El universo junta a dos almas antiguas seis siglos después, en donde el odio floreció después de un amor prohibido. ¿Qué pasará cuando en sus nuevas vidas, se reconozcan?
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El universo es algo que se nos escapa de nuestro conocimiento, siendo capaz de cambiar las leyes de todo aquello que creemos posible sin saber bien cómo lo hace. Puede que alguien lo llamaría destino, otros lo nombrarían como un alineamiento de estrellas, y otros estarían asustados de mi caso, y no es para menos, si yo hubiera oído mi situación sin saber nada del tema, tampoco me creería ni una sola letra.
Y es que este, ¿Milagro?, o ¿Maldición?... Sea lo que sea, lo que me pasó a mí fue algo que está completamente fuera de lo racional y científico. ¿Quién se creería que recuerdo perfectamente mi vida pasada? Esa que viví en el siglo quince, y que ahora, en el siglo veintiuno, sigo recordando cómo si hubiera pasado ayer, cómo si yo siguiera siendo Tomás en vez de Olivia.
De pequeña siempre fui mucho más madura que los demás niños, nadie sabía el motivo de ello, ni siquiera yo. Viví una infancia más o menos normal, aunque demasiado aburrida. A mí no me interesaba jugar a las muñecas o correr por las calles después de tocar los timbres de casas ajenas, de extraña manera, me resultaba inmaduras esas acciones. Yo prefería ir a museos, a una cafetería, a hablar del tema cuotidiano con un chocolate caliente o quedarme en casa disfrutando de mi tiempo libre. Es por eso que mi vida no solo fue aburrida, sino también solitaria, pues aunque intentaba encajar con los demás, me era imposible, pues lo que yo percibía era que les estaba haciendo de niñera.
No fue hasta que soplé las velas en mi decimosexto cumpleaños que algunas cosas, aunque no todas, empezaron a tener sentido.
— ¡Vamos! Sopla ya las velas, Olivia — Vociferó Maite sonriendo mientras sostenía el pastel. Sus ojos verdes brillaban por la llama de la vela mientras sonreía abiertamente. Yo únicamente cerré mis ojos y suspiré, pensando en el deseo de este año.
¿Qué debería pedir? ¿Salud, bienestar? Claro que eso era algo importante, sin embargo, en una vida cómo la mía, en la que constantemente te sentías fuera de lugar y como si fueras el bicho raro, lo más importante era simplemente encajar, poder ser cómo los demás.
De manera automática, soplé las velas mientras me preguntaba a mí misma porque era así, porque siempre me sentía más madura que los demás. Simplemente, deseaba poder saber la razón del porqué era así, de por qué mi vida parecía cómo la continuación de algo.
— Y bien, ¿Qué has deseado? — Maite me preguntó apartando el pastel.
— ¿Qué? — Pregunté confundida
— Cuando has soplado las velas, ¿Qué has pedido? — Me preguntó curiosa. Abrí mis ojos al darme cuenta, que por culpa de mis pensamientos internos, había olvidado por completo el pedirle un deseo al universo.
— Yo... La verdad es que me he olvidado por completo — Me sinceré con una sonrisa tímida. Maite únicamente suspiró divertida ante mi olvido.
— Ambas somos las mejores del extraescolar de debate y nos comprendemos muy bien entre las dos, sin embargo, a veces tu cerebro es imposible de leer, y mira que tengo un IQ muy elevado, pero creo que el tuyo es increíblemente alto. — Dijo estirándose en el sofá de mi comedor
— ¿Qué tiene que ver eso con que haya olvidado mi deseo? — Pregunté divertida
— Pues que estoy segura de que te olvidaste por estar pensando en algo sumamente inteligente, a lo mejor los nuevos planos para un cohete de la nasa o similar — Volvió a incorporarse. Yo solo reí ante semejante locura
— Solo soy más madura que el resto, eso no significa que sea tan sabia — Le rectifique mientras negaba con mi cabeza.
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Las sábanas de mi cama me arroparon con una frescura debido al poco contacto que habían tenido conmigo en todo el día, y mientras me recostaba y me tapaba esperando que el calor empezara a notarse dentro de mi cama, pensé que, al igual que los otros años, haber cumplido años no había significado ningún cambio en mi vida. Sin embargo, no sabía lo que me deparaba en esa noche, pues sin quererlo deseé saber el por qué era cómo era, y gracias a eso, el universo me reveló mis antiguos pensamientos, mi antigua vida.
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