Hope Hannigan
- ¿Estas leyendo porno?
Me sonrojé automáticamente y, aunque lo intenté disimular, él se dio cuenta al instante. A Blake se le escapó una enorme risotada como respuesta y entonces supe que si antes de leer eso me tenía poco respeto, ahora no sabía cómo me iba a tratar.
- ¡No es porno! - Gruñí cuando intenté arrebatarle el libro de las manos tras levantarme corriendo del sofá, pero él fue más rápido y levantó el brazo.
Le llegaba por debajo de los hombros, por lo que Blake pensaría que jamás recuperaría ese libro. Lástima que, como ayer dijo, todo el mundo tenía secretos.
- ¿No es porno: "me penetró y la sentí dura dentro de mí..."? - Preguntó mientras observaba satisfactoriamente con una socarrona sonrisa la mueca de horror que estaba expresando con mi ojos.
Él se giró de espaldas a mí para protegerse de los golpes. Mala idea. Aproveché la postura para realizar una de las múltiples maniobras que me había enseñado mi padre de ataque, y luché por conservar un poco de dignidad. Me subí rápidamente a su espalda y trepé hasta su mano quitándole el libro. De un salto volví a bajar al suelo y hui lo más rápido que pude escaleras arriba.
No volví a mirarlo. Ni cuando entramos en el Tesla. Solo me puse los auriculares y me dejé llevar por la música para no pensar en lo que me esperaría cuando llegara al instituto. Me intenté concentrar en las voces de los artistas y en lo que cantaban, pero aunque mi capacidad de concentración era decente, no era lo suficientemente buena como para ignorar lo mal que "conducía" Blake. Lo digo entre comillas porque a lo que él hacía no se le podía llamar conducir.
Me paré en seco cuando bajé del coche en la entrada del edificio más impactante que jamás había visto. Su estilo gótico y sus enormes puertas abiertas me hacían pararme para intentar asimilarlo todo. Mi instituto en Nueva Orleans tenía una puerta que parecía que se fuera a romper en cualquier momento y algunas aulas ni tenían. Esto sin lugar a dudas era otro nivel.
- ¿Dónde está el despacho del director? - Pregunté bastante seria recuperando la postura que siempre adoptaba con el insufrible de Blake.
- ¿Dónde se han quedado tus modales? - Me preguntó como si fuera una niña pequeña que pide una chocolatina.
-En casa, como tu gracia- Respondí con una falsa sonrisa.
Sabía que era la típica contestación que diría una niña de cuatro años, pero es que era la única forma en la que se le podía hablar al tremendo gilipollas de Blake.
-Sígueme- Sentenció pasando por mi lado sin mirarme.
Blake entró en el edificio y yo le seguí de cerca porque sabía que no me esperaría si no me daba prisa. Un enorme vestíbulo con grandes retratos de gente que llevaría muerta el doble de tiempo que yo viva colgaban por las paredes, estatuas posiblemente romanas decoraban las esquinas, y una gran lampara de araña colgaba del techo reflejando luz en los claros suelos pulidos. Alumnos pasaban por delante o hablaban en unos sofás centrales entre las escaleras bajo un tragaluz. Todos parecían tan cómodos y adaptados que me dio miedo. No había ninguno que se mostrase perdido o incluso asombrado por como cada uno de los detalles de la sala parecían extremadamente caros. Todos estaban charlando jovialmente con sus amigos, aunque algunos ya habían girado la cabeza e incluso comenzaban a hablar más bajo mientras me miraban.
¿A mi o a Blake? Todavía no lo tenía claro.
Este caminaba entre pasillos cuando se paró en seco frente a una enorme puerta maciza, llamó a la puerta en varios golpes y se encaminó para recorrer de nuevo los mismos pasos que acabábamos de dar.
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PEPPER
RomanceHope está sola. Hope no puede controlar ni su propia vida. Está rota, perdida e indefensa. Aunque nunca mostraría eso, así que finge estar bien y ser fuerte por ella porque nadie lo será sino. Por eso cuando la mandan a un pequeño y adinerado pueblo...