XXI

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Callum destronado

Esa mañana era clara y brillante. Callum tuvo el presentimiento de que la suerte estaba de su lado. Una agradable sensación le bailaba en el pecho, un dulce cosquilleo de que la victoria era suya. Despertó antes de que llegara el paje, por lo tanto, permaneció en la cama observando el anillo de Aeron Barlovento, embelesado y pensando que una vez el muriese aquel legado seguiría con su hijo; Aeron VI lo llamarían y honraría esa reliquia al igual que lo hicieron sus antecesores y su propio tocayo.

Aun miraba el anillo cuando el paje llegó. El muchacho descorrió las cortinas y dejó una fuente de plata sobre la mesa, a continuación, la llenó con una jarra y aguardo, con una toalla en el brazo, al rey. Callum, quien ya no le molestaba la luz que se vertía de las ventanas y el balcón, caminó hasta el lugar y se lavó la cara. El paje le tendió la toalla y de inmediato buscó las ropas elegantes del monarca.

—¿La armadura esta lista? —preguntó al tiempo que el paje le abrochaba los botones de la camisa.

—Sí, majestad. Ayer el viejo Granan terminó de pulirla.

—Diles que la traigan a mi dormitorio. Quiero verla yo mismo.

—Como ordene, majestad.

Hacía un par de días ordenó al paje que buscara la antigua armadura de su padre, la cual estaba guardada bajo el minucioso cuidado de lady abuela. El rey Vikram murió en su lecho un año atrás tras la epidemia de fiebre amarilla. Todavía en esos días era recordado como un guerrero y aun luego de la revolución Amirita, peleó en otras dos guerras más. El rey deseaba que le recordara de la misma forma; alguien que no temía a las batallas, y usar la armadura sin duda levantaría el espíritu de pelea entre sus vasallos y señores.

Terminó de vestirse y salió de su dormitorio en compañía de Ser Fabien y Ser Thomas. Mientras caminaba rumbo a las estancias de la reina, Callum vio a través de las ventanas arqueadas las montañas grises, el césped verde y el campamento donde dormían el ejercito que reunió en los últimos días. Los blasones de los Blackwood, Fitzroy, Alfotch, Hount, Wellwood y Balker eran de los pocos que se apreciaban mientras ondeaban con la brisa fresca de abril. El escudo de la casa Alfotch era el más cercano de todos, la serpiente pareciera que se moviera con el viento. Luego les seguían los Blackwood, un cuervo; Wellwood, un tejón; Fitzroy, un águila, los Hount con un perro de caza y los Balker uvas verdes. Atisbó armaduras negras como plateadas.

El corazón le dio un vuelco de excitación.

«El rey Igor conocerá mi furia».

Callum paró en seco apenas reparó en una anciana figura que portaba una armadura blanca. Ser Estefan se acercó con humildad y dio una buena reverencia.

—Mi rey.

—Ser Estefan —saludó Callum—. Es una sorpresa para mí verlo tan temprano en la mañana. Imagine que estaría velando la seguridad de mi amada abuela.

—Y lo hice, mi rey. Cuide de ella toda la noche y ahora Ser Randall lo hace.

—Debe ir a descansar, Ser, de seguro fue una noche larga —Callum siguió caminando y pasó a su lado. El hombre lo miró como apurado, entonces él se detuvo—. ¿Ocurre algo Ser Estefan?

—Majestad, yo... —el caballero se humedeció los delgados labios—. Desde ahora lord Rowling se hará cargo de la princesa, quiero decir, lady Rowling. Como usted y su primo marcharan a la guerra, me preguntaba si la seguridad de su hermana puede estar una vez más en mi espada en su ausencia.

—Los soldados de mi cuñado son fuertes y...

—De eso no tengo duda —el anciano caballero se trababa con sus propias palabras; buscando las oraciones adecuadas—. He cuidado de su hermana desde que era muy pequeña, aun en aquella torre por año y medio con su madre mantuve mi servicio y no me queje. La vi crecer y convertirse en mujer. Nunca me he apartado de su lado.

Los hijos del Imperio: El reino caído #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora