Dos sábados más después, a las siete de la tarde, alguien intenta fundir el timbre de casa. Yon mira por la mirilla y me susurra que es Ana, con cara de pocos amigos.
—¿Crees que ya se lo ha dicho?
Alzo las cejas y miro a Yon.
—¿Tú qué crees?
Cierro los ojos y cojo aire mientras Ana sigue picando al timbre y aporreando la puerta. Cuando abro casi me llevo un puñetazo en la cara.
—Deja de picar de esa forma, te he oído la primera vez.
—¿Lo sabíais? —Ana está furiosa, pasa al comedor como alma que lleva al diablo, se para frente al sofá y se cruza de brazos—. Lo sabíais, ¿no? —los dos asentimos—. ¿Cómo me lo habéis podido ocultar?
—Nos enteramos varios meses después de que naciera Asher, no tenía sentido decírtelo —Ana achina los ojos mientras me juzga—. Ana, tú ya eras feliz con Leo, habías superado lo de mi hermano, ¿para qué remover la mierda?
Mi amiga se sienta en el sofá y suspira con pesadez.
—¿Y ahora qué se supone que debo hacer? Decidme —Yon y yo nos miramos durante un par de segundos sin saber muy bien qué responder—. No pienso perdonarle, nunca lo haré, su comportamiento es inadmisible. ¿Desde cuándo alguien cede a un chantaje como ese sin siquiera intentar denunciarlo?
—No es tan sencillo, Ana —interviene Yon.
—No, claro que no lo es, pero alguien amenaza a mi hijo, o a la hija de Leo, y lo último que hago es ceder al chantaje, más aún cuando eso supone sacrificar una vida humana. ¡Me pidió que abortara! ¿Recuerdas?
—Hay gente que no considera que abortar al poco de estar embarazada sea sacrificar una vida humana.
—¿Pero qué dices? —esta vez soy yo quién lo interrumpe. Yon intenta volver a hablar, pero no le dejo—. Mejor deja el tema.
Personalmente estoy a favor de la libre elección ante el aborto, pero no veo en qué ayuda a Ana decírle que no es tan grave que el padre de su hijo le pidiera abortar.
—Yo mejor me voy. Al final me cae a mí el marrón que provoca mi amigo —dice mientras se aleja por el pasillo.
—Ana, tú haz lo que creas que tengas que hacer, y punto.
—Lo único discutible aquí es si le dejo o no entrar en la vida de Asher. Sentimentalmente, para mí, Teo está muerto, y eso no va a cambiar. Lo que hizo es imperdonable desde mi punto de vista —asiento para que sepa que apoyo su decisión—, pero es el padre de Asher, tiene derecho a estar con él... Y, por otra parte, Asher tiene derecho a conocer a su padre, ¿no?
Me encojo de hombros.
—No quiero influir en tu decisión.
—Necesito tu opinión, eres mi mejor amiga —me suplica con la mirada.
Suspiro.
—Sinceramente, creo que Teo no se portó bien, y si estuviera en tu lugar imagino que me costaría horrores perdonarle. Por otro lado, creo que Asher tiene derecho a conocer a su padre. Teo perdió el derecho a decidir si puede o no estar con su hijo en el momento en que decidió ceder al chantaje de la chihuahua. Fué muy cruel por su parte pedirte que abortases sin tener en cuenta tus sentimientos.
—Lo que no entiendo es que, según dice, cedió porque amenazó con dañarnos y le daba miedo perdernos. Pero, ¿no se dió cuenta de que ya nos estaba perdiendo al ceder? Imagínate que hubiera abortado, a Asher lo pierde de una, y a saber qué hubiera pasado conmigo... Imagino que hubiera seguido con mi vida, aunque al principio me afectaría, pero conozco gente a la que le ha afectado bastante.
Entiendo perfectamente lo que dice, yo no podría, psicológicamente me quedaría muy tocada.
—Supongo que depende mucho de la fortaleza mental de cada persona y de la situación general.
—Imagino... De todas formas, el hecho de que me pidiera abortar no me pareció justo, porque al final, quien asume todas las consecuencias soy yo.
—Y más en tu caso, que no le pediste ayuda para poder criar a Asher.
—Por eso. No sé, Lis, todo esto es un lío terrible.
La abrazo y noto que todos sus músculos se relajan casi automáticamente.
—Tómatelo con calma, piensa bien todo y ya le darás una respuesta cuando puedas.
Ana asiente.
—Seguramente dejaré que ejerza de padre con Asher, pero nada más, no me apetece ni ser su amiga ahora mismo.
—Con que tengáis un trato cordial, por el bien del crío, es más que suficiente.
Ana vuelve a asentir, como si de un robot se tratase.
—Perdona por aparecer tan de repente y tan enfadada.
—No te preocupes, tenías motivos.
—Es que encima tu hermano ha aparecido de repente, en mi portería, a saber cuánto rato llevaba esperando porque hemos salido temprano y nos lo hemos encontrado al volver. Estaba ahí plantado como si fuera un acosador. No he podido ni pensar si quería o no hablar con él, he tenido que escucharle porque sino no se iba.
Alucino con Teo. ¿Puede hacer las cosas peor?
—No me voy a molestar en opinar.
—Ni falta que hace.
—Leo habrá alucinado al encontrarse con esa escena.
—Incluso me ha preguntado si necesitaba que se quedara conmigo. Imagínate.
Mi hermano es como un crío pequeño: actúa sin pensar en las consecuencias ni en las apariencias.
—Bueno, cambiando de tema, ¿por qué no llamas a Leo y os venís a cenar? Pedimos unas pizzas o algo, que ya es tarde para ponernos a cocinar.
Ana mira su móvil y comprueba que son las ocho y media. Después de llamar a Leo para comprobar que no ha preparado nada para cenar, acepta la invitación, con la condición de que una de las pizzas fuera sabor barbacoa.
Durante la cena hablamos un poco del tema, puesto que Ana decide explicarle en ese momento lo sucedido.
—Yo creo que dejar que pasen tiempo juntos es lo mejor que puedes hacer por Asher —la contestación de Leo, tan madura como ya es habitual, demuestra lo capaz que es de empatizar con las personas—. Agradezco cada día que mi pareja pensara no solo en ella misma e hiciera lo mejor para nuestra hija, porque al final los tres salimos ganando, pese a que costó nuestra relación. Gracias a su decisión ahora tengo una familia preciosa —besa la frente de mi amiga y le acaricia la espalda con suavidad—. Ana, deja tus sentimientos de lado por un momento y piensa en Asher, solo así encontrarás la respuesta correcta.
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Más allá de tu ausencia
Teen FictionTercera parte de "Tu ausencia me llevó hasta él". Lis y Yon están en su mejor momento: han formado una familia preciosa junto a Bigotes, tienen trabajo estable, no hay problemas de convivencia, confían plenamente el uno en el otro... En resumen, han...