Capítulo 4

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A la mañana siguiente, afortunadamente, no hubo otra nevada.

Después de desayunar, Izuku miró hacia su jardín y suspiró, ese año las nevadas habían sido algo impredecibles y se sentía como si ya hubiera paleado una tonelada de nieve.

—Kacchan, voy a despejar mi jardín, ya vuelvo. —anunció luego de haberse colocado un suéter extra para protegerse del frío que aún se respiraba.

Fue hasta su cobertizo y tomó la pala que Tenya le había obsequiado un par de años atrás.

Era importante que quitara la nieve del jardín antes de que pasara mucho tiempo, si no, terminaría helando todo y arruinaría las plantas que tanto trabajo le costó mantener en buen estado.

Comenzó a trabajar. Primero, despejó las flores, en donde la nieve era menos compacta y más fácil de palear. Le tomó un largo rato limpiar el borde de la cabaña, pero lo logró sin hacerle daño a sus flores.

Cansado, se recargó sobre la pala y respiró profundamente. El sol de mediodía estaba en su apogeo y estaba comenzando a molestarlo. La zona en donde se había quemado la mano ardía gracias al continuo roce de su piel contra la madera del mango de la pala.

Se sobresaltó al escuchar un gruñido.

Levantó la mirada para ver a Kacchan en el umbral y, por puro instinto, escondió la mano herida detrás de su cuerpo.

—¿Qué? —preguntó, avergonzado.

Kacchan rodó los ojos y, después de mirar a sus alrededores, salió al jardín.

Estaba tenso, eso era obvio, pero parecía decidido a llegar hasta Izuku, quien esperaba de pie con las piernas ligeramente temblorosas.

El cenizo se detuvo frente a él, las cejas fruncidas por la molestia. Le arrebató la pala y después señaló la puerta.

—Uh... —estuvo a punto de quejarse, pero un segundo gruñido lo detuvo. Hizo una mueca y volvió a la cabaña.

Por la siguiente hora, observó con asombro cómo Kacchan paleaba la nieve, al principio le tomó un poco de tiempo aprender a sujetar adecuadamente la pala, pero una vez lo descifró, trabajó rápidamente. Sus músculos trabajaban con fuerza bajo su piel, flexionándose con cada movimiento, Izuku tuvo que girarse para beber agua para distraerse de la imagen frente a él.

Mientras el cenizo trabajaba, Izuku optó por preparar algo para comer junto a un par de bebidas. Necesitaba distraer su mente del hombre que seguía afuera.

Un rato después, escuchó otro gruñido. Al darse la vuelta, se topó con que el alto ya había terminado. Sorprendido, se asomó y soltó un suave wow antes de mirar al hombre y sonreírle.

—Gracias, Kacchan. —dijo, ofreciéndole un vaso con agua.

Se sentaron juntos de nuevo en la estancia, Kacchan lo miraba de reojo cada cierto tiempo mientras Izuku leía su novela.

La puerta siendo golpeada resonó un rato después. El pecoso se levantó para abrir, extrañado al percatarse de que el cenizo no reaccionó a este visitante como con los demás.

El rostro sonrojado de Ochako apareció frente a él. Su cabello castaño desordenado bajo su sombrero rosado.

—Izuku, ¡el jardín se ve muy bien! ¿Cuánto te tomó quitar la nieve? —preguntó con una gran sonrisa mientras se adentraba en la cabaña.

—Lo hizo Kacchan. —informó con alegría y orgullo. Ochako arqueó una ceja antes de seguir avanzando por la estancia, deshaciéndose de su pesado abrigo.

Oasis; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora