14- La fogata

656 91 16
                                    

No sé en que momento, pero me dormí profundamente, me despertó el ruido que hacían en la cocina y las voces de los demás, me di vuelta y al revisar con el brazo el otro lado de la cama ella ya no estaba. Decidí levantarme aún somnolienta, restregue mis ojos y los abrí, mientras miraba el techo, sin pensar en nada, la puerta se abrió y al mirar era Emilia, entrando con una enorme sonrisa y una taza de café.

-Oh! Hola ¿Te desperté?

-No, recién me despierto ¿Que hora es?

-Van a ser las 10.

-Mire el reloj en mí teléfono- Son las 9:20 todavía falta bastante para que sean las 10 -otra de sus costumbres asi fueran las 9:05 ella decía van a ser las 10, porque eran más de las 9- ¿Porque hacen tanto ruido? -voltee dándole la espalda-

-Sigue sin gustarte levantarte temprano -se sentó a mi espalda-

-Sí, otra cosa que no ha cambiado.

-Y no es la única -dijo ella, sabía en alguna medida se refería a lo que pasó anoche- ¿Todavía te sigue gustando el café, con tres de azúcar y chorrito de leche, más una ramita de canela?

-Si... ¿Venías a despertarme?

-Claro ya casi van a ser las 10, aparte los chicos quieren ir a recoger leña para la fogata. ¿Ya pensaste en la historia de terror que contaras esta noche?

-No, claro que no apenas estoy despertando y solo quiero dormir un rato más.

Dejó la taza en la mesita de luz, aún sentada a mi espalda, acomodó mi cabello detrás de la oreja, y la observé extrañada, ella solo sonrió cuando voltee a verla.

-Te dejo para que te levantes... te espero.

¿Esperarme dónde? ¿En la cocina? ¿O esperarme de volver a su vida? Ay ya estoy neurótica dándole demasiadas vueltas al asunto, mejor me levanto antes de tener un colapso mental.

Me levanté, tomé la taza de café y todos estaban en la cocina conversando.

-Buen día durmiente porque la belleza se te quedó en la almohada.

-Que te jodan Jay -pase entre medio de ellos y tomé unas galletas para comer. Xav intentó hacerme preguntas, pero intervino Emilia-

-Sigue odiando despertar temprano.

-Sí, solo déjenme desayunar en silencio, gracias.

Los chicos se miraron siguieron conversando, Emilia se sentó frente a mi a desayunar y con esa vista mi humor cambio para bien rápidamente. Luego salieron a buscar leña en los alrededores, afuera hace frío y cuando abrieron la puerta entró ese aire gélido, ella se levantó para buscar un suéter suyo y ponermelo encima, luego se sentó a mí lado.

-Gracias y por el café.

-¿Ya estás de mejor humor?

-Me encogí de hombros- supongo.

-Mar -dijo en un tono que hacía mucho no escuchaba- lamento lo de tu mamá -mi corazón se estrujó y desvíe la mirada de sus ojos- quería decirtelo hace tiempo, la quise mucho.

-Lo sé, ella también te quería. Le caías bien.

-Quedamos ambas calladas y ella tomó mi mano, acariciando con su pulgar el dorso- De verdad lamento tu pérdida, debió ser muy difícil para ti.

-Lo fue. -cerré la mano en un puño- Fue aún más duro cuando no se pudo hacer nada, cuando los doctores dijeron que ya no podían hacer nada. -sentí su mano tocar mi mejilla y solo ahi me di cuenta que estaba llorando- tanto dinero y no pude comprarle tiempo, o una cura.

-Lamento no haber estado en ese momento tan difícil para ti.

-Emilia... -se acercó un poco más sin sacar la mano de mi rostro y escuchamos a los chicos llegar, entonces ella se apartó antes de besarnos- bueno iré a cambiarme -me levanté así no me veían llorar-

El resto del día transcurrió tranquilo, Xav hizo de comer siendo el más diestro en la cocina, almorzamos entre anécdotas y risas, es la primera vez que el clima está menos tenso y todos participamos en la conversación, inclusive Emilia. Intenté buscar algún momento lo que habíamos dejado a la mitad en el desayuno, pero se complica con tres personas más rondandonos.

