Capítulo 16

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Después de las comidas Navideñas, el veintiocho, decidimos hacer una excursión a una pequeña localidad del Sur de Francia: Le Barcarès. Tras poco más de dos horas de coche llegamos a un precioso pueblo navideño llamado Village de Noël, y que en estas fechas tiene un encanto especial.

Lo primero que veo nada más bajar del coche es una gran noria completamente iluminada. No tardo ni dos segundos en decirle a Yon que no podemos irnos sin subir en ella. Tras pagar los 5 euros de entrada, nos encontramos con que todo está cuidado hasta el más mínimo detalle para que sientas que realmente estás en un cuento de Navidad. Hay adornos navideños gigantes en cada rincón: estrellas, trineos, bolas, Papá Noel, osos polares, renos... ¡Y decenas de abetos nevados, decorados e iluminados!

Poco tardamos en encontrarnos con una gran pista de hielo, donde nos quedamos patinando un buen rato entre risas. Luego damos un paseo por la exposición de figuras de hielo, ¡que es una verdadera pasada! Tras ello subimos en el tiovivo, bajo la atenta mirada de varios niños; ciertamente no suben muchos adultos.

Sobre las dos de la tarde damos una vuelta por los puestos de comida, donde probamos platos típicos navideños y un par de crepes de chocolate como postre.

—Podría comerme cinco más como esta.

Yon me mira, luego observa la crepe que aún no me he acabado y niega con la cabeza.

—¿Dónde metes todo lo que comes? —se ríe—. Para merendar, si quieres, compartimos otra.

Para bajar la comida damos un paseo por los jardines, donde encontramos más abetos nevados y un montón de figuras gigantes, entre ellas un osito con el que me hago una foto, y un Papá Noel tamaño XXL con el Yon queda retratado.

Las vistas del atardecer desde lo alto de la noria son espectaculares. ¡Se ve tanto el mar como la montaña!

Durante unos segundos dejo de mirar el increíble paisaje para mirar a Yon. No puedo creer lo mucho que le quiero y lo importante que se ha vuelto para mí. Hemos construido una relación muy bonita, y sé que ahora tenemos los cimientos necesarios para hacer que dure.

—Te quiero muchísimo.

Yon me mira con ternura, coge mi mano y besa el dorso.

—Yo también te quiero, enana. Eres muy especial para mí.

—¿Quién se iba a imaginar, el día que nos cruzamos en el portal, que acabaríamos así?

—¿Así cómo?

Sabe perfectamente a lo que me refiero, pero quiere que se lo diga.

—Así de enamorados.

—¿Estamos enamorados?

Se hace el loco, le saco la lengua y él sonríe.

—A mí me tienes loquita.

—No me había dado cuenta —sigue haciéndose el loco. Le intento hacer cosquillas, hace un movimiento brusco y la cesta de la noria se mueve—. ¡Nos vas a tirar!

—¿Y qué vas a hacer al respecto?

—A mí también me tienes loco —dice entre risas—. Ya basta, enana, me las vas a pagar.

Vuelvo a mi asiento y sonrío satisfecha.

Al bajar de la noria Yon me castiga un par de minutos sin devolverme los besos que le doy. Caminamos por las frías calles decoradas durante diez minutos, los que tardo en encontrar un puesto diferente de crepes. Tal como me había dicho antes, va a comprar un par de crepes para merendar cuando le propongo cambiar los crepes por gofres. Se le ilumina la cara, a él le gustan más, y en el puesto de antes no había elección.

—¿No querías otro sabor?

—A ti no te gusta el chocolate blanco.

Me encojo de hombros.

—Podríamos haber pedido uno para cada uno —sonrío.

—Eres insaciable —se ríe—. ¿Quieres que compre otra?

—Da igual, si no luego no cenaré.

A medida que cae la noche todo se va iluminando, y aunque es precioso no nos quedamos mucho rato más. Por desgracia tenemos que volver a casa y es un largo trayecto, tenemos que irnos antes de las siete si queremos llegar a tiempo para cenar.

De camino a casa cantamos canción tras canción a pleno pulmón, entre risas cada vez que uno de los dos se equivoca con la letra.

Soy realmente afortunada de haber encontrado a una persona tan especial, con la que puedo ser yo misma, que no me juzga y me apoya en todo. Creo que gasté toda la suerte el día que nuestros caminos se cruzaron.

Más allá de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora