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Blake Goodman

Cuando llegamos a casa desde el aeródromo nos encontramos en la puerta a Georgina y Jason, los cuales al final, se iban a quedar a dormir en mi puta casa. Pero no es que hubieran dormido mucho, las horas habían pasado y ellos seguían riendo, hablando y gritando. Habían puesto no sé qué programa de mierda en el proyector de Pepper y no habían callado desde entonces.

Bajé a la cocina para prepararme un té o algo que consiguiera dormirme, porque si iba a por una pastilla tendría la tentación de tomarme el frasco entero para poder sobrellevar la noche.

Ya no se oía ninguna voz en la habitación en ese momento, hacía un par de horas que se había callado, pero aun así habían conseguido desvelarme a niveles extremos. Puse en una tetera agua a hervir y después abrí la caja de infusiones para elegir una.

-¿Qué haces aquí?- Preguntó de repente una voz desde algún lugar de la habitación.

Reconozco que di un pequeño saltito por la sorpresa de que alguien me hablara. Pero supe exactamente quién era incluso antes de averiguar desde donde me llamaban.

-De paseo nocturno ¿a ti que te parece? -Respondí sarcásticamente enfadado.

Ella se incorporó sentándose en el sofá dejándome ver su cara y escrutándome con sus inconfundibles ojos verdes. Unos segundos nos quedamos así hasta que finalmente ella se volvió a tumbar en el sofá a leer el libro que sostenía en sus manos.

-¿No crees que no es hora de leer porno, Pepper?

-No es porno, listo- Respondió con una voz de lo más graciosa que me hizo sonreír como un tonto.

-No es porno, perdóname... Es amor físico descrito gráficamente.

Dejó el libro enfadada y se puso en pie para defenderse. A mí me divertía su reacción, pero ella parecía bastante harta de mis continuas burlas.

-¿Por qué no te largas ya?- Preguntó mientras me escrutaba violentamente.

-Mira, bonita, si te he fastidiado tu lectura de: "la sentí dura dentro de mi", no ha sido por gusto- Le explique mientras ella se acercaba lentamente hasta donde estaba yo- Que me he tenido que bajar a tomarme algo para poder dormir porque tú y tus dos amigos no sumáis ni dos neuronas entre los tres y no habéis pensado que estabas despertando a todo el vecindario.

-¡¿Pero tú por qué eres tan borde?!- Replicó furiosa.

-Me lo pones muy fácil.

Por el enfado del momento había conseguido avanzar inconscientemente hasta posicionarse donde yo estaba y había llegado a un punto que lo poco que nos separaban era escasos milímetros.

-Eres un imbécil- La apresé contra la encimera descansando mi cuerpo contra el suyo.

-Y tu insufrible- Le reproché mientras inhalaba su respiración.

Nos miramos unos segundos, nunca habíamos estado tan pegados el uno al otro. Miré su boca con impaciencia, nunca había experimentado tanta tensión sexual. La solté apoyando mis manos en la encimera y esperé a que me apartara. No lo hizo así que la atraje un poco más hacía mi sin despegar la mirada de sus ojos, que eran los que me iban a desvelar la verdad, agarrándola por el trasero.

-Quita esas manos de ahí- Me advirtió fingiendo falsa seguridad.

Lo hubiera hecho si realmente sus ojos me lo hubieran transmitido, pero no lo hicieron. Tal vez debería haberlas quitado porque ella me lo dijo, pero ahora agradezco haber seguido mis instintos. Aun así estaba preparado para las posibles represalias y si después de no apartarlas ella me abofeteaba lo hubiera visto totalmente justo.

-No- Le respondí con dureza.

Acto seguido me lancé a sus labios apresándolos en un fuerte beso y luego me aparté para ver su reacción y si podía o no continuar. Casi no me dio tiempo a apartarme porque nada más hacer el amago ella capturó los míos. Se juntaron inquietos y ansiosos, y mi lengua se deslizó entre sus labios abriéndose paso para enroscarse con la suya.

Una parte de mí deseó que el beso hubiera sido horrible para acabar con la tortura que me llevaba atormentando esos días, pero no pudo ser más distinto. Su lengua se movía ansiosa con la mía y sus carnosos labios me incitaban a que los mordiera. Necesitaba más, era de esos besos que te cautivaban y no te dejaban parar ni a respirar.

Agarré con más fuerza su redondo trasero que me había traído loco desde que lo vi por primera vez y la subí a la encimera para poder seguir besándonos sin partirnos el cuello, la diferencia de altura era notable. La agarré de la cintura y luego fui subiendo las manos hasta sus redondos y diminutos pechos donde ella jadeó levemente. Me estaba volviendo loco.

-Pepper...-Solté sin darme cuenta.

Eso la animó y se movió con más velocidad, como si ella también ansiara más, y es el que el deseo era algo ya palpable. Deslizó sus manos por mi nuca y luego mi espalda, mientras se le escapaban leves sonidos que incrementaban las palpitaciones de mi entrepierna. Hundí mi boca en su cuello, necesitaba besarla por todas partes, necesitaba todo de ella y ella parecía necesitar todo de mí. Jadeó en mi oreja loca por el deseo y sus manos se deslizaron al doblete de mi camiseta. Succioné su cuello inundando mis pulmones de su fragancia, esa tan particular que había conseguido meterse en cada uno de mis sueños. Me quitó la camiseta haciéndome apartarme de su cuello, y por una milésima de segundo nuestros ojos volvieron a conectar.

La tenue luz encendida de la mesilla fue suficiente para que pudiera apreciar las sonrosadas mejillas de Pepper y sus dilatadas pupilas. No pude contenerme mucho más, temía que si se lo pensaba me apartara de su lado y no me dejara volver a probarla. Así que le mordí el labio inferior mientras apoyaba una mano en su cintura y otra rodeaba su cuello con fuerza.

Nos apartamos de golpe por el susto cuando el ruido de la tetera marcó que el agua ya estaba hirviendo.

Ese fueel tiempo que le tomó a Pepper pensar en lo que acababa de suceder yarrepentirse. Se bajó de la encimera como si quemase y salió de la cocina comoalma que lleva el diablo

PEPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora