Mira El Infinito Dividirse

Capítulo 37

10 de Septiembre del 2010

Helsinki, Finlandia.

Ya han pasado seis meses desde la muerte de Sebastian. El dolor ha ido disminuyendo. Y todo se lo debo a mis padres y amigos que están para mí.

Y se preguntaran que demonios hago en Finlandia. Pues bien, vine a un simposio de música por parte de la Academia Sibelius. Mis papás me animaron a que fuera. Me dijeron que me ayudaría con mi superación y duelo. Además, que estos últimos meses estado un poco estresada, debido a lo del trabajo. Y que un fin de semana no me haría mal. Que debía respirar otros aires, qué mejor que Finlandia.

Estuve ayer y toda la mañana de hoy en la academia, y ahora tengo la tarde libre. Las calles de estaba en su apogeo, se notaba que era sábado por la tarde. Siempre me ha parecido una ciudad interesante. Fue una de mis primeras opciones para venir a estudiar aquí. Pero por azares del destino, tuve la oportunidad de estudiar en Suecia.

Con 12º grados, el clima estaba perfecto como para tomar una taza de chocolate caliente, y admirar la ciudad. Ya que la luces empiezan a encenderse.

Iba caminando hacia una cafetería que estaba acerca, hasta que choqué contra alguien...

–Discúlpame –dije en lo que juntaba mi cartera. –enserio lo siento mu...

Era la última persona que imaginaba.

–Tobias

–Lyanna

No sé cuánto tiempo estuvimos mirándonos. Hasta que noto cómo los ojos de Tobias se empiezan a llenar de lágrimas.

–Lyanna... mi hermano –solo dijo eso cuando lo abracé, él me abrazó.

–Lo siento mucho –deje que se desahogara, al igual que yo. Porque sentí cómo las lágrimas iban saliendo.

No tuve la oportunidad de decirle unas palabras de consuelo aquel día. No tenía la fuerza, y tampoco la voz. Todas mis emociones estaban hecho un caos. Y ahora, estoy aquí en Helsinki abrazando a Tobias. Acaricio su cabello en modo tranquilizante. Hay veces que no necesitas decir nada para transmitir todo lo que deseas. En este caso mis condolencias hacia él.

Estuvimos así un rato. Hasta que los dos nos tranquilizamos. Aun seguimos abrazados. Respiro su aroma, y siento como mi corazón late más fuerte. Hasta que él se retira.

–¿Estas bien? –le digo.

–Estoy bien, gracias. –me dice. –¿Qué haces por aquí?

–Vine a una convención en la Academia Sibelius –Tobias iba vestido con jeans, una playera de Candlemass y su chamarra de cuero.

¿Por qué se tenía que ver bien?

–¿Y tú qué haces aquí?

–vengo de gira con la banda de Repugnant –me dice.

–Pero... ¿qué no se supone que esa banda... ya sabes. Habían pausado, para enfocarte con lo otro?

–Solo por un tiempo vamos a tocar.

–Okay –el silencio era un poco incómodo. No sabía cómo continuar o cómo terminar.

Hasta que yo rompo el silencio...

–Creo que debería irme –le digo. –Nos vemos...

Es hora de ser feliz en el amor ¿No crees?. La voz de Sebastian retumba en mi mente.