Capítulo 4

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Vivir solos es lo mejor que podía pasarnos como pareja. Tener a Javi y Teo pululando por casa estaba bien, era divertido, pero no teníamos intimidad. Sí, sé que Javi nos dejó a solas en más de una ocasión, pero no es lo mismo.

—¿Qué quieres hacer hoy?

Bigotes reclama su latita de comida húmeda ronroneando a los pies de Yon. Lo cojo en brazos y le muestro que ya le está preparando el desayuno.

—Podríamos ir al cine, hace tiempo que no vamos.

Somos más de ver series en casa en vez de pagar una entrada excesivamente cara para aguantar patadas en el respaldo del asiento y pasar frío por culpa del aire acondicionado.

Yon se extraña de mi propuesta.

—¿Hay alguna película que quieras ver?

—Sí, aunque es un romance, no sé si te gustará. Y tampoco estamos para derrochar dinero, así que igual no es un buen plan.

—Lis, no somos pobres, y llevamos sin hacer planes casi un mes, podemos permitirnos ir al cine.

Doy un saltito de emoción y me muerdo el labio inferior conteniendo una sonrisa.

—Pues sí que te hace ilusión —me besa la mejilla antes de agacharse para dejar el cuenco de Bigotes en el suelo. El felino no tarda en saltar de mis brazos para ir a comer—. ¿Te parece si vamos a la sesión de las seis o las siete?

—Sin problema.

El tiempo pasa volando, desde mi punto de vista, y sin darme cuenta se hace la hora de prepararme. Unos tejanos ajustados de tiro alto, un top blanco con escote, una chaqueta tipo motera, y unas bambas blancas es el outfit elegido.

La película me ha encantado, Yon la ha disfrutado pero pondría la mano en el fuego a que no la vería otra vez. Decidimos ir a cenar a casa, puesto que no tenemos especial hambre, pero nuestros planes cambian por completo al encontrarnos con Ana, Leo y los niños.

—¿Ya lo habéis pensado bien? —ambos asienten—. Va a ser una locura, por el hecho de pasar a convivir con dos críos —aclaro.

—Entiendo a lo que te refieres, pero de esta manera tendremos más apoyo a la hora de cuidarlos.

Ana parece tenerlo muy claro. Desvío la mirada hacia Leo y le veo sonreír, parece que le hace ilusión.

—¿Cuándo, y a dónde, os mudáis? —pregunta Yon.

—Mi compañera de piso se muda con otras compañeras de su carrera, así que nos mudamos a mi piso a finales de mes.

—Hace tiempo que hablábamos de vivir juntos, así es más fácil que uno de los dos pueda quedarse con los niños y ahorrar en niñeras —explica Leo—. Y el hecho de que Ana vaya a quedarse sola en un piso en el que no puede pagar el cien por cien del alquiler, nos hizo dar el paso.

La parte negativa de todo esto es que cuando tengamos que hacer de canguros no será de un niño, sinó de dos.

Durante la cena, los peques se comportan bastante, especialmente Aura, la pobre no abre la boca ni para protestar. Asher ha tenido un momento de llorera, pero se ha calmado en seguida.

Ana decide invitarnos a la cena, para agradecer que cuidemos de Asher siempre que lo necesita y porque nos ha pedido que ayudemos a Leo con la mudanza. ¿Cómo nos íbamos a negar? Creo que, tanto Yon como yo, deberíamos aprender a mirar un poco más por nosotros, que últimamente estamos más pendientes de los demás que de nosotros mismos...

Cuando llegamos a casa, Bigotes nos recibe con más mimos de lo habitual, imagino que ya se encuentra bien y es su forma de agradecer que le hayamos curado. Espero que lo tenga en cuenta la próxima vez que lo llevemos al veterinario y se porte bien.

Mientras nos cepillamos los dientes, aprovecho para desmaquillarme.

—Estoy agotada.

Me pongo el pijama y me dejo caer sobre la cama. Yon hace lo mismo. Poco tarda en aparecer Bigotes y acurrucarse a los pies de la cama.

—¿Crees que saldrá bien? Puede ser un caos iniciar la convivencia con dos niños.

—¿Cómo quieres que lo hagan? Ambos tienen un hijo, no pueden irse a vivir sin ellos, van en el pack.

Me encojo de hombros, Yon tiene razón, pero si ya es complicado empezar a vivir con alguien, no quiero ni imaginarme con dos hijos. Además, Ana suele tener la casa bastante desordenada, y no le da mayor importancia. Imagino que el hecho de haber vivido tantos años sola, sin ningún adulto que le dijera cómo mantener el piso, no ha ayudado a que adquiriera buenos hábitos.

—Espero que les vaya bien. Al fin parece que Ana sienta la cabeza y quiere estar con alguien en serio.

—Deja de preocuparte por cosas que no dependen de ti —Yon besa mi frente—. Duérmete, es tarde.

Sonrío y le beso.

—Buenas noches, amor.

—Buenas noches, enana.

Más allá de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora