-Capítulo 1-

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Fui la princesa de su cuento de hadas mal contado, fui la calma cuando tuvo caos en el interior, fui la medicina cuando Clay enfermo, incluso la droga que más de una vez necesito. Y así por mucho tiempo "fuimos algo más que dos personas en una misma línea", fuimos más que una simple relación.

Construimos una galaxia custodiada por infinidades de constelaciones y estrellas, que tal como se fueron creando para ambos, con el término de nosotros, cada una de ellas retrocedió, y se desapareció.

Ahí fue cuando partió todo, con un amor inmenso que compartíamos juntos, hacia el más allá, porque siempre quisimos saber más, de lo poco que podían ver nuestros ojos.

Cuando recuerdo lo que vivimos, y siento el vacío en el pecho por su falta de amor, imagino aquello que un día juntos existió, y es por eso que no es raro que me encuentren de madrugada tirada en el pasto. Porque cuando miro el cielo azul oscuro, lleno de estrellas resplandecientes, y el infinito que aún sigue estando en mi dedo medio, creyendo que aún es posible conseguir, me acuerdo de los dos, aunque para ser sinceros no duramos mucho tiempo para ser un "infinito".

Según mi medico de cabecilla en la salud y el mundo clínico, solo existen dos tipos de dolor.

El "dolor agudo" el cual aparece a veces y tiene cura, y el "dolor crónico" el cual por más que se cuide nunca se va. Pero con la experiencia y el tiempo que llevo de vida, con el permiso de todos los presentes, me gustaría sumarle dos más. Y a estos le llamaremos "dolor indirecto" aquellos que solo nos dañan el exterior (como un golpe o una herida), y el "dolor directo" aquel que daña el interior (como una palabra, un engaño, un adiós).

Pero ¿Cuál es el que duele más? pues, lamentablemente todos los tipos de dolor, tienen el mismo grado de importancia, pero con mi enfermedad aprendí que los "dolores directos" son los que destruyen más, porque como bien lo dice la palabra, van directo a los sentimientos y al corazón, tal como lo hizo Clay.

Mi mano se apoyó en el posa brazo de la silla, haciendo un pequeño movimiento de vaivén por la mala posición.

Pensé que Clay y yo brillaríamos siempre juntos, pero los "para siempre" suelen caducar antes de tiempo. Creo que lo que nos acabó matando, fue el relajo de creer que todo siempre se iba a resolver, que todo iba bien. Pero cuando nos vimos de frente, y nos quisimos querer, teníamos de todo menos amor...

Tina: (Terapeuta integral del grupo de apoyo de Charlesbuck)

-Cariño. Arcie, sabemos que Clay es importante para ti, pero debes contarnos sobre cómo van tu tratamiento, tus compañeros desean saber sobre tu progreso.

Oh, claro. Lo siento, voy muy bien, me siento mucho mejor, he podido controlar el sueño, aun así, no es algo que dure por mucho tiempo. ¿verdad?

Tina se levantó de su asiento y me toco suavemente los hombros con las dos manos, posándose justo detrás de mí.

-Arcie debes poner de tu parte, todos aquí queremos verte bien, no necesitamos tus sarcasmos, todos aquí necesitan un motivo para seguir. Porque no mejor les comentas a todos los nuevos, que es lo que tienes, y como ha sido el proceso.

Escuchaba el sermón de Tina, mientras con un bolígrafo, mirando de reojo, anotaba en mi pequeña libreta, ¿Por qué los grupos de apoyo se hacen para hablar sobre lo que tienes? y no para apoyarte realmente. Arcie Mckley.

-Arcie por favor.

Su mano quito de mi vista la pequeña libreta, dejándome en evidencia ante todos los ojos de los extraños chicos y chicas, que esperaban algo de mí, en el salón.

Ha ha... Negué con la cabeza.

Tina se paró en medio de todo el pequeño circulo, donde nos encontrábamos, y pidió atención.

-Bueno para los que no conocen a Arcie, ella tiene...

Está bien Tina, ya lo hago yo.

Interrumpí.

Hola a todos, yo soy Arcie Mckley, tengo 20 años. Me diagnosticaron hace unos meses "Narcolepsia", una enfermedad no invasiva, ni grave que afecta de manera indirecta a mi cerebro. La verdad me di cuenta que la tenía porque creía tener depresión, pasaba el día en la cama con dolor muscular, pensaba mucho las cosas he incluso solía imaginar. Mi madre y mi hermana Lara fueron quiénes buscaron especialistas que me trataron desde el sueño, a la vista. Y después de una pila de exámenes llegamos a esto. Cabe aclarar que pase por psicólogos, neurólogos, psiquiatras, y terapeutas como Tina, quienes me motivaron a participar en este "grupo de apoyo". dije señalando como sarcasmo.

Jamás fue un tema relevante, ya que no causa ningún tipo de peligro, ni dolor. Es una enfermedad silenciosa y deteriorativa de una glándula del cerebro, la cual en momentos me hace alucinar, y por eso estoy aquí.

Los chicos del grupo de apoyo comenzaron aplaudir, guiados y obligados por Tina, quien siempre trataba de hacernos feliz.

Y apenas terminó la junta, Tina me llamo a su oficina.

-

Siempre me ponía muy nerviosa cuando se trataba de hablar sobre mí, más cuando las preguntas son más invasivas que tu propia enfermedad.

-Te llame Arcie, porque te quiero felicitar, estuvo muy lindo todo lo que dijiste, pero...

Obvio siempre tiene que a ver un, pero.

-Cuantas veces te he dicho que en la terapia no entra Clay, cariño si sigues pensando en él tendré que derivarte de nuevo con psiquiatría.

No. Digo lose, es que siempre me acuerdo de él, incluso cuando no quiero hacerlo.

-¿Te acuerdas de él? o ¿Sigues teniendo visiones con Clay?

Mi celular sonó, interrumpiendo por completo aquella difícil situación.

Es mamá, tengo que irme. Adiós.

-Está bien Arcie, ve con cuidado y nos vemos la otra semana. Que no se te olvide darme tu respuesta, osino de verdad te mandare...

Sali de su aburrida oficina de color blanco hospital, y recorrí los pasillos hasta llegar a la puerta principal.

Ahí estaba el auto anticuado de color gris y mamá. Tocando la bocina, como si no la hubiese visto.

Camine avergonzada haciéndole un par de señas de que parara de meter tanta bulla, el sonido me retumbaba en los oídos, por lo que me los tape con ambas manos, aun así, ella no dejaba de reír, y de disfrutar el momento de atención.

Hasta que por fin me subí en el asiento delantero, donde en un silencio incomodo, al cerrar la puerta del coche, y una mirada invasiva, mamá me saludo. 

PERDIDOS EN LA VÍA LÁCTEA© [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora