8. Cita en Hasetsu

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Deslizó sus manos con desesperación por toda su espalda hasta llegar a su angosta cintura, de ahí pasó a su trasero, sin reparo ni vergüenza lo apretó entre sus manos.

—Yuuri, tómame, por favor —suplicó, restregándose contra el cuerpo del japonés.

Su celo había llegado intenso y repentino, ni siquiera su acostumbrada inyección de supresores había logrado calmar el calor que incrementaba en su entrepierna, ni la expulsión exagerada de feromonas que poco a poco iba dominando también al alfa que tenía frente a él.

—No podemos hacer esto, Yuri, no es correcto —susurró sobre sus labios, rozándolos en el acto.

Ahora fue el rubio quien llevó sus manos al trasero del alfa, apretándolo por primera vez luego de haber soñado tantas veces con ese momento.

—Sí podemos. Eres un hombre libre, y yo también lo soy —mordió la mejilla de Yuuri, siempre había querido hacer eso.

—Pero...

—Por favor —suplicó, soltando más de sus feromonas.

Yuuri Katsuki cerró los ojos e inhaló profundamente. No podía negar que su amigo tenía un aroma irresistible. Cualquier alfa se rendiría a sus pies con ese aroma tan exótico y atrayente.

—¿Estás seguro de esto? —lo miró directo a los ojos a pesar del calor apremiante entre sus cuerpos aún vestidos.

—Quiero esto —hizo énfasis en la primera palabra.

—Pero es tu primera vez —tomó un mechón del largo cabello rubio y lo acercó a su nariz para disfrutar de ese delicioso aroma que desprendía, combinado con el champú de cítricos que utilizaba.

Yuuri siempre le decía que tenía un bonito cabello, pues era en verdad muy largo, tanto que a veces lo confundían con una chica, en especial por la complexión pequeña y delgada que aún poseía a sus cortos dieciocho años. Plisetsky quería cortarlo, pero no lo hacía porque sabía cuánto le gustaba a Yuuri.

—También es tu primera vez —logró que Yuuri se sonrojara.

—¿Estás seguro de que quieres desperdiciarla conmigo?

—Nunca sería un desperdicio hacerlo contigo. Aprendamos juntos —desvió la mirada, muy avergonzado a pesar del valor que le brindaba su celo—. Yuuri, tómame —insistió, esta vez metió la mano bajo la ropa interior del mayor, encontrando de inmediato su miembro ya erecto y palpitante.

No fueron necesarias más palabras después de que Yuri diera su total consentimiento. Con pasos torpes y apresurados, se dirigieron a la habitación del japonés, donde poco a poco se fueron despojando de sus prendas hasta conocer sus cuerpos totalmente desnudos. Yuri Plisetsky cedió ante el profundo amor que le tenía al japonés. Y Yuuri Katsuki se permitió tener una linda nueva experiencia junto a su mejor amigo omega. Juntos descubrieron una nueva faceta de sus vidas, descubriendo lo delicioso que era disfrutar de su sexualidad de esa forma.

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—¿Crees que Yuuri se enoje porque te traje tarde? —caminaba junto a Viktor rumbo al ascensor del edificio en donde vivía con su destinado. Casi era media noche, y si bien le había mandado un mensaje de texto a Yuuri para que no se preocupara, no sabía cómo reaccionaría ante su llegada tarde.

¿Y si era de esos alfas que controlaban a sus omegas y no los dejaban salir con otros alfas?

Demonios.

Se puso en el lugar de Yuuri y se sintió muy incómodo al imaginárselo saliendo de noche con Yuri Plisetsky, el omega con el que había vivido durante años y a quien le había hecho el amor con anterioridad.

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