¡ ocho !

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La noticia de su noviazgo con Jeongin impactó a todos en ambas familias, luego de que la madre del menor dejara caer la taza, tuvieron una corta charla del cuidado personal de cada uno con cada mano de la mayor en un hombro de ambos. Al principio pensó que la mujer no estaba contenta ya que luego de la charla, mandó a Jeongin a limpiar el desastre que ella misma había causado, pero apenas salió de la habitación luego de una sonrisa airada, pudieron escucharla hacer soniditos extraños de felicidad y pequeños saltitos por el pasillo antes de bajar la escalera.

Y con su familia... bueno, la señora Yang le había contado a su madre antes que ellos mismos, así que cuando llegó a casa luego de dejar a Jeongin, tanto sus padres como la parejita de comprometidos lo atestaron de preguntas, ¡el menor de la familia estaba de novio! Eso al parecer era demasiado importante para todos. Su madre casi se pone a llorar porque su pequeño de catorce años le había pedido a un chico ser su novio.

Minho le había dicho que se encontraba orgulloso de él, junto con Chan, por como había sobrellevado la situación respecto a su sexualidad con una calma hasta aterradora, y Hyunjin lo entendía. Si lo pensaba bien, había aceptado con tanta facilidad que tenía sentimientos por un hombre y no había pasado por el largo proceso de autodescubrimiento que usualmente se solía tener.

¿Era extraño? Sí lo era, esa noche recibió un mensaje de kakaotalk de Jeongin diciéndole que era raro, pero que estaba feliz de que ahora eran novios con un cursi emoji de corazón que hizo sonreír a Hyunjin mirando la pantalla.

Y a la mañana siguiente, apenas se encontraron para ir al instituto como todos los días, el castaño se había tomado el atrevimiento de besar en forma de saludo al menor, un simple beso pequeño, un choque de labios de dos segundos para ver como Jeongin entraba en un cortocircuito al recordar que, claramente, eran novios y podían besarse cuando sea.

Tan extraño todo, Hyunjin no se acostumbraba, y vale, sólo habían pasado dos días, pero se tenía que recordar a sí mismo que tenía oficialmente una relación amorosa con su mejor amigo de hacía diez años y ya no debía restringirse de las alocadas ganas de besarlo, aunque aún no lo hubiese hecho en público.

Cuando abrió su puerta esa mañana, Yang le sonrió con esa sonrisita mostrando los hoyuelos desde la puerta, la mochila colgando de su hombro.

— Hola —murmuró feliz, inclinándose como un pequeño gatito en busca de mimos.

— Hola, Innie —saliendo de casa y cerrando la puerta, se inclinó para besar la coronilla del azabache para saludarlo.

Caminaron como usualmente lo hacían, Jeongin contándole un sueño extraño que tuvo mientras se agarraban de los meñiques con ternura.

Seguía siendo algo extraño sujetar sus manos por completo, así que iban paso a paso, nada de apresurar las cosas, nadie les iba a quitar tiempo, así que Hyunjin estaba bien con sentir ese pequeño dedito enroscado al suyo y escuchar la vocecita del menor diciendo que soñó con una vaca alienígena.

En realidad, no le estaba prestando demasiada atención, concentrado en mirar al Jeongin y como las mejillas se le abultaban siguiendo en su habladuría sin darse cuenta de si Hyunjin realmente le escuchaba o no.

Fue cuando llegaron a la esquina de la escuela, en donde instintivamente sus dedos se separaron. ¿Le tomó importancia? Claro que no, guardó su mano y siguió escuchando al menor hablar hasta llegar al aula.

Ninguno de sus compañeros sabían que ellos habían pasado de ser mejores amigos a ser pareja, pero por el momento prefería que se mantuviese de aquella forma, no es que se creyese superior, pero no era mentira que, a veces, sus compañeros de aula eran un par de simios que no conectaban neuronas.

── clumsy and shy boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora