Los velocistas

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Dos figuras chocaban en la noche, persiguiéndose en un combate oscuro pero intenso, en el cuál predominaban el aterrador chillido de una sierra y el furioso siseo de un felino. Estaban en medio de una carretera, ambos acelerando a toda velocidad bajo la terriblemente tenue luz de la luna, que apenas permitía distinguir las siluetas. Una silla de ruedas roja, que era montada por una anciana, quien parecía ser la versión al cubo de Ash Williams, con una motosierra saliendo de cada brazo y una tercera en su cabeza, las tres rugiendo de forma mecánica pero bestial, utilizaba la rotación de estas sierras para ganar velocidad en su carrera, en la cuál perseguía otra figura igualmente veloz, tal vez incluso más extraña... Un felino de dimensiones aterradoras, casi tan grande como un burro, pero más rápido de un halcón, corría adelante y atrás, y en cada salto parecía disminuir el tamaño para evitar las sierras de la anciana, quien intentaba hacer pedazos al felino.

"¡RRUUUM RRRZUUUM!"

Gritaba la cabeza de la anciana, sacudiéndose como un enfurecido rinoceronte para atrapar al gato cada vez que este pasaba sobre ella. La persecución continuaba a elevadas velocidades, y no era difícil definir a la cazadora y el cazado. Puede que la abuelita tuviera el poder destructivo, pero claramente el gato tenía la velocidad, agilidad y libertad de movimiento.

"¡HISSSSS!" Chilló el felino mientras se agarraba de la nuca de la anciana, por fin encontrando un punto ciego. Ante este atrevido y poco caballeroso ataque, la abuelita posó ambas sierras en el suelo, con la inclinación necesaria para empezar a girar como un trompo furioso y filoso, hasta que lanzó volando al gato, quien cayó al suelo con gracia, lamiéndose la sangre que tenía en los bigotes. El vestido rosa de la mujer estaba manchado de gotas rojas de sangre. Sin embargo, el gato ya no estaba en la carretera. Los dos se miraron fijamente (todo lo fijamente que una motosierra puede mirar un gato), con cada una de las motosierras soltando un fuerte ronroneo de amenaza... Antes de ambos lanzarse. Las dos motosierras apoyadas en el suelo lanzaron a la abuelita a toda velocidad contra el felino, que corrió en un patrón curvo hacia la abuelita, similar al movimiento de una serpiente. Sus garras se desenvainaron, mientras que la abuela azotaba el aire con su sierra, haciendo que garras y sierra chocaran en un tintineo metálico que llegó a cientos de metros a la redonda. Permanecieron juntos unos segundos sin despegar la vista uno del otro, hasta que a la vez, ambos retrocedieron. El gato dió un saltó hacia atrás y la abuela sacudió la cabeza rodando unos pocos centimetros hacia atrás por el impacto. Nuevamente, ambos se lanzaron, uno contra el otro, sin embargo, esta vez en lugar de dar un potente golpe cada uno, empezaron a dar tajos y serradas más rápidos y menos precisos. Ambos choocaban y retrocedían, ahora con la abuelita usando sus tres armas a la vez, poniéndo al gato contra las cuerdas... Era como luchar contra tres tentáculos de acero y cuchillas a la vez.

"¡HISSSSS!"

Siseó el gato, antes de nuevamente correr en ese peculiar patrón serpenteante, subiéndose a las piernas de la abuelita para saltar a su cara, creciendo un poco por cada centimetro que se acercaba. La abuelita, en una maniobra desesperada giró su silla de ruedas, de forma que cayó de espaldas y el gato salió volando... De vuelta a la carretera. Era el momento de otra persecución. El gato parecía burlarse de ella, sacudiendo su cola y ronroneando un poco. Apoyó sus almohadillas en el suelo listo para retirarse, antes de que una figura brillante pasara sobre él, cayendo en la dirección a donde se iba a dirigir el gato. Era la abuelita, que había usado sus sierras para propulsarse en un salto que le permitió encarar a su oponente.

"¡Murraw!"
Maulló con disgusto el gato por su complicada oponente, dando la vuelta para poder huir, sin embargo, la abuelita repitió la misma maniobra de salto, cayéndo peligrosamente cerca del gato y levantando ambas sierras para poder dar un ataque. El gato, ahora tan grande como un león, retrocedió de una voltereta a tiempo, antes de que el ataque lo rebanara...

Los llaman los perseguidores siseantes... Criaturas que representan la velocidad y el hambre, dos sentimientos familiares, perseguidos el uno por el otro, buscando cazarse entre sí, pero nunca deseando ceder... Dicen que por las calles de Garthem puedes escuchar sus siseantes y agudos maullidos, así como los torrentes metálicos y mecánicos de la sierra. Los han bautizado Ranadhi, la abuela sierra, y Dilian, el gato del trueno. Ambos corren siempre, huyendo el uno del otro, y a su vez persiguiéndose mutuamente, causando terror y daños en sus caminos... Dicen que si en las noches ves dos figuras corriendo imposiblemente rápido debes detenerte, para que su maldición de impulso no te obligue a cometer una barbaridad... Son seres incluso más impresionantes que los segadores, porque para huir de su presencia, no debes huir de ellos. Debes huir de tus impulsos, huir de tus temores...

Dicen que aún al dia de hoy se persiguen, y el día que uno de ellos atrape al otro, aquello que encarnan desaparecerá. Si Ranadahi fuera la devorada, todo el temor del mundo desaparecería, los árboles se moverían otra vez, los conscientes actuarían sin pensar e incluso las leyes naturales se romperán... Pero no es mejor si Dilian pierde. Dicen que el día que Dilian sea atrapado, todo el mundo perderá el movimiento, todos perderemos nuestro deseo de riesgo... La vida se quedará tan quieta como los árboles, las estrellas se detendrán, e incluso el tiempo mismo se dará un respiro... Y cuando salen de su eterna carretera de tiempo, las mentes se detienen, las lluvias toman días en irse y el sol se detiene a observar.

"No corras de la abuelita, es tu seguridad, y no dejes de perseguir al gato, es tu valentía"

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