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Un visitante inesperado

La justa se celebraría en el Fuerte de la Gloria, un gran castillo rodeado por cuatro torres altas en el que hacía unos siglos Aeron Barlovento se proclamó a sí mismo rey de Darkhir después de que librara innumerables batallas contra el rey Kasen II, conocido como el infame. No quedaba muy lejos de La Esperanza, como solían llamar los nobles y súbditos a la capital. De modo que, el viaje a dicho lugar solo tomó pocos días.

El rugido de la emoción reverberaba desde afuera haciendo sacudir las paredes. A medida que avanzaba a la luz, Cleissy se preparaba para ser juzgada una vez más. La noticia del ataque se propagó como pólvora por todo el reino. Muchos se preguntaron cuál sería el destino de la princesa luego de atacar al rey, otros poseían la duda de si en realidad estaba loca y esa era la razón de su encierro. Sin embargo, tras el rey proclamar que perdonaba la falta de su hermana, hubo gran consternación.

Asimismo, Cleissy divagó durante horas la conversación que mantuvieron lady abuela y Callum. Para su pesar no encontró alguna clase de respuestas a ello. Lo único que le quedaba por hacer era investigar a esa tal lady Ronnetta y el día en que su majestad partiría en su encuentro.

Apenas salieron a la liza, Cleissy contempló todo el lugar: una valla separaba el campo en dos secciones para el enfrentamiento; de cada lado había tribunas repletas de hombres y mujeres que se agitaban en sus asientos; los caballos y jinetes enfilaban el borde externo de la liza, portando los estandartes de sus casas, lanzas y armaduras de placas; los escuderos, muchachos jóvenes y de baja cuna, sostenían los escudos.

—Su majestad esta por allá —lady abuela apuntó a una tribuna que se alzaba por la de las demás—. Deben estar esperándonos.

La anciana encabezó el pequeño grupo conformado por soldados, damas y la princesa. Cleissy sintió una decena de ojos sobre ella enseguida que pasó por un mar de cuerpos, tras el incidente muchos se presentaron en el palacio para desearle pronta recuperación al rey, así que ya no pasaba tan desapercibida como antes. La tribuna estaba rodeada por la guardia real, una escalera llevaba hacia arriba y cuando lady abuela le dio espacio para que pudiera pasar, Cleissy se negó.

—Necesito un poco de aire —por el rabillo del ojo vio a Konstantin.

—No tardes mucho —dijo lady abuela y en un parpadeo desapareció escaleras arriba.

Un par de soldados permanecieron con ella y lady Aliona. Ninguna de las dos muchachas habló, desde su pequeña discusión respecto a Konstantin una especie de distancia incomoda las envolvía, no obstante, una que otra vez se miraron. La princesa marchó hacía el lugar donde se encontraba su amigo, que sostenía un banderín con un cuervo en el centro.

—Soldado Meyer, no imaginé verlo por aquí.

—Princesa —él humilló el cérvix—. Su majestad invitó a lord Norfolk al torneo, pero mi comandante no posee hijos que peleen en su nombre y es demasiado viejo, así que algunos cuantos estaremos ahí en forma conmemorativa.

—Ya veo. Concebía la idea de que un hombre de su edad era casado —comentó ella.

—Lo era —aseguró Konstantin con media sonrisa—, y padre también, mas su esposa e hijo perecieron durante el parto. Sin embargo, eso no le impidió buscar consuelo —Konstantin levantó un poco la barbilla en dirección a un hombre de cabello rubio plateado—. Draven es su bastardo. Todos creyeron que le daría su apellido, pero James Norfolk aseveró que solo tiene un hijo. Pienso que le tiene cariño a Draven. Lo educó y le permitió vivir en su castillo. Ningún bastardo goza de tales favores.

Cleissy examinó al hombre desde las lejanías, por lo que recordaba en su corto trayecto al castillo de lord Decker fue amable y cortes, por un momento ella pensó que se trataba de un noble de baja cuna. Los bastardos crecían en las calles, dedicándose al robo y pasar el rato en las casas de burdeles; tenerlos era igual a poseer un castigo divido y por tal razón era común abandonarlos a su suerte.

Los hijos del Imperio: El reino caído #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora