12. Paz y Amor

85 64 4
                                    

Capítulo 12

Se como un pato. Calma en la superficie, pero batiendo como del demonio por debajo. (Michael Caine).

Refleja la importancia de mantener el equilibrio del espíritu ante la marcha.

Pero se necesita más que la tranquilidad, se necesita más que la calma, se necesita más que la seguridad, se necesita más que el amor.

Vivir con él mucho tiempo no es fácil, tratar de seguir su ritmo tampoco. Quedarme pensando que hubiera sido diferente, peor.

Los seres humanos siempre vivimos con la idea del "que hubiera pasado". Algo completamente dañino, porque sabes como te sientes y aún así intentas llenar tu cabeza con esas cosas, para luego terminar lastimándote más.

―¿Podrías dejar de mirarme por favor?―se cruzaba de brazos para mirar a otro lado.

Me hizo reír su actitud tan infantil.

―Deja de burlarte ―hizo un gesto como si estuviera enfadado.

―Te estoy diciendo que hablemos, pero como no quieres, me toca quedarme aquí sentada mirándote ―saqué mis botas negras que apretaban mis pies.

―Apestas a pezuña, largo ―con su cara de asco intentó levantarse, pero lo detuve.

―No quisiera que me mates como aquel pajarito por estarte insistiendo ―suspiré ―En serio necesitamos hablar.

Se quedó un momento en silencio, pensando si debería o no para finalmente asentir.

―Bien, aprovecha que Skandar y Caleb no están y habla rápido o si no atente a las consecuencias ―dijo amenazante.

―No lastimarías a tu hermana que has estado protegiendo ―intenté sonreír.

―¿Segura? Después de todo somos medios hermanos, no te debo nada.

―Medios hermanos no existen, son hermanos o no. No estamos cortados a la mitad ―me molesta su difícil actitud.

―De que quieres hablar ―me apuró.

―¿Ya sabías que no teníamos mucho parentesco?.

Abrió la boca como si intentara hablar, pero la cerró y nuevamente la abrió.

―Si, ya lo sabía. Desde que papá y mamá murieron. Ese día en que mamá te pidió que vayas a ver algo en el depósito llegó un hombre que extrañamente se me hacía familiar con dos más a sus costados que parecían ser sus guardaespaldas. Mi mamá se alteró y le pedía a gritos que se vaya. Entre tantas cosas que hablaba ese hombre decía ser mi padre.

Hizo una pequeña pausa.

―Mamá como seguía desesperada le decía muchas veces que se fuera, que no podía venir y decir todas esas cosas falsas, que estaba arruinando la familia. Yo estaba muy confundido, esperando a que diera una explicación sobre quién era él y simplemente se echó a llorar. Papá la miraba decepcionado. Ese hombre dijo que le había advertido que dejara a mi papá o sino revelaría todo y así llevar su alma. Perdí la cordura, ya que ninguno de los dos desmintieron.

―Tomé a mamá del cabello y la lancé al pasto para ahorcarla, pero papá me levantó del torso gritándome que me detenga a lo que ese hombre solo se reía diabólicamente. Tenía tanto odio acumulado, creyendo que mi vida era como cualquier otra, resultó ser una mentira. No sé de donde salió tanto poder de mi, que mis brazos se convirtieron en dos lanzas de carne, atravesando a mamá en el pecho y a papá por la garganta.

Josephine Everglot © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora