Capítulo I

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𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗩

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𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗩.

𝐄𝐥 𝐥𝐚𝐳𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨.

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En un arranque de miedo y desespero, Bianca había cometido un error muy grave, el cual no fue fácil de soportar ya que el arrepentimiento y la culpa la torturaba y la hacían sentir fatal cuando miraba los ojos de Morfeo.
Bianca no le habló con la verdad y comenzó a mentirle a Morfeo, pero no solo a él, también a ella misma.

Se mentía constantemente diciéndose que no  había hecho nada malo y que la decisión que había tomado sólo iba a hacer algo temporal, pero cada vez que decía que  lo iba a dejar ir se arrepentía  y lo dejaba para otro día.

Claro que lo iba a ayudar. Se decía, pero no podía dejarlo ir pues mientras más aumentaban los días más difícil era.

Encerrado dentro de esas paredes de cristal Morfeo era desconocedor de la verdad, nunca pasó por su mente que Bisnca lo iba a traicionar de una manera tan cruel. Mantuvo una llama de ilusión y de certeza prendida en el corazón de Morfeo quien sentía que pronto su cautiverio llegaría a su fin con la  ayuda de Bianca, pero esa ayuda ya no iba a llegar no pronto.

¿Pero cómo iba a saberlo? Confiaba ciegamente en Bianca que la creía incapaz de jugar con sus ilusiones y su esperanza de salir.

Bianca era la mortal en la que más confiaba en esos momentos porque era su Bianca la persona más pura, buena y gentil que había conocido. Aquella mundana lo había embelesado tanto que Morfeo olvidó que incluso el mortal más amable con el tiempo se corrompe.

El ánimo de Bianca decayó tanto en las últimas 6 semanas, sus problemas de insomnio empeoraron  y su apetito disminuyó. Las ojeras y la delgadez en su rostro no tardaron en aparecer haciendo que todos, incluso el mismo Morfeo se dieran cuenta de que algo andaba mal con Bianca pero todo lo ocultaba detrás de esa gentil sonrisa que se esforzaba por mantener.

La puerta fue golpeada con un leve golpe y después de eso, Alexander entró a la habitación de Bianca.

La joven de cabellos castaños se encontraba de espaldas contemplando el gran cielo azul y despejado que se podía apreciar desde su ventana. No se molesto por darse la vuelta cuando vio a través del reflejo del vidrio quien había entrado en su habitación.

El infante se acercó a su hermana y se colocó a su lado, no dijo nada y solo se quedó parado contemplando el cielo junto con ella. Ambos permanecieron en silencio hasta que Alexander habló.

—Hace mucho que no mirábamos el cielo juntos. ¿Cómo te sientes? —preguntó Alexander.

Él también estaba preocupado por su hermana, no la había visto tan desanimada y tan fuera de sí. Normalmente Bianca le contaba a Alexander lo que la hacía sentir mal,  pero en esta ocasión eso no pasó y ella se guardó ese dolor para sí misma.

𝐁𝐢𝐚𝐧𝐜𝐚 (𝐌𝐨𝐫𝐩𝐡𝐞𝐮𝐬) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora