Un Final

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Un pasillo infinito.

            No sé qué es peor… El hambre, la soledad… O la desesperación. Tal vez sea la ironía. Si, esa ridícula ironía en la que quedé atrapado.
            ¿Cuántos años llevaba intentando ayudar? ¿Luchando por una idea de libertad? ¿De un mundo sin límites, un deseo de que todos pudieran hacer lo que su subconsciente les dijera que era lo correcto? Pero no es posible. Este mundo no nos deja ser libres, nosotros mismos nos imponemos estar atrapados…
            Nuestras prisiones son de todo tipo, tienen todas las formas y tamaños posibles, casas, rejas, rompecabezas… Ciclos… Caminos. Viví siguiendo un sueño infantil, luchando por una causa que merecía vivir, pero acabó muriendo al volverse mis propias cadenas. Siento su frío helado contra mi piel, contra mi mente, reteniéndome y reduciéndome a un estado que no puedo enfrentar, mirando una pared, deseando nunca haber luchado.
            ¿Es esta la libertad que deseaba? ¿Poder pensar sin límites a costa de no poder centrarme en nada más que mis pensamientos? ¿Es esto lo que significa ser libres? ¿Acaso lo hice mal?
            He seguido un camino plagado de cruces y giros, que pensaba que eran mis elecciones, pero era solo una marioneta, una marioneta de una idea, de un deseo, un deseo que me arrastró al punto en el que estoy ahora. Si, ya nada puede influenciarme, y si, mis pensamientos son solo míos… Mi mente es libre, mis ojos se posan en todo lo que se puede ver, sin poder tener prejuicios que otros pudieron ponerme… No siento nada más que mi propia vida, que pasa frente a mi, obligándome a pensar, a sentir los grilletes de mi silla, mi eterna tortura… O mi merecida recompensa.

            Lo veo. Puedo ser lo que desee. Mi imaginación no tiene límites, todo lo que piense existe, ya que si no existe nada… Nada más que yo, mis cadenas y mi pared… ¿Qué límites podemos tener? ¿Cuál es el verdadero nivel de grandeza que tengo? Mi silla es un trono, mi pared son mis riquezas y mi mente, caótica e imparable, es mi reino… Infinito, vasto e incorruptible… Lo más libre que puede ser. Nada lo guía. Nadie me retiene. Nadie está aquí para nosotros, nadie para enseñarnos, nadie para mostrarnos el bien…
            Nadie más que yo, nadie más que mi propio deseo de ser libre, de poder ver lo que desee, sin necesidad de que exista… O de que no lo haga. Todo es real y todo es falso, es un sueño maravilloso, un viaje eterno en el cual todo lo que desee es solo un hermoso mar que me inunda, un arado del cual no crecen plantas, no… Tampoco ideas… Crecen mundos enteros, mundos que yo escojo y solo yo conozco… ¡Ha valido la pena! ¡Nadie me controla! ¡Mis cadenas son mis vestiduras, mi silla mi trono y mi mente mi reino! ¡Una eterna recompensa por haber llegado al límite! ¡Por ser lo más lejos que alguien podrá llevar! ¡Mi lámpara es mi sol y yo soy mi universo!...

            O no. Tal vez solo estoy muriendo… Solo estoy delirando. Son solo mis últimos minutos y me veo como lo que siempre desee ser. Libre. Libre de una sociedad que nos mueve de la forma que considera correcta, un laberinto eterno al cual no entramos ni salimos… Porque siempre estuvimos ahí. Siempre estaremos aquí… Siempre estamos aquí.

            Tal vez soy un Dios, tal vez tu eres el que me está leyendo, pero yo escojo lo que lees… ¿No es así? No… No lo es… Soy solo un tipo atado a una silla… Un rey anclado a su trono, que ha creado su propio reino, y se ha vuelto un Dios libre para sí mismo.

            ¿O tal vez soy el monstruo? El del laberinto. Atrapado en un mundo vacío y en el cual solo puede permanecer hasta morir, si es que puede hacerlo. Tal vez estoy esperando a que un héroe me mate, por haber escogido vivir la vida equivocada. Tal vez soy el minotauro, rugiendo y rumiando a las estrellas, enojado con su destino… Que destino… Si ¿Qué destino? ¿QUÉ destino? ¡Puedo tener cualquier destino que desee! Son mis últimos momentos… Y puedo decidir cómo vivirlos…

            ¿Verdad?

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