Sᴏɴʀᴇɪʀ ᴍᴀs 2 || Mɪᴋᴇᴄʀᴀᴄᴋ.ᴇxᴇ ʏ Tᴜ

1.- Tranquilidad

Las imágenes pasaban en mis sueños cada cierto tiempo. No lograba ver la cara de esas personas, ni escuchar lo que me decían, era como si yo nunca estuviera en ese lugar. Me sentía la mayor parte del tiempo fuera de lugar, la mala parte, algo distinto a como estoy acostumbrada.

Tome aire para cerrar los ojos como siempre lo había hecho y dejar que toda esa oscuridad me envolviera.

En ese momento fue cuando escuché la primera voz, la única voz que me habló desde ese día. Se escuchaba triste, repetía siempre las mismas palabras.

—Vuelve, por favor— Antes de despertar en mi cama por cuenta propia o por la alarma de mi teléfono.

—Agh...— Gruñi al sentir una punzada en mi cabeza.

Desde que estuve en esos extraños sueños e sentido varias cosas, y no son nada placenteras.

En primera; Después de cada sueño, llega un dolor punzante en mi cabeza, esto causa preocupación en parte de mis únicas 2 familiares: mi madre y mi hermana menor.

Segundo; Mareos repentinos que causaron que mi madre me llevará al médico. (Este no encontró nada)

Tercero; Voces. Después que pasaran ya 2 meses desde que empezaron mis sueños, unas voces me hablan a lo lejos, dicen mi nombre o solamente susurran palabras inentendibles. Aunque eso era en los primeros días del segundo mes.

Y cuarto; Luces. Mejor dicho, brillos extraños que aparecen en algunos momentos, estos son de distintos colores. El que más aparece es uno de un color amarillo oscuro con destellos en el medio de color rojo brillante.

—¿Donde estarán las pastillas?— Hablé conmigo misma buscaba con la vista el bote de pastillas, las que tomaba para mí dolor de cabeza y aliviar los mareos.

—Mueble. Dejaste— Susurro una voz cerca de mis oídos.

—¿En el mueble? Haber...— Respondí a la voz para abrir el primer cajón y buscar entre las cosas encontrando al final el bote de pastillas dentro.

Agradecí por lo bajo a la voz para abrir el bote y tomar una de las pastillas, está era una cápsula de color blanco, la cuál debía tragarme con un vaso de agua.

¿Quien era la voz de antes? Ah, cierto.

No tiene un nombre.

La llevo escuchando desde hace una semana, no sé quién es, porque está aquí, nada. Solo se que es una chica, ya que su tono es femenino, algo seco pero es la voz de una chica.

Solo me dice palabras cortas. Parece que le es imposible hablar de una manera más..."normal"

No me molesta, más bien me ayuda bastante, por lo que me acabe acostumbrando a su "presencia"

—Hermana ¡Hermana! ¡HERMANA! ¿¡Estás despierta!?— Escuché el grito de mi querida hermanita menor, la cuál entro corriendo a mi cuarto acabando con mi dulce silenció.

—¿Con tus griteríos quien no lo estaría? Gritona— Le reclamé cuando ya estaba dentro de mi habitación.

—Si, si, si, ¡MIRA!— Volvio a gritar restandole importancia a lo que antes le había dicho.

—¿Que cosa?— Pregunté al ver cómo en sus manos no había nada para mostrar.

—¿¡Hee!? ¡déjame lo busco y vuelvo! ¡Espérame!— Exclamó con terror antes de salir y cerrar mi puerta con fuerza.

Suspire para levantarme de mi cama.

Mi cuello dolía, debía ser porque dormí de lado.

—¡Llegué!— La puerta volvio a abrirse para acabar tirando una de mis figuras anime al piso.

Por suerte no se romp-

El sonido de algo rompiéndose llamo la atención de mi hermana y la mía.

¿Para que habló?

—...—

—¿Hermana?— Habló T/h para alejarse unos pasos de dónde yo estaba.

—Tu, pequeño mounstro, ¿¡SABES CUANTO VALIA ESA COSA!?— Grite con enojó para acabar persiguiendo a mi pequeña hermana por toda la casa.

Se cobraría venganza en ese mismo día.

—¡DEJEN DE GRITAR!— Escuché el grito de mi madre para acabar quieta en mi lugar y tapandome la boca con mis dos manos.

—¡Perdón!— Respondió T/h.

Suspire pesadamente para volver a dirección de mi cuarto, ¿Puedo matarla? Deseaba hacerlo.

Solo busque mi ropa sin ánimos de nada. No quería salir de casa, ni levantarme de la cama. Genial ¿No? Noten mi sarcasmo.

Tome una polera manga corta de color blanco con el estampado de unas flores y palabras en inglés que no se su significado, no se inglés.

Me puse la polera, sin antes quitarme el pijama claro, y tome los primeros pantalones que ví, más específico unos jeans color negros y algo apretados.

Que elegancia la de Francia.

—Lindo— Escuché a la voz desde un susurro en mi oreja.

Puse una pose de orgullo para a los pocos segundos después dirigirme al baño para peinarme.

Lista para esta bella vida me dirigí al primer piso donde me esperaba mi mamá con mi linda hermanita, estás sentadas en las sillas alrededor de la mesa rectangular que teníamos.

Estaban platos encima de la mesa, pan calentito se sentía en el aire, muy buen desayuno para una chica como yo.

Me senté en la única silla libre para empezar a comer mi rico pancito y tomar mi calentito tecito.

Más relajación no había, y nada podría interponerse a esta calma del momen-

—¡Cof! ¡Coft!— Empezé a toser en ese mismo segundo dándome a entender que mi calma había acabado.

Por suerte no bote té al piso, había dejado mi comida en la mesa antes de toser.

—¿Estás bien, T/n?— Preguntó mamá con un ligero tono de voz preocupado.

—Si, solo fue un poco de tos, debe ser un efecto de las pastillas, antes me las había tomado y se me pasó el dolor de cabeza al momento, no te preocupes ma- — Me interrumpí a mi misma al sentir como unas gotas de agua caían a mi mano, que estaba cerca de mi boca por si volvía a toser.

—¿He...?— Dirigí mi mirada a mi mano notando el color rojizo de esas gotas.

—¿Sangre...?— Pregunté para volver a levantar mi mirada con susto y notar la misma mirada en los ojos de mis únicas 2 familiares.

La vista se volvió borrosa, podía ser por mis ojos cristalizados o por qué la luz iba a mis ojos, lo único que tenía seguro, era que en ese momento no volví a ver nada más, las voces estaban muy lejanas a mi persona, no se escuchaban con exactitud.

La oscuridad reino mi alrededor, como si fueran los mismos sueños que desde hace meses había visto.

Tranquilidad.