2. Mi Destinado

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Start Over Again

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Mi destinado

El sol nacía frente a ellos, el amanecer se veía mágico a pesar de las nubes que surcaban el cielo y del agua que aún caía de estas. Estaban estacionados fuera del edificio de departamentos en donde vivían ambos Yuri.

—Gracias por traerme —miró al neurocirujano que iba al volante, y trató de sonreírle. La verdad era que no estaba de buen humor, pero Jean no tenía la culpa de ello.

—Esperemos a que baje un poco la lluvia, o te mojarás —vio cómo el agua seguía cayendo copiosamente, luego añadió—. Cuando necesites algo no dudes en pedírmelo —fue sincero.

Yuri se sorprendió un poco con su amabilidad. Por lo regular él era egocéntrico y orgulloso con todos, pero con ciertas personas mostraba su verdadera forma de ser, o al menos eso creía Yuri.

—¿Estarás bien?

—Sí.

Luego de eso hubo un largo e incómodo silencio. Solo el sonido de la radio y de la lluvia hacían acto de presencia.

—¿Quieres pasar?

Jean se desconcertó un poco, no se lo esperaba.

—Pero…

—Te estoy preguntando si quieres entrar, y no, no te estoy invitando a desayunar ni nada de eso.

—¿Estás seguro? —su pulso se aceleró—. Te prometí que me portaría bien.

—No quiero que lo hagas —sentenció, mirándolo fieramente con sus ojos verdes tan claros.

Jean vio una gran oportunidad ahí, y no la iba a desperdiciar.

Entraron al edificio con urgencia. Los supresores jamás le habían hecho muy buen efecto a Yuri, y durante todo el camino a casa había estado soltando feromonas sin poder controlarlo, incluso había sentido cómo su trasero se humedecía, pero había logrado mantenerse firme con el pensamiento de que pronto estaría en casa y de que Yuuri llegaría más tarde y cuidaría cariñosamente de él como tenía por costumbre, pero entonces recordó que eso no pasaría, que su amigo estaría en el hospital, atravesando su propio celo y revolcándose con Sala. Eso lo orilló a hacer lo que su instinto le pedía en esos momentos.

Subieron por el elevador, repentinamente agitados y deseosos. Jean se había contenido a duras penas, pues las feromonas de Yuri lo volvían loco, y ahora que le daba luz verde… no iba a desaprovechar.

El ascenso en el elevador se sintió eterno, y el incómodo silencio entre ambos era tenso, así que J.J. se hizo cargo de eso. Tomó ágilmente a Yurio de la cintura y lo atrajo hacia él antes de robarle un profundo y osado beso. Era el primer beso de ambos, y sinceramente ninguno quedó insatisfecho.

Entraron al departamento con urgencia, J.J. no dejaba de besar al omega en ningún momento, ni siquiera se detuvo para que pudiera abrir fácilmente la puerta.

Pero cuando pusieron un pie dentro del departamento, Yurio se sintió mareado. El aroma adictivo de Yuuri estaba impregnado en todo el lugar.

¡Maldición! —pensó el rubio, sin embargo, trató de no pensar mucho en eso y se concentró en seguir la sesión de besos. Arrumbó sus cosas a un lado en el suelo y se dejó llevar por la agradable sensación de los besos de Jean, ciertamente sabía hacerlo bien, lo dejaba sin aliento. O lo hacía muy bien, o era él quien estaba deseoso de que alguien lo tocara y lo hiciera suyo. Quizás su celo estaba tomando mucho partido en la situación.

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