11 : Ojos de jaguar.

7 0 0
                                    


Mi mirada y la de él se conectaron, sus ojos almendrados ya no eran más del color del chocolate, habían tomado el color del sol, eran amarillos y penetrantes parecidos a los de un jaguar, su mirada me helo la sangre y por alguna razón no podía siquiera moverme de mi lugar.

De repente sentí como alguien tomo mi brazo, una mano alarga se aferro a mi y clavo lo que se sentían como garras filosas incrustadas en mi piel, a pesar de que pequeños hilos de sangre brotaban no mostré signo de debilidad y estas finalmente me soltaron. Los ojos de Surem volvieron a cerrarse.

— El alma de Surem ahora me pertenece — Susurro aquella voz gruesa y penetrante. 

— ¿Quién eres? – pregunte con miedo.

— Alguien que busca venganza —

— ¿Porqué? —

— Por un pasado de mis hermanos, un pasado el cual los involucra a ustedes, tú la más cercana a mis hermanos y hermanas pagara el precio con un alma. —

— ¿Cuál es el pecado por el cual he de pagar? —

— No has hecho ningún mal pájaro de agua, lamento que seas la que ha de pagar por las faltas de mis hermanos – al escuchar tal confesión Atotoztli comprendió que quien le estaba hablando era Tezcatlipoca Negro, aunque sentía que era una versión más oscura del Dios. 

— ¿Es que acaso la ira y el deseo de venganza han segado a mi señor? ¿Usted no fue acaso quien se proclamó señor de la justicia? ¿Por qué entonces ha de castigar un alma que no posee pecado? —

Los pies de Atotoztli parecían nuevamente obedecer y logro voltearse para estar cara a cara con el señor del espejo humeante, quien atónito la observo. Ningún humano lo había contradicho o siquiera había intentado hacer presencia de voz, ella sin miedo toco su mejilla y con una voz suave le dijo :

— Tu hermano tuvo cierta culpa en callar ante las palabras de tu padre, pero él no fue quien tuvo la última palabra, deja atrás el pasado porque aquellos que tanto odias son los mismos que más respeto te guardan — Al terminar de hablar Tezcatlipoca la mira con asombro, los ojos de Tezcatlipoca pasaron de ser amarillos a tomar un color oscuro tirando al negro de la noche, ella quito la mano de la mejilla de él y ante los ojos de Atotoztli el dios desapareció volviéndose humo

— Tu sabiduría me impresiona pájaro de agua — exclamo nuevamente el dios del espejo humeante a espaldas de ella, al voltearse observo una forma más humana de él, aquel aura oscura y abrumadora que desprendía el Dios se había desvanecido, quedando un aura tranquila y de confianza. — Nadie había osado cuestionarme ni mucho menos enfrentarme.

— No era mi mi intención contradecirlo, mi señor es sabio y respeto lo que sea su voluntad, pero que todo lo que se deba pagar me afecte solo a mi — Pidió con pesar

— Tu alma es tan pura que nunca crei encontrar algo como esto, aquello fue solo una prueba, pájaro de agua. — admitió 

— ¿Una prueba? —

— Así es, a diferencia de mis hermanos yo solo confió en aquellos de buenas intenciones, con el corazón puro.—

— Tú que tienes oídos en los bosques, sabes que mi alma no es libre de mal —

— Nadie es libre de pecado, todos alguna vez hemos fallado, más, sin embargo, aquel que se arrepiente en alma de sus errores es perdonado, más aún tendrá que pasar por el Mictlán para que su alma logre descansar en paz. No hay decision que te atormente pues todo lo has hecho a conciencia, dispuesta a aceptar las consecuencias siempre y cuando tu pueblo tenga descanso.—

— Me honran sus palabras mi señor — Menciono con pena Atotoztli. 

— Tiempos duros se han de acercar y las garras del jaguar serán tu mejor aliado, escúchame bien Atotoztli, si un futuro deseas asegurar, un hijo antes de primavera deberás dar. —

—  ¿Qué pasa si eso no sucede? —

— La balanza del gran lagarto ganara, NO OLVIDES PAJARO DE AGUA — menciono alzando la voz — LLEVAS LA SANGRE DE TU PUEBLO, ERES DESCENDIENTE DIRECTA DE MOZTEZUMA ILHUICAMINA, NIETA DE HUITZILIHUITL, SANGRE MEXICA CORRRE POR TUS VENAS, TEN MENTE DE GUERRERO Y GOBERNANTE, NO DE MUJER DE HOGAR. — dicho esto el ser se marchó, dejando a Atotoztli al lado de Surem quien al verla no pudo evitar abrazarla y llenarse de gozo, pues su esposa había vuelto con él.

Atotoztli entonces recordó aquel sueño que tanto la atormentaba, ella sacrificaría su vida por su pueblo, pero ¿es que acaso su pueblo la cuidaría cuando ella estuviera agonizando?



Sangre MexicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora