Epílogo: Final

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—¿Prometes que no irás rápido?

—Lo prometo —Yuzu me sonrió para darme ánimo—. Confía en mí.

—Bien... Entonces...

—Sólo súbete aquí —Señaló golpeando el asiento trasero de su bicicleta.

—No vamos a caernos... ¿Verdad? —Le pregunté algo temerosa.

Probablemente fue la cuarta o quinta vez que le hice esa misma pregunta en lo que llevábamos de la tarde.

—Tranquila. No dejaré que te lastimes.

—Eso no es muy reconfortante de escuchar...

—Lo siento —Su risa contagiosa también me hizo sonreír—. No vamos a caernos, te lo aseguro. Sólo procura sostenerte correctamente y no habrá problema.

—Bien... —Murmuré mientras decididamente me acercaba a la parte trasera de la bicicleta.

Respiré profundo, acomodé mi bolso de forma que no se fuera a caer y me senté de medio lado.
Fue incómodo y no pude evitar asustarme cuando la bicicleta se desestabilizó, pero suerte Yuzu estaba preparada para sostenerla evitando que cayeramos las dos al suelo.

—¿Todo bien?

—Sí.

Alcé los brazos y tímidamente rodee su cintura con ellos.
En el momento pude percibir como Yuzu se tensó por el contacto. Creí que tal vez la había abrazado muy fuerte por lo que aflojé ligeramente mi agarre, pero ella con su mano izquierda me instó a que no lo hiciera.

—No te sueltes —Me pidió—. Puedes abrazarme con fuerza, no voy a molestarme.

Hice caso de sus palabras y volví a aferrarme a su cintura.
Noté que algunas personas a la salida de la biblioteca incluidas algunos de los empleados se nos quedaron viendo, pero no me importó.
Era verdad que ya no éramos estudiantes de preparatoria, pero lo que pensaran de nosotras o que pudiéramos tener problemas simplemente no me interesaba, incluso con el miedo de terminar cayéndome en el trayecto la verdad era que yo también estaba emocionada por llevar a cabo esa aventura.

—¿Lista?

—Sí —Respondí con firmeza.

Ella respiró profundo y en cuestión de segundos nos pusimos en marcha.

El inicio el trayecto me resultó algo incómodo ya que debía llevar los pies en alto para no arrastrarlos por el suelo, pero conforme fueron pasando los minutos y fuimos pasando por las calles de nuestra ciudad, me acostumbré lo suficiente como para relajarme y disfrutar de la brisa sobre mi rostro.

Eficazmente olvidé todos mis temores iniciales; como si ese pequeño momento que las dos estábamos compartiendo fuera todo lo que se necesitara para vivir y hallar la paz, así que cerré mis ojos y con confianza recosté mi cabeza sobre su espalda.
¿Podía existir algo mejor que eso?

En los últimos meses y desde que acordamos comenzar a salir no conocí otro sentimiento que no fuera el de la alegría.
Era tanta, que en algún punto había llegado a abrumarme ya que en definitiva no era algo a lo que estuviera acostumbrada.

Habría de suponerse que tanto color rosa en mi vida se debía a lo que llamaban la fase del enamoramiento: esos primeros días en los que tú mente no tiene espacio para nada más que la persona que te importa y adoras todo lo que hacen incluso así sea lo más absurdo. Y aunque debía admitir que tal vez había algo de razón en ello, al final muy dentro de mí sabía que la calidez que parecía no querer desprenderse de mi pecho se debía a algo mucho más fuerte que eso.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2023 ⏰

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La razón eres tú ♥️ [ Citrus ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora