La Casada Casa Quiere

[𝟏]

Ella creía que sería un día normal, como todos los que había vivido hasta ese día. Pero hay que saber, que la vida cambia en sólo unos segundos y cuando menos te lo esperas. Amity se fue de espaldas y cayó al suelo; con todo y la silla donde estaba sentada, disfrutando de un buen desayuno.

Las risas de los alumnos, dentro de la cafetería escolar, no se hicieron esperar. Sonoras y burlonas, sonaron por doquier.  

— ¿Estas bien? —le preguntó una nerviosa Luz. 

—Dime que mientes —rogó Amity, con el rostro claramente asustado y los nervios de punta, incluso parecía que iba a empezar a hiperventilar.

Luz no supo que decir por los nervios y sólo negó con la cabeza, mientras Amity se levantaba, acomodaba su silla y se volvía a sentar en frente de la mayor.

— Crees que podamos, no sé, abortarlo.

Luz la miró sorprendida y desilusionada, cubrió su vientre con ambas manos. Por supuesto, imagino que Amity no descartaría esa idea, pero no se había preparado mentalmente para recibir esas palabras, de parte de su novia. 

—¿No lo quieres?, ¿No quieres a nuestro bebé? —sus ojos empezaron a aguarse y amenazaron con llorar; poniendo, aún más nerviosa a Amity.

—No es eso Luz — se apresuró a aclarar, pues Luz más lagrimas, no era una imagen que le gustara — Pero es imposible para nosotras, somos demasiado jóvenes. En unos años más me gustaría tener muchos hijos contigo, pero ahora, no estoy tan segura.

—No lo quieres — Luz se levantó del asiento— Ya lo entendí —dijo e intento irse, con la cabeza mirando al suelo. 

—¡Luz espera! —gritó Amity, medio desesperada, obteniendo así la atención no sólo de Luz, también de media escuela— Vamos a casarnos.

Sonidos de asombro no tardaron en escucharse, todos se levantaron aplaudiendo y apoyándolas, era el tipo de espectáculo que a los jóvenes, les gustara ver.

"Dile que si" 

Gritaban sin parar, algunos sacaron sus teléfonos celulares, para grabar el momento. Luz aún con los ojos llorosos asintió y camino hasta la  menor para abrazarla fuertemente.

—Sí, tonta, me asuste de que no quisieras a nuestro bebé.

—Yo aún estoy asustada de pensar que vamos a tener un bebé, dios santo, mis papás van a matarme.

—Mis padres también.

Luz comentó, pero en ese mismo momento sonrió, como si todo estuviera bien.