♥Beauty Secretary - Jiley ♥

8- Cambios

Hoy, otro día nublado, las nubes estaban de un griz oscuro, estoy segura que en muy poco lloverá, hace mucho frío y esto de ir con falda a mi trabajo no ayuda mucho, muero de frío.

Luego de entrar al edificio y llegar a mi oficina, prendo mi laptop y comienzo a trabajar antes que venga en señor Bieber  y me pida algo. Después de minutos mi teléfono suena, atiendo amablemente y era el Sr. Bieber.

-Señorita Cyrus, ¿Eres tú?-Dice él, tenia la voz muy ronca y cansada.

-Si, Sr. Bieber, ¿Qué sucede? –Pregunté confusa, me fijé en mi reloj y él hace media hora tenia que haber llegado.

Suspiró.

-Enfermé, el doctor acaba de irse de mi casa y me dijo que esté una semana de reposo –Hizo una pausa y acomodó su voz con una tos áspera- Dicho esto, no podré trabajar ni hoy ni en toda la semana. Tendrán que reemplazarme, hay mucho trabajo. Y tenemos que seguir con los negocios de nuestros socios.

-¿Reemplazarlo? –Dije nuevamente confusa y  aún mas.

-Exacto –Afirmó- Mi hijo está en camino, no hay persona mejor que él para reemplazarme, prepárale mi oficina para él. Si él no tiene ni una queja de ti en toda esta semana te daré un aumento, eres brillante, no falles, que tengas buenos días.-Y así, finalizó la llamada.

Mierda.

Apreté muy fuerte mis labios, y escondí mi cara  en mis manos, la vida me odia.

-¿Así es como trabajas? –Una voz interrumpió.

Saqué mis manos de mi cara y subí mi mirada, el fastidio ya llegó.

-No pensaba que estaba aquí. –Le contenté- Recién acabo de hablar con su padre, no he tenido tiempo de acomodar nada. No sabía que llegaría tan rápido.

El sonrió.

-¿Cómo no llegar rápido cuando me espera esta bella mujer? –Mantuvo su mirada en mis ojos- Con una secretaria así da gusto trabajar, que lo sepas.

Puse mis ojos en blanco.

-Iré a mi oficina, en quince minutos te quiero ahí –Dijo aun más de cerca y se alejó.

¿Por qué? No quiero ser simpática cuando realmente estoy enfadada con él, y lo odio cuando él no tiene la culpa... Pero no importa, estoy enfadada y ya. No importa lo mucho que me alague, no importa lo tanto que me guste sus sarcasmos, no importa lo guapo que sea, no voy a dejar que tenga privilegios hacia mi.

-¿Qué acaban de ver mis ojitos, Mi? –Era Melissa, con una sonrisa de oreja a oreja.