Los días que Jeongin se quedaba dormido sin querer en el sillón de la habitación, Hyunjin despertaba para poder verlo.
No podía decirle que le costaba dormir por el dolor.
Si lo hacía, él despertaría y Jeongin tenía que descansar.
Le gustaba mirarlo, pero estaba aburrido también. Quería hacer otras cosas y sus brazos no ayudaban, era complicado usar su teléfono.
En su casa, tenía los manuscritos y no le había dicho a su madre ni a Jeongin que los trajeran al hospital porque no quería que nadie lo viera, todavía.
Jeongin en ese momento, era el único que sabía que le gustaba escribir, no exactamente qué, más de lo que le dijo aquella vez sobre escribir un libro.
Un día antes de internarse en el hospital, escribió por última vez.
Ahora, lo extrañaba.
Se miró las manos con puntos rojos y un par de moretones producto de su baja de plaquetas.
Jamás pensó sentirse tan frágil, tan mal.
Sus dedos temblaban cuando intentaba tomar la sábana y cubrirse, mucho menos podría tomar un lápiz y un papel para escribir. Sin embargo, agradecía de que la última vez que escribió, fue dirigido para Jeongin.
Al final, no se arrepentía.
En el momento en que se quedó mirando un punto fijo, sintió como cayó algo sobre su regazo.
Sangre.
Sus dedos se dirigieron a su nariz y se mancharon de sangre.
Otra vez, una hemorragia.
—Jeongin...
No quería molestarlo más.
—Jeongin...
Quería que tuviera una vida, que pudiera descansar y comer correctamente, que lo dejara a un lado, que lo olvide.
La sangre seguía saliendo y no estaba seguro de qué hacer.
El sillón donde estaba recostado, lo tenía cerca y aún así, la fuerza en sus piernas no era suficiente para alcanzarlo.
Estaba asustado.
Quería a Jeongin, y al mismo tiempo, no quería verlo más.
—Jeongin...
Comenzó a llorar mientras la hemorragia nasal manchaba su ropa.
Jeongin despertó y se apresuró en ayudar a Hyunjin.
No dijo nada y simplemente actuó.
Lo mantuvo recto y tomó un par de pañuelos para limpiar la sangre mientras le pedía que no se inclinara para atrás, sería peligroso para su estómago si se la terminaba tragando.
—Respira por la boca, voy a presionar tu nariz —indicó antes de hacerlo.
Los últimos días había tenido varias hemorragias así. La primera vez que sucedió, fue una enfermera quien ayudó a que la sangre se detuviera.
Ocurrió tantas veces que Jeongin también aprendió a socorrerlo.
Por la pérdida de sangre y los moretones, Hyunjin tuvo transfusiones de glóbulos rojos y plaquetas durante esos días.
Permanecía horas en la camilla recostado hasta que llegaban los turnos de comida. No tenía apetito y a veces se negaba. Jeongin hacía lo posible para que pudiera comer, debía nutrirse por la anemia y seguir tomando más medicamentos para combatirla.
Sin embargo, una rutina así comenzaba a desgastar lentamente su cuerpo.
Tendría por la mañana una prueba de médula de ósea.
Jeongin se quedó afuera de la habitación mientras llevaban a cabo el procedimiento. El resultado después, demoraría un par de días.
No tenía idea de cómo sentirse. No sabía si llorar, si gritar, si esperar.
Las manos de Hyunjin se sintieron tan frías cuando las sostuvo antes de irse de la habitación. Era frustrante, era doloroso, quería verlo bien pero cada día que transcurría solo parecía una falsa esperanza.
La fachada que su cabeza quería crear para sentir que Hyunjin estaría más tiempo a su lado.
Cuando terminaron, le dijeron que estaba sedado.
Ingresó de nuevo y lo encontró con los ojos cerrados.
Se acercó para acomodar todo, lo vio respirar tranquilamente.
Tampoco podía hacerlo por sí mismo bien, tenía una cánula nasal.
Seguía sin acostumbrarse a verlo de esa manera.
Se acomodó en el sillón y revisó su teléfono. Al ver la fecha, recordó que pronto sería Navidad.
Lo había olvidado porque casi no lo revisaba más que para ver la hora.
Las horas volvieron a pasar y solo se mantuvo tejiendo un poco, estaba avanzando una bufanda para Hyunjin. La mayor parte del tiempo, solo hacía cosas para él, y también pensaba comenzar a tejer algo para la madre de Hyunjin.
—Me duele... —susurró Hyunjin y se removió incómodo en la camilla.
Jeongin dejó sus cosas a un lado y se acercó.
—¿Dónde?
—Donde fue la última vez, pero no dolía tanto como ahora.
—Dejaron un analgésico para el dolor, tienes que tomarlo.
—Bien...
Hyunjin terminó de acomodarse para poder beber el vaso de agua. Le costaba tragar las pastillas de tanto que lo hacía, pero podía hacerlo aún.
Cuando lo hizo, extendió lentamente su mano en dirección a Jeongin.
—Dame tu mano.
Sin dudarlo, lo hizo.
—¿Te sientes mejor?
—Por supuesto, estoy robando un poco de tu energía.
Una débil sonrisa se formó en su rostro cuando lo miró.
—Puedes llevarte toda, no solo un poco.
—No puedo hacer eso, tú también la necesitas —Hyunjin soltó su mano después de unos segundos—. Listo.
Jeongin arrastró una silla al lado de la camilla y se sentó para volver a tomar su mano.
—¿Puedo quedarme así?
—¿No vas a seguir tejiendo?
—Ya no quiero hacerlo.
—¿Y qué pasará con mi colección de bufandas? Mi último pedido fue de cien, mínimo hasta el día que sea Navidad.
Hyunjin sí sabía que se acercaban esas fechas. Pensó que no.
—¿Vas a pedir algo por Navidad? —preguntó Hyunjin.
Hubo un pequeño silencio.
—Solo un poco más de tiempo, solo eso quiero —Jeongin comenzó a sentir como ardía su garganta—. Un poco más, solo...
Su cuerpo no lo soportó más y empezó a llorar.
Nunca quiso que Hyunjin lo viera así, pero no pudo controlarlo ese día.
—Solo quiero quedarme un poco más de tiempo a tu lado... Que te den un poco más de tiempo conmigo, eso es suficiente.
Había escondido su rostro sobre la camilla mientras se aferraba a la mano de Hyunjin.
Con su mano libre, Hyunjin comenzó a acariciar su cabello.
—Esperemos que sea así.
ESTÁS LEYENDO
Enchanted | hyunin
FanfictionSeungmin, preocupado porque su amigo Hyunjin nunca ha tenido una pareja y utiliza todo el tiempo libre que tiene en ver anime y leer libros, toma la decisión de colocar en el mural de bienvenida de la universidad su número de teléfono con un pequeño...