Soñar con Eleanor hizo esta vez que Duncan durmiese como un bebé hasta que sintió el sol en su cara y comenzó a molestarle. Todavía tardó unos segundos en darse cuenta de dónde estaba, pero una voz aceleró el proceso.
— ¡Hola! —Santhe parecía enérgica y más animada que la noche anterior—. Estabas durmiendo mucho, ¿no tienes hambre? Yo sí, ¡huele muy rico!
Él se frotó la cara y dejó escapar una pequeña risa.
— Venga, si tanta hambre tienes será mejor ir a desayunar —se incorporó en la cama y estiró los brazos a la vez que daba un gran bostezo. La niña saltó al suelo y salió rápido hacia la puerta—. ¡Cuidado con las escaleras! —advirtió mientras la seguía a paso lento.
Por la noche no lo vio, pero esta mañana se asustó al ver movimiento por el rabillo del ojo y maldijo entre dientes al darse cuenta de que era su propio reflejo, con el pelo alborotado tras el sueño. Una cosa que no dejaba de sorprenderle era la abundancia de espejos que había en el Capitolio, daba la sensación de que estaban por todos lados solo para que la gente pudiese mirarse.
Se pasó una mano por el pelo sin entretenerse mucho y bajó hacia el salón.
— ¡Y aquí está nuestro chico búfalo! —exclamó Garland, sentado en la cabecera de la mesa, mientras dejaba una tablet para mirarle—. Duncan, has causado sensación, ¡hay muchos en el Capitolio que te adoran!
— Déjale por lo menos desayunar para que tenga algo que vomitar —gruñó Tule, entrando desde la cocina con cara de pocos amigos.
Llevaba el pelo suelto, con los rizos negros cayendo por sus hombros y, por su aspecto, parecía que apenas había podido dormir.
— Alguien necesita su café diario —anunció Phox, quien depositó una taza de café frente a la morena—. Esto te quitará un poco el mal humor... Ha sido una noche larga, el viaje siempre la deja agotada —cuando Garland desvió su atención de nuevo a la tablet, ella le guiñó un ojo a Duncan y él se percató de que Phox también parecía cansada.
Ambas habrían pasado la noche hablando con Mags, no había duda. ¿Qué otra cosa las habría tenido sin pegar ojo el resto de la noche?
Tule cogió su taza de café y vació casi la mitad de un solo trago.
— Como ya sabréis, hoy os toca empezar los entrenamientos. Lo mejor que puedo deciros es que os centréis en aprender cosas útiles y buscar aliados —miró a Duncan fijamente al decir esto último—. No todo es pelear.
Santhe asintió varias veces, con mucha más valentía de la que su compañero tributo parecía tener.
— Pescar es importante, siempre suelen poner ríos o mares en la arena. Es una forma fácil de buscar alimento —comentó Phox.
— ¡Exacto! —Garland de pronto les sobresaltó—. Mags, mentora del distrito cuatro y ganadora de los undécimos juegos, ganó gracias a su habilidad con la pesca... Fue el primer año que hicieron los juegos en una arena y el cambio fue mucho a mejor, realmente os lo digo. Ahora todo es mucho más entretenid-
El sonido de algo rompiéndose inundó el cuarto y todos se sobresaltaron al ver que provenía de las manos de Tule: donde antes había una taza de café ahora había heridas hechas por la cerámica rota.
— Mierda, joder —murmuró ella en voz baja, intentando cortar la hemorragia con una servilleta de tela.
Phox se colocó inmediatamente a su lado y le ayudó a presionar en la herida.
— ¿Estás bien? ¿Te duele? —Tule negó con la cabeza de forma rápida—. Ven, deja que te ayude.
La morena intentó retirar la mano pero la rubia la sujetaba con firmeza por la muñeca y le lanzó una mirada severa.
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Como Reses
Hayran Kurgu«¡Bienvenidos a los 33º Juegos del hambre!» Duncan Greenheart ha cumplido 18 años y es la última vez que su nombre podría ser elegido en La Cosecha. Con un poco de suerte, podrá vivir el resto de su vida tranquilo junto a su enamorada, Eleanor Pithi...