Anocheciendo los muchachos prendieron la fogata y antes de la ronda de cuentos de terror, me senté junto a ella mientras los tres hacían las hamburguesas a parrilla.

-¿Cómo está tu mamá?

-Un poco mejor sigue con el tratamiento, por cierto gracias por adelantar algo del dinero en la cuenta para su tratamiento.

-No es un adelanto Emilia.

-¿Y que es?

-No, quiero... -ser su sponsor del cáncer, tu mamá ni siquiera me cae bien en primer lugar. Asi no lo digas Marina, me digo a mi misma- ayudar, fui una cretina ese día en mí casa, tómalo como una disculpa y como se que vas a negarte a aceptarlo, si necesitan más entonces si te lo descontaré de lo que se te deposite, aparte necesitaras el dinero para tu boda.

-Cierto la boda.

-¿Te habías olvidado?

-Me gustaría haberlo olvidado.

-¿Qué?

-Nada, no es nada. Olvida lo que dije.

-Emilia -la tomé del brazo y ella se soltó- dime que pasa.

-No pasa nada Marina, déjalo así por favor, olvida lo que dije.

No insistí más pero... ¿No quiere casarse? Entonces... tengo que hablar con su madre lo antes posible, ella tiene que ayudarme a convencer a Emilia que no sé case o a averiguar lo que pasa. Xav me miró yo me encogí de hombros. El resto de la noche las cosas transcurrieron tranquilas, decidí no hostigarla si ella no quiere hablar será peor y tampoco podría hablarlo con Xav, debo encontrar la manera sola de hacer las cosas.

Otra vez volvió a pasar, en cuánto me quedé "dormida" ella se acercó a mí para abrazarme aunque ahora estaba un poco mas dubitativa que antes, acarició mi brazo, acomodó mi cabello y besó mi hombro, una costumbre que tenía desde que éramos adolescentes, cuando estuvimos juntás.

Tocó mi cintura y me quedé muy quieta, entonces ella me abrazó, pero tan rápido como me abrazó, decidió sacar el brazo y la atrapé.

-Quedate.

-Marina.

-Emilia quédate así, no estamos haciendo nada malo, solo me has abrazado.

-Ambas sabemos que...

-Que, qué... -ella suspiró- yo solo sé que te quiero cerca, que me estás abrazando y que quiero que me abraces -entrelace sus dedos con los míos- sino quieres te dejaré apartarte y me iré a dormir con Enzo al living -apretó su mano con la mía y acercó aún más su cuerpo-

-Eres lo único que quiero Marina. -quise voltear pero no me dejó- por favor no, no confío en mi fuerza de voluntad y en este momento no seré capaz de contenerme mucho más y aunque sé que eso es lo que quieres, no puedo hacerle esto a Marcus.

-Está bien... por ahora tomaré lo que puedes darme... por ahora -volví a remarcar esto-

En la mañana la primera en despertar fui yo, mi cabeza iba a explotar y tuve que levantarme antes que incluso saliera el sol, me preparé un café, tomé una manta me envolví en ella y me senté afuera con mí café en uno de los sillones del porche.

-¿Madrugando? -sonreí sin ánimo- dicen que al que madruga Dios lo ayuda.

-El que madruga tiene sueño todo el día Xav -el río y se sentó a mi lado, con una taza de café-

-¿Mal de amores? -Sonreí y asentí- ¿Porqué no estás acostada junto a ella?

-Supongo que los demonios que habitan mí cabeza hacen tanto ruido que tuve que levantarme para callarlos.

-Para haberte hecho madrugar deben estar bastante revoltosos.

-No te das una puta idea.

Hundida en Emilia. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora