7."Razones"

104 87 8
                                    

Capítulo 7

"La decepción es una especie de bancarrota: La bancarrota de un alma que gasta demasiado en esperanza y expectativa".

Eric Hoffer

Me miraba atento, como si rogara que lo perdonase, como si todo este caos no hubiera tenido también la culpa. No quería hablar con nadie tan solo conmigo misma, no deseaba que nada salga de mi boca, mi mente y mi cuerpo estaban cansados de tanto sufrimiento, desde las puntas de los dedos de mis manos, hasta los de mis pies. Estaban agotados. Cual batería de un celular en cero por ciento.

Estaba frente a mi sentado en un sillón rojo con la pierna cruzada en una pose elegante con una copa en su mano derecha y yo solo me encontraba arrecostada en el respaldar de la cama en esa habitación desconocida viéndonos fijamente en esa distancia, solo se oía las respiraciones de ambos. Parecíamos dos estatuas sin emitir ningún sonido. Me importaba muy poco.

Se llevó la copa de vino de uva a los labios y tan solo dio un sorbo sin quitar su mirada fija en mi, era una especie de competencia porque yo tampoco la quitaba.

―Estas muerta ―más bien fue una afirmación que pregunta.

No dije nada solo seguí con la mirada perdida.

―Si, sigues muerta ―bebió una vez más para dejar la copa a un costado ―No hables por ahora, pero sabes que tenía razón, solo hice que te dieras cuenta ¿Permitir que siguieras de ingenua? Ya no, debía abrir tus ojos.

Se removió en su asiento para estar cerca de mi ―Escucha ―prosiguió ―Tu hermano puede que sea un monstruo, pero sigue siendo tu familia, quería que te dieras cuenta de las cosas y sí lo hice, pero ahora necesito que cuides muy bien de ti, porque ni Caleb ni yo seremos tus héroes. Tú eres fuerte y lo sabes.

Hice una sonrisa agria ―No soy fuerte, soy una débil de mierda que hasta ahora se da cuenta que su hermano es un espanto de humano, si es que eso puedo llamarlo así.

Su gesto es de no creer lo que estoy hablando, sacó de su bolsillo el reloj y la llave que me había dado Caleb, entregándomelo.

―Mira, él reloj lo encontraste tú, porque yo decidí que te enteraras de su existencia, luego no sabía como darte la llave así que hice que él te la entregara. Como eres curiosa sabía que lo harías ―se detuvo como si pensara en algo ―Ya nos conocíamos Josephine, desde que eras una niña.

¿Cómo? Mi mente se revolvió por unos instantes.

―¿De qué hablas? Nunca en mi vida te he visto ―definitivamente muy a parte de un ser del mal, estaba loco.

―Eras pequeña habrás tenido unos cinco o seis años, estaba practicante todo el tiempo contigo, nunca te dije lo que realmente era, pensabas que era algún amigo de la familia, yo debía cuidarte y te pusiste muy triste cuando no estuve en tu cumpleaños...

No terminó de hablar para poner su mano encima de la mía, cuando un pequeño recuerdo se me vino a la mente.

Eres asombroso Skandar ¿Cómo haces eso?tenía unos naipes e hizo un doble movimiento para cambiarlo de rojo a color azul.

Mágia, adorable Μικρό acarició mi rostro en modo de cariño a lo que cerré mis ojos antes su tacto.

¡Mira! salí corriendo a una esquina de la habitación Juguemos por favor Skandar, estas muñecas son nuevas, las compró papá por mi cumpleaños, sabes... te extrañé y no estuviste ahíacaricié el cabello de la muñeca.

Lo siento pequeña Everglot, tenía trabajo fuera del pueblo, pero sabes que yo siempre estaré aquí señaló mi corazón.

Siempre estarás conmigo ¿Verdad?sentí que mis ojos se acumulaban lágrimas.

Josephine Everglot © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora