Capítulo 11 | La cita (Parte 2)

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Caminamos lentamente y fijo mi mirada en el suelo. Me concentro en el sonido de nuestros pasos, hasta que Lucca habla:

–¿Cómo estás, Emily?

Lo pienso antes de responder.

La verdad es que, aunque sí me siento mejor, si lo pienso dos veces, es posible que termine llorando. Trago saliva.

–Estoy bien, Lucca. ¿Y tú?

–Yo estoy muy bien, gracias. Me alegra que el día no esté tan fresco hoy.

Sin conversar demasiado, aunque intercambiando palabras vacías de vez en cuando, llegamos a nuestro destino.

Pasamos a través de las ramas colgantes del sauce llorón y nos encontramos con el asiento blanco de madera donde tuvimos aquella conversación profunda, el día de la cita de Bella y André. Estoy a punto de sentarme en él, pero Lucca me pide que espere y señala su mochila, de la que saca un mantel que extiende en el suelo. Sigue sacando cosas de ella hasta que queda prácticamente vacía.

Se endereza y mira el mantel repleto de alimentos. Sonríe satisfecho.

-¡Tará! –sacude sus manos en dirección al mantel.

Es un picnic. Ha preparado un picnic.

–Ahora puedes sentarte, Emily –me invita a sentarme con sus brazos y luego de que lo hago, él me imita.

Observo todo lo que está sobre el mantel y sonrío.

–Bueno, como verás, tenemos de todo para degustar. Por este lado, algunos bocadillos salados, sándwiches, solo pan; por este otro, bocadillos dulces, también un postre helado, que ya ha comenzado a derretirse, y un par de galletas horneadas hechas por mi querido amigo, André.

Las miro y pienso que se ven deliciosas. Tomo una y le doy un mordisco. Vaya, en realidad son muy buenas.

–Me gustan, saben bien –le digo. Lucca, al escucharme, toma una y la prueba. Su sonrisa delata que se ha sorprendido.

–Es cierto, son ricas. No le digas que lo son.

–¿Por qué no? –le miro extrañada.

–Son robadas –Hay cierta diversión en sus ojos, se ríe y no puedo evitar acompañarle.

–¿No sabe que las trajiste?

–No –dice llevándose otra a la boca.

–¿No las habías probado antes?

–Verás, Emily, estoy descubriendo un talento oculto de mi amigo justo ahora. Digamos que no le tenía mucha fe –luego de meditar sus palabras, agrega:–. De más está que te diga que tampoco debe saber que dije lo que acabo de decir.

–Puedes contar con mi silencio.

–Perfecto –su sonrisa se ensancha y me mira.

Miro el árbol que hace de este lugar un espacio ajeno al resto del parque. Una brisa hace que una hoja seca salga volando y al seguirla con mis ojos, siento la mirada de Lucca sobre mí. Le miro, y al encontrarse nuestros ojos, ni se inmuta. Al contrario, abre la boca, como pensando en si decirlo o no.

–Escucha –más que una petición es una orden. Su sonrisa se forma sola al buscar una canción en su teléfono. La reproduce y la melodía de un arpegio de una guitarra endulza mis oídos–. "Edge of desire". Una obra maestra.

–¿Tu querido John Mayer?

–Él mismo.

No entiendo lo que dice la letra de la canción, pero aun así disfruto de escucharla. Me percato de que yo también he formado una pequeña sonrisa.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2022 ⏰

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