Capitulo 5 : Através del cristal

546 86 6
                                    

Lo que le parecía más extraño desde la desaparición de Yuzu hace ya tres días, es que nadie parecía saber quién era. Nadie la recordaba y no existía siquiera un indicio de que alguna vez hubiera pisado el suelo de la preparatoria.

No importaba a que profesor consultara Mei, su misterioso amiga de cabello rubio parecía haberse esfumado de la mente de todos como si jamás hubiera existido y tan sólo hubiera sido un invento de su imaginación.

Pero no era así. ¿O sí? ¿En verdad era de esa forma? Ella no quiere creerlo.
Yuzu es real. Tiene que serlo. Mei está convencida de ello porque no puede siquiera considerar que el tiempo vivido con la chica de hermosa sonrisa en realidad fuera solo eso: un producto de su desesperada imaginación.

No. No puede ser así. Yuzu es real, y por eso intenta por todos los medios ser positiva y tener la mente abierta, aunque no pueda comprender lo que está sucediendo.

Pero si Yuzu es real, ¿Porqué se ha ido después de lo ocurrido? ¿Porqué la ha dejado sola cuando le dijo que sería su amiga?

Aunque Mei esté enfadada y resentida de cierta forma desea con todo su corazón darle el voto de confianza a Yuzu, creer en sus palabras y en el lindo significado que tuvieron para ella. Por eso, hace todo lo posible para no perder la calma y juzgar antes de tener una explicación válida.

"Ella volverá" Se dice a sí misma "Ella volverá"

Y si lo hizo.
Es el pleno atardecer del cuarto día, cuando al fin Mei divisa la cabellera rubia en la entrada de su casa justo después de volver del colegio.

Siente una opresión en su pecho al verla. Una combinación entre alegría y alivio junto con el resentimiento por sentirse abandonada durante tantos días.

Ninguna de las dos dice nada cuando se miran a los ojos.

Mei sólo se acomoda su mochila y a paso rápido se dirige a la entrada mientras Yuzu con cortesía se hace a un lado y le permite pasar.

El ángel se sobresalta cuando la pelinegra sin aviso alguno cierra la puerta con muchísima fuerza dejándola afuera, pero no reclama en lo absoluto pues comprende su reacción.
Solo se limita a sentarse de nuevo en la entrada, recuesta su espalda en la puerta y espera pacientemente.
Está segura de que Mei cederá en algún momento. Después de todo ella la conoce mejor que nadie, incluso que ella misma.

Adentro, Mei camina de un lado a otro con impaciencia sin saber que hacer.
Mordiéndose las uñas en gesto nervioso se acerca a la ventana, y tras correr la desgastada cortina su mirada se encuentra con los hermosos ojos verdes de Yuzu observándola desde abajo.

— ¿Te quedarás ahí sentada?

— Sí — Responde la rubia con simpleza — No voy a obligarte a hablarme o a invitarme a pasar... — Hace una pausa y frunce el ceño — aunque no niego que sería una buena idea, porque el sol está pegando fuerte aquí y temo derretirme. Así que piénsalo por favor.

Es algo absurdo, y sin embargo ésas palabras han puesto una media sonrisa en los labios de Mei.
Sus dudas y resentimientos se han esfumado en cuestión segundos como por arte de magia.
Ese es el efecto que tiene esa curiosa chica en ella.

— Ok está bien, ya te abro la puerta... Pero me debes muchas explicaciones, ¿De acuerdo?

— ¡Espera! — Yuzu se pone en pie y se acerca a la ventana — Quédate un momento donde estás.

— ¿Qué? ¿Porqué?

— Es solo por un momento. Podrías... ¿Podrías poner la palma de tu mano sobre el vidrio?

Mei parpadea varias veces seguidas evidentemente confundida, pero aunque no lo entiende, algo en la voz dulce de Yuzu y su expresión tímida, le hace acatar su pedido sin objetar.

