6- Holi ex suegrita

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Hacían casi dos semanas que Emilia había llegado y noticias de su madre ni de casualidad, ya había comenzado a pensar que se había arrepentido de contactarme, hasta que el domingo que desayunaba tranquilamente en el patio de casa y me entra la llamada de un número desconocido.

—Hola.

—Hola Marina soy Yvette, la madre de...

—Sé quien eres, Xavier me contó que le pedíste mi número, estaba esperando tu llamada.

—¿Podemos vernos?

—Para qué, yo contigo no tengo nada que hablar, suficiente hicieron hace casi 10 años.

—Por favor Marina, es importante... se trata de Emilia —Me mantuve callada un momento.

—Está bien Yvette ¿Cuándo y dónde?

Quedamos en una cafetería para esa misma tarde, en un parque lo bastante lejos como para que nadie nos reconociera, a mí sobre todo. Llego con mi tapado largo, pantalón de vestir negro y blusa beige, con un pañuelo negro a juego. Al llegar la reconocí al instante lleva su cabello atado con un pañuelo, sé lo que la quimio le hace a tu pelo, su rostro también se ve algo deteriorado, como la delgadez que porta.

—Hola Yvette —corro la silla y me siento frente a ella, estoy aquí solo por que tiene que decirme algo sobre Emilia.

—No te reconocí.

—Supongo que no y no tenías porque, ya no soy la adolescente a la cual pusieron en una encrucijada hace 10 años para apartarla de tu hija —Agacha la cabeza, tomo el menú de la mesa sin mirarla.

—Sé que no obramos bien, creímos hacer lo mejor en ese momento.

—¿Y qué tal les resultó? Porque Emilia se apartó de ustedes yendose a otro país a estudiar.

—Y jamás volvió a sonreír como cuando estuvo contigo, jamás volví a ver a mi hija feliz.

—Hasta ahora, porque ella está en pareja, supongo que será feliz —bajo el menú para verla directamente a los ojos— ¿o no?

—Emilia no es feliz desde que la apartamos de tu lado, ahora está o parece contenta pero no es feliz —mira el menú—, no hay otro lugar más...

—Pide lo que quieras, Yvette, yo invito.

—Tambien cambiaron nuestras posiciones económicas —sonríe con desgano—. Mi marido me dejó finalmente cuando Emilia se fue, ya no nos soportabamos, él tenía otra familia. Y a mí me despidieron de mi trabajo ese mismo año... —La interrumpo.

—No te ofendas, pero no me interesa que pasó en tu vida. Solo vine porque tenías que decirme algo relacionado a Emilia.

—Tengo cáncer, este tiempo que he estado yendo a las quimio y hablando con muchas personas o escuchandolas, me di cuenta de que hay cosas en la vida muy importantes y otras no tanto.

—¿A dónde quieres llegar Yvette? —Traga con dificultad.

—No era, ni es importante a quien Marina decida amar, sino que fuera feliz, contigo lo era. Con mi marido pensamos que solo sería una etapa, que se le pasaría...

—No estaba enferma, le gustaba una mujer y eso no tiene nada malo... —El mozo nos toma el pedido, interrumpiendo la conversación— ¿o ahora como tengo dinero, de repente te parece bien?

—Lo sé, ahora lo sé... ella llegó hace dos semanas de Europa, pero no la veo feliz, sigue sin ser feliz, si voy morirme, si algo me pasa, quiero ver a mi hija feliz, quiero saber que está bien.

—¿Qué te hace pensar que ella si quiera, quiere verme? La última vez que la ví, le rompí el corazón.

—Hacen 6 meses me llamó de madrugada —se le llenaron los ojos de lágrimas—, había tenido una pesadilla y me llamó llorando, entonces me hizo una pregunta que me descolocó, ella dijo: "mamá que tan importante es que amé a una mujer ¿Por qué era tan importante para ustedes que yo amará a Marina? ¿Por qué no podían dejarme ser feliz alguna vez?" No supe que decirle. Un mes después me dieron el diagnóstico.

—¿Qué sugieres que haga?

—Recuperala. El zopenco con el que está me pidió permiso para casarse con ella, no quiero que ella se casé con él, no lo ama —Río.

—¿Acaso quieres que se case conmigo? —ella se mantiene seria, borro mi expresión y la observo extrañada— ¿Quieres que ella se case conmigo Yvette?

—Quiero que ella sea feliz y se que lo será contigo.

—¿Por qué? Dime por qué —se mantiene callada—. Me voy —voy a tomar mi cartera.

—Porque nunca dejó de amarte, encontré esto en una caja —me da una caja con un montón de cartas—, abrí algunas y todas estaban dirigidas a ti —Mira hacia afuera mientras leo una al azar y mis lágrimas comienzan a caer—. Hace unos días encontré un cuaderno de ella en casa, estaba escondido y de verdad solo fue casualidad... hablaba de ti, todo se trata sobre ti, siempre has sido tú.

—No puedo hacer que ella rompa con su novio.

—Marina algo se te va a ocurrir tienes los medios —Nos traen la orden, entonces me quedo sentada un momento.

—¿Otra vez haciendo lo mismo? Eligiendo por nosotras —ella abre los ojos grandes—, ella tiene que elegir, no tú, ni yo por ella.

—Marina espera —me toma de la mano—, tienes razón, solo ayúdame, por favor, ayúdame a qué mi hija sea feliz.

—No sé si quisiera verme.

—Bueno podría haber una manera... mi tratamiento es costoso, quizás si te ofreces a...

—¿Esto es por tu hija o para salvar tu culo canceroso? —quizás me pasé un poco— Porque si tuviera la solución habría salvado a mi madre del cáncer hace dos años, y sin ofender, no a ti —aqui ya me pasé mucho— ¿Qué te hace pensar que aceptará mi ayuda? Si sigue siendo la misma de antes, no aceptará caridad y ciertamente no es que me agrades ahora que te estás muriendo y quiera ser tu sponsor del cáncer para recuperar a tu hija —y aquí salí del sistema solar.

—No es eso... no quiero que... mira solo fue una sugerencia, no es para que lo tomes así. Si tienes otra idea...

—Algo se me va a ocurrir —me tomo mi frapuccino—, nos vemos Yvette.

Me levanto llevándome la caja con las cartas antes de que ella dijera algo más, me aproximo a la caja, pago y tomo mi auto para encontrarme con Xavier lo antes posible, si alguien puede orientarme, guiarme, iluminarme y ser mi espíritu guía es Xav.


Hundida en Emilia. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora