Muuuuuuuuuuy Pagano

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Las sombras recorrían la estructura mientras la luna, limpia y pura se alzaba por los cielos, reflejando una luz invisible en ese lado del mundo. En el centro de la estructura inmensos animales pisaban el suelo, mientras sus opacos pelajes y neutrales ojos se posaban en un dibujo en el centro de la estancia. Era un círculo de color rojo, dibujado toscamente con pezuñas y restos de paja que habían en el establo. Unos reflejaban destellos, otros llamas, unos más parecían mostrar una ola. Las fuertes pisadas aplastaba las imágenes mientras seguían girando como si fueran planetas orbitando una estrella. Sus mugidos eran cada vez más fuertes y macabros, con los brillantes símbolos empezando a brillar, cada vez con más intensidad, más y más... Parecía que era un segundo sol alzándose de las profundidades de la tierra, deseoso de consumir el mundo... Y de repente, una mano de proporciones titanicas lo apagó. Las vacas miraron la majestuosa y terrible figura levantándose desde su prisión, elevándose como una montaña... Hasta que se detuvo. Dejó de crecer y fué visible para los rumiantes. Sus escamas grises y manos gigantes, sus ojos brillantes como el fuego sobre una cabeza achatada y sin boca, de la cual salían horrorosos tentáculos cósmicos, casi capaces de devorar el mundo entero si deseaban reunirse alrededor de un planeta.

— Quien.... ha osado... ¡Invocarme!— Su cavernosa voz era como un eco desde el fondo de una caverna, un taladro sónico que atravesaba los cráneos y se introducía introducía la mente.— ¡A Ruk Alim! ¡El señor de las tinieblas! ¡Amo de la oscuridad y...

Miró hacia abajo para observar a las vacas reunidas en el suelo, mirándolo expectantes con sus ojos tristes y amables. La figura se agachó frente a las vacas con cuidado, aparentemente intentando mantener el equilibrio mientras evitaba aplastar los animales.

— Ustedes son... Mhm... Ajá...—. Empezó a decir en tono amable y tranquilo, escuchando a las criaturas, asintiendo lentamente mientras se acariciaba los tentáculos de su cara. Al estar más cerca, se notaron sus ojos humanos, unos extraños cuenos que terminaban en extraños tubos de aspecto de coral—. Y quieren... Oh, eso es tierno. ¿De verdad?

Preguntó abriendo los ojos con sorpresa, mientras inclinaba un poco la cabeza a los lados, parecía conversar con las vacas, quienes mugían con tristeza y algo de ternura.

— Que horror... Lo entiendo perfectamente...

Dijo mientras asentía y se volvía a erguir, poniéndose sus manos bajo su barba de tentáculos, aparentemente pensando, como si apoyara su mentón en una mano.

— Bien... ¡Será así! Ustedes no merecen esto. ¡Serán bienvenidos en mis reinos!

Gritó extendiendo las manos de forma majestuosa mientras sus ojos brillaban empezando a liberar una energía de color morado alrededor del mundo... Un potente brillo iluminó todos los bovinos del planeta, liberándolos de sus yugos.

Días más tarde, en octubre, un misterioso evento que se vió como una aurora boreal iluminó la noche de brujas, mientras un extraño mugido resonó por todo el planeta, todo el mundo lo supo, nadie sabe como, excepto tú y yo. Libres al fin. Dicen que el titánico dios que causó la aurora, ahora vive en su palacio, en algún planeta lejano, acompañado de vacas y toros hermosos, cuidándolos con su vida. ¿Habrá sido algo mas? ¿Algo menos? Tal vez no lo sepa nadie. Más historias esperan contarse. O tal vez, solo un chiste de este extraño mundo.

— ¿Entonces dices que no podemos comer hamburguesas porque un Dios Cósmico se llevó a todas las vacas y no porque seas vegano?

— Uh... ¿Sí?

— Tu comida favorita es el Tofú.

— ¿Quieres seguir con el especial o no?

— Obvio si. Pero es mi turno.

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