Lentamente pone su mano derecha sobre el vidrio. Al otro lado y sin apartar la mirada ni un segundo, Yuzu hace lo mismo.
A Mei se le acelera el corazón cuando nota que sus manos parecen tocarse y que extrañamente parecen encajar la una con la otra. Algo en esa pequeña acción, le hace sentir cálida y muy emocionada.

Yuzu sonríe, una sonrisa que ilumina todo el lugar y que hace sonrojar a la pelinegra.
¿Acaso ella también está sintiendo esa cálida sensación en su interior?

Pasados unos segundos, Yuzu separa sus dedos y los desliza por el vidrio. Mei la imita, siguiendo cada uno de sus pasos sin poder evitarlo.

A la mente de Mei llega el recuerdo del otro día en que Yuzu le dijo que no podía tocarla.
¿Por eso ahora le hizo esta extraña petición? ¿Acaso le teme al contacto físico?
Internamente se dice a sí misma que es algo que debe preguntarle a su amiga. Está apunto de hacerlo pero Yuzu se aproxima más a la ventana y apoya su frente sobre el vidrio mientras cierra los ojos tomándola por sorpresa.

— Gracias... — Su voz es un murmullo apenas audible por el vidrio de la ventana.
Cuando la rubia alza la mirada, Mei nota que sus ojos están llorosos.

— ¿Estás llorando?

— Es que estoy agradecida, y feliz ... ¿Puedes creerlo? Yo, yo estoy feliz ... Quería muchísimo verte otra vez...

— ¿Entonces son lágrimas de felicidad?

— Sí — Admite Yuzu totalmente conmovida — Gracias, de verdad...

— Yo soy quién debería agradecerte... — Mei parece estar incómoda por la sinceridad de Yuzu y por eso desvía un poco su mirada.  — Me salvaste aquel día de ése hombre... En serio quería darte las gracias, pero desapareciste y no tuve la ocasión...

— ¿Estás enfadada conmigo por eso?

— Lo estaba, pero ahora que te veo, yo... Yuzu... Es imposible enojarte contigo... de verdad tenemos que hablar de muchas cosas...

— Lo sé... Pero éste no es el momento...

Mei no se ha dado cuenta, pero ella también se ha hecho hacia adelante. Cuando se percata está mirando muy cerca el rostro de Yuzu. Si no estuvieran separadas por el cristal, Mei podría percibir la respiración sobre su piel.
Le da vergüenza admitirlo, pero le gustaría que fuera de esa forma.

— Eres tan bonita... — Murmura Yuzu en tono serio. Su aliento empaña por un breve instante el vidrio.

A Mei le toma por sorpresa el repentino cumplido, pero no se asusta, todo lo contrario, le ha gustado escucharlo. ¿Es porque no está acostumbrada a ello? ¿O es porque ha sido Yuzu quien se lo dijo?

La pelinegra está tentada a contestarle el cumplido con otro, pero una vez más es interrumpida.

— Aunque yo no aparezca en ocasiones y no puedas verme, quiero que sepas que siempre estoy contigo.
Yo no te abandonaré nunca Mei, tenlo por seguro.

—¿Quién eres? — No puede evitar preguntarle — Aveces siento que eres algún producto de mi mente.

— Soy real — Parece divertirle el comentario — Soy muy real... Pero de una forma distinta al lo que crees.

— ¿Es por eso que no puedes tocarme? — Yuzu asiente con la cabeza — Y... ¿Nunca podrás hacerlo?

— ¿Acaso quieres que lo haga? ¿Quieres que te toque?

— Sí... — Admite Mei mientras al mismo tiempo se ruboriza hasta las orejas — Me gustaría un abrazo.

Yuzu no contesta a ello. Aunque sea lo que más desea hacer, sabe que no puede cruzar esa línea.
¿Pero cómo decírselo cuando Mei la está mirando de esa forma llena de esperanza?
No puede hacerlo.

— Algún día — Murmura para sí misma.
Pero sólo se está mintiendo.

La razón eres tú ♥️ [ Citrus ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora