Capítulo 9

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La semana siguiente llegó mucho más pronto de lo que ninguno esperó. El día del encuentro de Izuku con los guardias, Kacchan y él no habían hablado mucho, en su lugar se habían dedicado a devorarse mutuamente sobre el sofá.

Izuku había pasado un largo rato bajo el cuerpo caliente del alto y otro tanto sobre él, aferrado a su piel y deleitándose en la forma que estaba siendo tocado.

Al final, había sido difícil separarse para irse a dormir, pero lo habían logrado. En la soledad de su habitación Izuku se había preguntado si Kacchan se cansaría de besarlo en algún momento y temió que la respuesta fuera sí.

Un temor bastante infundado, al parecer. Si la manera desesperada en que Kacchan lo tenía acorralado contra la encimera, la lengua caliente repasando el herido labio inferior del pecoso mientras presionaba una pierna entre los muslos del elfo, era un buen indicativo.

Izuku no iba a quejarse, claro que no. Al contrario, estaba sujetado firmemente a la espalda ajena mientras presionaba su cadera hacia el frente, guiado por sus instintos.

Sin embargo, su estómago decidió que era hora de comer y emitió un sonoro gruñido que causó que el cenizo se tensara y se separara de golpe. Izuku sintió como sus mejillas se sonrojaban dolorosamente al ver cómo un hilo de saliva los unía por unos instantes más antes de romperse.

—Te prepararé algo para que comas, siéntate. —ordenó el alto, sujetándolo por la cadera y haciéndolo a un lado para comenzar a buscar los ingredientes.

Izuku obedeció y fue a sentarse, el rostro enrojecido, el corazón acelerado y el cuerpo más caliente de lo normal.

Resistió el impulso de deshacer los botones de su camisa para aliviar el calor. En su lugar, optó por mirar las flores marchitas en el jarrón frente a él, cualquier cosa que evitara que posara los ojos en el atractivo hombre que en ese momento le preparaba el desayuno.

Su mente aún tenía problemas para procesar lo evidente del problema que se avecinaba, pero no podía obligarse a preocuparse por ello; estaba tan feliz que decidió que iba a permitirse disfrutarlo antes de confrontar la dolorosa realidad.

Kacchan se sentó con él, esta vez a su lado y esperó pacientemente hasta que Izuku tomó el primer bocado para comenzar a comer también, tal cual había estado haciendo durante esos últimos días.

El desayuno transcurrió en completa paz. Durante la semana que había pasado desde el desafortunado encuentro de Izuku con los guardias, las cosas con Kacchan habían vuelto a la normalidad, algo por lo que el joven elfo estaba infinitamente agradecido.

Respecto a la situación con los Todoroki, Ochako estaba preocupada, mientras que Tenya estaba paranoico. Ambos visitaban la cabaña al menos una vez al día y se mantenían alerta en el pueblo, asustados por la idea de que los guardias que acababan de echar regresaran, esta vez acompañados de más tropas.

Izuku, al igual que sus amigos, estaba aterrado, sin embargo, habían establecido un plan que, ejecutado correctamente, garantizaría la seguridad de Kacchan.

Como era tan difícil conseguir mapas, y más uno de un lugar tan lejano como lo era Shiketsu, habían acordado que mantendrían al cenizo en la cabaña, oculto con magia hasta que encontraran una ruta adecuada para sacarlo de Yuuei y asegurar que alcanzara Sekoto de forma segura.

Ochako había estado realizando hechizos que los ocultarían y había preparado el terreno para lanzar uno más poderoso en caso de que las tropas de Hosu aparecieran en Musutafu.

Izuku anhelaba con todas sus fuerzas que eso no ocurriera.

Kacchan, quien había estado enfrascado en su té de canela, levantó la mirada y arqueó una ceja al ver que el pecoso estaba observándolo. El elfo se sonrojó y apartó la mirada, optando por concentrarse en los champiñones en su plato.

Oasis; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora