¡ cuatro !

688 75 13
                                    

Para Hyunjin, Jeongin era un bebé que debía proteger de todos.

Para los demás era un demonio con cara de ángel del cual había que protegerse.

Bueno, no para todos, sólo aquellos que decidían meterse con él cuando estaba solo.

Jeongin no era tan indefenso como Hyunjin pensaba que era, tenía cierto carácter poco agradable que sacaba a relucir cuando alguien le sacaba de sus casillas o se veía con el derecho de molestarle. Sí era tímido y sí le costaba relacionarse con la gente, pero no le temblaba la mano al momento de meterse con alguien y tampoco se dejaba intimidar con demasiada facilidad, obviamente, cuando su castaño mejor amigo no estaba a su lado.

Cuando sí, por alguna razón, Yang se volvía una masa de nervios con cualquiera, y un ser tan vergonzoso y torpe que llegaba a ser molesto. Pero toda esa molestia se esfumaba cuando Hyunjin le protegía de cualquier cosa o mostraba preocupación por él. Le gustaba sentirse protegido por el mayor, sentirse como un niño llorón y torpe. Era extraño, incluso algo bizarro, pero él estaba bien con tener los ojos de Hwang encima y sus manos cuidándole bien, era una faceta dulce de él que tapaba el mal carácter que había formado.

Justo en ese momento, el castaño había ido a secretaría a buscar un informe de notas junto con un certificado de algo a lo que Jeongin no prestó atención, y ahora mismo éste se había colado en el salón vacío del lado cuando por el rabillo del ojo observó al par de estudiantes que la semana pasada se habían referido a él como un perro faldero en el entrenamiento de Hyunjin.

El azabache no era violento, pero sí tenía una lengua picante y un aura intimidante cuando se lo proponía, al igual que un cierto gusto por sentirse superior frente a quien se disponía a molestarle sólo por pensar que era un polluelo con su actitud tonta y suave con Hyunjin. Ver las lágrimas de ambas niñas ante su sombría mirada desde arriba era interesante.

— ¿Quienes son los reales perros acá? Si ustedes son las que persiguen a los idiotas que juegan fútbol —se rió, agachándose a la altura del par de niñitas—. Por lo menos yo tengo dignidad, y a quien espero sí me tiene en cuenta en comparación a ustedes.

Palmeó sus cabezas como si fuesen simples mascotas y se levantó, porque Hyunjin seguramente debía estar volviendo y quedaron de ir a su casa. Pero antes de salir del salón y mirando por sobre su hombro al par de niñitas encogidas, murmuró lo suficientemente fuerte para ser escuchado.

— Vuelvan a decirme perro, y yo no voy a ser el único que se vuelva a meter con ustedes.

Y salió al pasillo, borrando ese ceño fruncido y buscando a Hwang con la mirada. Encontrándolo un par de instantes después al verlo doblar por el pasillo en su dirección con los papeles en mano. Y como si no hubiese pasado nada en los últimos cinco minutos, se acercó dando pequeños pasitos con una sonrisa, ignorando al par de niñas que escapaban del salón por su costado en dirección contraria.

— Hey, ¿demoré mucho? —Jeongin negó, sintiéndose cálido al ver esa suave sonrisa para él— ¿No sucedió nada? —y el sentimiento se incrementó, porque Hyunjin siempre era atento con él, siempre le preguntaba si estaba bien o había sucedido algo.

— No, no pasó nada, ¿nos vamos ya? —preguntó con voz suave, quería llegar a leer un manga con el mayor como siempre lo hacían encima de su cama.

Vió al contrario asentir, así que girándose comenzó a caminar en dirección a sus casilleros por sus mochilas. Sintiéndose pequeñito y a gusto cuando una de las manos de Hyunjin se situó en su espalda con suavidad, como si le estuviese escoltando y protegiendo cuando en realidad no había nadie en el pasillo.

¡ ☁︎ !

Con una galleta en la boca, se arrimó casi encima del castaño con el último manga de Dr. Stone en mano, importándole poco si por su apoyo la espalda ajena dolía, sólo se tiró encima, acomodándose como un gatito en busca de la mejor posición para dormir.

── clumsy and shy boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora