4. Nuevo Cirujano

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Start Over Again

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Nuevo Cirujano

Preparó una rica cena, puso la mesa y esperó a que su mejor amigo llegara a casa. Necesitaba hablar con él, aclarar algunas cosas. Cuando el rubio llegó, se llevó una gran sorpresa al encontrar la mesa servida con nada más y nada menos que piroshkis de katsudon.

Se sentaron a cenar y aprovecharon para charlar mientras lo hacían.

—No quiero que te vayas, Yurio, no es necesario.

—Sí lo es, para mí sí.

Ojos verdes y castaños tuvieron un encuentro que les pareció eterno a ambos.

—Para mí sería muy difícil verlos juntos —lo miró fijamente a los ojos—. Sé que lo has notado, pero no lo has querido aceptar. Y me disculpo por la incomodidad que eso pudo haber causado en estos años —estaba siendo fríamente cordial. Yuuri odiaba eso.

—No, detente. Antes que nada eres mi amigo, no quiero verte sufrir.

—No puedes hacer nada para evitarlo —se alteró un poco—. Yuuri, no es tu culpa, es mía por haber permanecido todo este tiempo a tu lado. Por haber permitido que sucedieran tantas cosas... yo... me ilusioné con un imposible. Sé que tú no me ves así, pero yo estoy enamorado y no puedo evitarlo —apretó los puños sobre la mesa—. Maldición, solo no me lo pongas más difícil y acepta que me vaya de aquí, por favor —desvió la mirada.

—Lo siento, está bien —suspiró—. En verdad lo siento, Yuri, lamento no poder corresponder tus sentimientos.

—No es tu culpa. Y sé que quizás es mucho pedir, pero quiero que sigamos siendo amigos. No ahora, más adelante. Ahora mismo... —se rascó la nuca y negó con la cabeza—...sería imposible. Solo dame tiempo.

—Está bien —intentó sonreír, pero no pudo, no sabía qué más hacer. Apoyó la mejilla sobre el dorso de su mano derecha mientras removía su comida de un lado a otro con el tenedor.

—Gracias por la cena, estuvo deliciosa —se incorporó súbitamente, no dejó que Yuuri le viera el rostro, pues se fue hacia la sala de inmediato—. Saldré un rato, no me esperes despierto —se puso su suéter y salió del departamento.

Apenas puso un pie fuera de casa, sacó su móvil y le envió un mensaje de texto a Jean. Sus lágrimas de enojo y decepción apenas lo dejaban ver lo que escribía. Pero eso le bastó al canadiense para entender y reunirse con el médico pediatra.

Se encontraron en el bar que acostumbraban frecuentar, en especial porque estaba cerca del hospital. Jean lo notó extraño apenas lo vio.

—No preguntes —advirtió Yuri con una fea mueca de fastidio—. Sí, es por el maldito katsudon que estoy así.

—¿Katsudon?

—Yuuri Katsuki.

—Lo imaginé. ¿Tequila? —ofreció con una sonrisa.

—Que sea doble.

Los dos bebieron lo suficiente para sentirse mareados, sin embargo, Jean dejó de beber para poder cuidar de Yuri y sus locuras estando ebrio.

—Yuri, baja de esa mesa —intentó jalarlo del brazo, pero fue imposible, el médico rubio era muy fuerte y su despecho, enorme, sin mencionar todo el tequila que había bebido.

—¡Vamos a bailar! ¡Jean, baila! —estaba demasiado risueño, borracho y mareado. La gente a su alrededor los miraba con gracia. Por ser un bar cercano al hospital, había varios médicos y enfermeras ahí presentes. Era todo un espectáculo ver al serio y malhumorado pediatra tan efusivamente ebrio.

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