Capítulo 6

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A la mañana siguiente Ochako se apareció en la puerta de Izuku muy temprano. El pecoso se asomó a recibirla con los ojos aún entrecerrados y cubierto por su cálida, pesada manta color menta.

La castaña entró apresuradamente apenas la puerta estuvo lo suficientemente abierta, cargando una bolsa de cuero con ella.

Sus pasos apresurados debieron despertar a Kacchan, quien se asomó a la estancia un par de segundos después.

—Encontré un libro ayer por la noche en las estanterías de la iglesia. —anunció ella, deteniéndose para comenzar a vaciar el contenido de su bolsa. —Se trata de muchos temas y no me permitieron llevármelo, así que tuve que transcribir la información.

Acto seguido, esparció un montón de hojas manchadas de tinta y retacadas de texto sobre la mesa con urgencia.

Izuku se inclinó sobre la mesa para tomar una de las hojas y comenzó a leer. Kacchan se posicionó ligeramente detrás de él para mirar por sobre su hombro.

—No entiendo. —confesó Izuku luego de intentar comprender las letras de su amiga, manchadas de gotas de tinta negra. Ochako frunció el ceño y se asomó para poder apreciar la página que el pecoso tenía entre sus manos.

—¡Es porque esta es la página cinco! —se quejó, arrebatándole el papel y entregándole otra hoja.

La letra estaba tan desordenada como en la página anterior; la castaña había intentado imitar el dibujo del libro, pero había fracasado totalmente. El que supuso, debía ser el dibujo de un lobo, más bien asemejaba ser una quimera de lo deforme que era.

Kacchan bufó burlonamente, al parecer compartiendo la opinión de Izuku sobre el dibujo y Ochako lo miró con el ceño fruncido, ofendida.

—También encontré algo.  —decidió añadir luego de unos segundos en silencio. —¿Recuerdas las flores que encontramos en el barranco? Investigué  qué son y resultaron ser acónito.

Kacchan se tensó cuando la castaña levantó entre sus dedos un pequeño frasco con los característicos pétalos púrpura que habían visto antes de dejarlo sobre la mesa también.

—No he encontrado mucho de esa flor, al parecer no crece en esta zona. —comentó, visiblemente frustrada.

—Investigaré también, tal vez haya algo en mis libros. —prometió el pecoso. 

Izuku entonces se dedicó a leer con atención las páginas mientras escuchaba a su amiga bostezar una y otra vez. Pasados unos minutos, el evidente sueño de la castaña comenzó a preocuparlo.

—Ochako, ¿pasaste la noche en la iglesia?

La chica tuvo la decencia de verse apenada. Rascó su nuca y apartó la mirada, clavándola en un punto aleatorio en el suelo.

—No podía dormir y creí que sería más de provecho si me mantenía despierta. —confesó, aún evitando los ojos del pecoso.

Izuku la miró con desaprobación.

—Deberías dormir un poco, no hemos tenido una buena semana. —sugirió, regresando la mirada al texto. —Si quieres, puedes tomar una siesta en mi cama.

Alcanzó a divisar por el rabillo del ojo como la chica levantaba la vista en la dirección en que debía estar Kacchan y cuando sus ojos jade subieron para encontrarse con ella, notó como algo muy similar al entendimiento brillaba en sus ojos; después, la vio tratar de contener una sonrisa divertida.

—No, gracias. Volveré a casa, sabes que no puedo dormir si no es en mi cama. —explicó con simpleza. Eso no era verdad; ella había dormido muchas veces en las camas de Izuku o Tenya; pero el pecoso no presionó, debía tener sus razones para negarse. —Regresaré luego para comentar lo que encontramos.

Oasis; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora