26. Abrazado a ti

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26. 

Por Asher James.

A los 11 años.

La mañana había comenzado, los autos funcionaban como siempre. El cielo decía que todo seguía exactamente igual, la vida parecía seguir su curso, tal como si nunca te hubieras ido.

Como si tu presencia no fuera más que un sueño, que a cada segundo parece más una estúpida mentira. Como si en realidad nunca hubieras estado aquí.

...

Veo mis zapatos un par de segundos, me duele el pecho, quizás por eso apretó mis rodillas con tanta fuerza, incluso arrugo un poco mi pantalón negro. Contengo el aliento y empiezo a salir del auto tras abrir la puerta. Camino tan rápido como puedo, Papá dice algo, pero no lo escucho. He dejado de prestar atención a muchas cosas.

Suelen entrar a mi cabeza, pero nunca se quedan...

Soy incapaz de ver a alguien, de levantar la cabeza si quiera. Cuando entramos a la casa trato de huir a mi habitación, pero Liam me detiene, toma mi brazo y tengo tan pocas fuerzas que le es fácil arrastrarme consigo, tampoco me niego a seguirle cuando me lleva andando hasta la sala.

Nos sentamos en el sofá más grande que hay, aunque me aparto lo más que puedo de él. Todo el mundo parece estar por quebrarse, si tocas de más, algunos fragmentos podrían quedarse en tus manos. Y hacerte daño, hacerte sangrar.

Todo está en completo silencio cuando papá también cruza la puerta, va hasta el sillón pequeño. Nadie dice nada, pero cada silencio está gritando un poco.

Me duele tanto el pecho que sujeto con fuerza mi traje negro. Las heridas internas duelen más que los golpes, las cicatrices del corazón pueden jamás curarse.

Ella ya no volverá.

Ella ya nunca volverá. Las palabras van de un lado a otro en mi cabeza.

—Mama no volverá...

Y es como recordar todo. Como si ella estuviera un momento aquí, y ya nunca lo estará más. Hasta logro verla cerca de papá, darle un beso, ver hacia nosotros con esa mirada suya tan cálida de siempre y luego despedirse.

Canta una canción, una triste y melancólica donde dice que es hora de irse, que quisiera quedarse un poco más pero se le hace tarde. Su sonrisa parecía ser como siempre, estaba tan linda como cada día desde que tengo memoria. Y ya no estaría aquí.

Me negué por tanto a ver a mi hermano y a mi padre que ya no pude esconder mi dolor cuando solté al fin mi pecho y levanté la frente.

Los ojos más brillantes que en mi corta existencia había contemplado, estaban frente a mí. Y no era de ilusión, no era de felicidad. Mi papá tenía la mirada más triste de un ser humano podría lograr.

Las canciones que somos [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora