Capítulo 2

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Dos días después, Izuku aún no había conseguido que su paciente le permitiera limpiar sus heridas y él estaba impacientándose cada vez más.

Intentó hacerlo mientras el otro dormía, pero no logró ni siquiera acercarse al hombre cuando este ya se había girado sobre la cama y le había gruñido amenazadoramente; intentó enseñarle a hacerlo por su cuenta y lo único que consiguió fue ser ignorado deliberadamente durante horas.

Las opciones estaban acabándosele y la preocupación que sentía iba en aumento. Limpiar una herida era importante para asegurar la correcta mejora de la misma, pero esto no parecía importarle en lo más mínimo a su paciente, quién seguía sin permitir que Izuku se acercara lo suficiente para poder dar una buena mirada. Temía que una infección iniciara, sobre todo en la herida del costado, que era la más profunda. Sobre las quemaduras, no había podido verlas adecuadamente tampoco.

Estaba trabajando en su jardín frontal, pensando en una manera óptima para convencer a su paciente a permitir un chequeo cuando Ochako se apareció, caminando por el sendero que conectaba la cabaña del sanador con el pueblo de Musutafu.

Su corto vestido rosa llamó su atención, haciéndola destacar con facilidad entre el verde del bosque. Se puso de pie para recibirla cuando ella atravesó la valla, sus ojos castaños clavados en los suyos con determinación.

—Hola. —saludó ella, deteniéndose frente a él.

—Hola. —regresó el saludo con una sonrisa, sintiéndose aliviado al percibir el aura tranquila de Ochako.

—¿Cómo estás? —inquirió, sus ojos avellana viajando hasta los difusos moretones en el cuello del pecoso, producto del estrangulamiento del que fue víctima días antes. Lucía preocupada, pero no molesta, ya no.

—Estoy bien, gracias. —hizo una pausa, mirando hacia el bosque con un poco de nerviosismo. Estaba a punto de regresar la pregunta cuando su amiga volvió a hablar.

—¿Cómo está tu paciente? —su voz suave fue cautelosa al hacer su pregunta. Ochako también debía estar nerviosa.

—Podría estar mejor.

La castaña miró a su alrededor con inquietud y tomó un respiro profundo antes de volver a mirarlo.

—Quería disculparme contigo. —comenzó finalmente, avergonzada. —No debí hablarte de la forma en que lo hice, sé lo importante que es para ti poder ayudar a quienes lo necesitan y como tu amiga debería estar apoyándote, no cuestionándote. Te ayudaré a cuidar de él, aunque sigo sin estar de acuerdo con que lo mantengas oculto.

—Entiendo cómo te sientes. —respondió el pecoso. —Sé el riesgo que representa, pero... logró escapar, quien sabe después de cuánto tiempo y ahora tiene la oportunidad de empezar de nuevo; no quiero ser yo quien le arrebate la posibilidad.

—Eres demasiado bueno para este mundo. —comentó ella, enternecida. Sus manos se extendieron al frente, ofreciendo un pequeño costal de cuero que crujió con el movimiento. —Conseguí estas en mi viaje, creí que te servirían.

Izuku sonrió, conmovido.

—Gracias, Ochako.

Se estiró hacia el frente para abrazarla, sus brazos rodeando con facilidad su cuerpo más pequeño. Ella le correspondió, recargando su peso en él y sonriendo ampliamente mientras cerraba los ojos.

Izuku se permitió regocijarse en la calidez del contacto; sus amigos eran lo más cercano que tenía a una familia y detestaba tener discusiones con ellos, incluso aunque eran muy poco frecuentes. Ahora que había hablado con Ochako, se sentía más tranquilo pues, contando con su apoyo, todo sería más fácil.

Oasis; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora