel eterno.
Extraño cada día su compañía, sus lecturas, su mirada pero sobre todo esa dulce y gentil sonrisa que la caracterizaba...
El sótano se volvió más oscuro de lo normal y la soledad lo había golpeado con fuerza y de nuevo lo había derrumbado en una profunda oscuridad llena de desesperanza y dolor.
