Blake Goodman
Hannigan comenzó a hablarle sobre algo de La Fontain, pero ella ni siquiera pareció estar escuchándole. Sus ojos se siguieron moviendo con la misma avidez por el texto que leía, y toda su atención se centraba exclusivamente en él. Hannigan me miró con preocupación cuando no obtuvo respuesta de Hope, y yo me encogí de hombros porque tampoco sabía muy bien que le pasaba.
-Hope- Le susurré al oído.
Ella pegó un pequeño brinco, cerró el libro rápidamente con su mano dentro para no perder la página y por fin pudimos captar su atención.
- ¿Me has oído, Hope? - Intervino Hannigan haciendo que ella apartara la vista de mí.
No sabía qué clase de mirada nos acabábamos de echar, pero jamás me había mirado alguien así.
-Ehh- Expresó confusa- No, lo siento.
-Estaba diciendo que la directora Williams me ha dicho que te pases por su despacho veinte minutos antes de clase- Le explicó Hannigan con paciencia.
Cuando este se marchó al despacho a trabajar Hope se mantuvo contrariada y no volvió a abrir el libro.
- ¡Ehh, por cierto! - Intervino Hannigan de nuevo en la cocina- ¿Hope sabes algo de por qué motivo se cayó el cuadro del pasillo anoche?
Bienvenidos a mi funeral, pasen y vean mi cadáver- Pensé
Hope me miró por primera vez desde nuestra intensa mirada de antes y esta vez ya no fue con confusión, sino con todo lo contrario. Se le formó una media sonrisa en mitad de la cara, sus ojos brillaron de diversión y una de sus cejas se elevó peligrosamente. Quería que supiera que ahora mismo me podía hundir el resto del año, y sabía que tenía razón.
Tardó unos segundos en responder que se me hicieron eternos.
Hannigan entendía mi disfrute y que esa era mi etapa para experimentar y pasármelo bien, pero él no iba a aguantar humillaciones públicas o tener que lidiar conmigo. Si quería vivir con Hannigan tenía que ser responsable porque él no me iba a criar, él solo me liberaría de mi cárcel.
-No sé nada, me fui a dormir temprano- Respondió con un tono sincero que casi hizo que hasta yo me lo creyera- Cuando duermo y leo no me entero de nada, desconecto, lo siento.
Si no llega a ser por las evidentes ojeras que sombreaban sus ojos y que evidentemente decían lo contrario, me lo hubiera creído.
Hannigan asintió decepcionado por no haber conseguido una confesión en toda regla del instinto interior que le decía que yo había hecho algo que no debía, y siguió su camino hasta fuera de la cocina. Un fuerte suspiro salió de mis labios y Hope me miró como si ya se estuviera arrepintiendo de haberme defendido.
-Veo que no eres tonta- Respondí tranquilo cuando vi mi futuro asegurado.
Ella cambió radicalmente su expresión y frunció el ceño.
-Gracias, Hope- Dijo con una voz extraña que creo que usaba para imitarme- Con esto te has ganado que no vuelva a tratarte como una mierda, Hope. Me fío de ti, Hope...
Una risa amarga salió de mis labios interrumpiendo su insoportable imitación.
-Escúchame, Kung-fu Panda- Apreté la mandíbula con fuerza para intentar controlar mi ira y me levanté yo también del taburete para acercarme a ella mirándola a los ojos- Jamás voy a fiarme de ti, aún no sé a qué juegas y por mucho que hayas conseguido engañar a todos, a mi no. Con esto solo has demostrado que eres un estupenda mentirosa, y no hace más que darme la razón a mí.
Se llevó las manos a la cara y soltó un bufido para intentar soltar un poco de tensión porque sabía que la otra alternativa hubiera sido pegarme un bofetón.
- ¿¡Cuántas veces vamos a tener esta maldita conversación!?
- ¡Todas las veces que hagan falta para que me digas la puta verdad!
- ¡Te la estoy diciendo, joder! - Su frustración se expresó totalmente por sus enormes ojos verdes y su enorme pasión por gritar- ¡No quiero estar aquí, me obligó Stephen!
Elevé una mano al aire con frustración y me aparté de ella porque sabía que esta conversación no iba a llegar a ningún lado. Ella no me iba a decir nunca el verdadero motivo así que tendría que descubrirlo yo.
-Nos vamos en cinco minutos- Le dije serio mientras me iba de la cocina- Prepárate.
- ¡No! - Se quejó de fondo mientras se preparaba para perseguirme y pedirme explicaciones, cosa que ya no me sorprendía- ¡Yo no quiero ir contigo!
- ¡Ala! - Respondí sarcásticamente- A mí que me hacía tanta ilusión llevarte a clase.
Un bufido la hostia de sonoro se escapó por su boca y yo simplemente lo ignoré yéndome rápidamente. Crucé los pasillos hasta que llegué al gimnasio y pegué un portazo cuando entré. Ni siquiera me puse los guantes, solo me acerqué al saco y descargué toda mi ira en él. Atesté cada golpe con todas mis fuerzas y cuando vi que el saco empezaba a tener motas de sangre seguí golpeando hasta que el dolor de los nudillos me impidió seguir haciéndolo.
Me cambié de camisa rápidamente porque la que llevaba se había manchado de sangre, cogí los libros y las llaves del coche. Bajé las escaleras hasta el salón ya mucho más tranquilo. Cuando entré lo primero que vi fue a Hope tumbada leyendo el mismo libro que antes y entonces me di cuenta de que despertarla de su trance iba a ser difícil, pero no iba a esperarla eternamente.
- ¡¿Qué haces?!- Gritó eufórica cuando le quité el libro de las manos en un movimiento rápido y seco.
Ella se levantó rápidamente como si le hubiera quitado un lingote de oro, por lo que me pregunté que sería eso que la tenía tan concentrada. Avancé hasta el final del salón en la parte que comunicaba con la cocina y ojeé el libro. Abrí los ojos como platos cuando lo primero que leí fue algo que jamás me hubiera esperado.
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PEPPER
RomanceHope está sola. Hope no puede controlar ni su propia vida. Está rota, perdida e indefensa. Aunque nunca mostraría eso, así que finge estar bien y ser fuerte por ella porque nadie lo será sino. Por eso cuando la mandan a un pequeño y adinerado pueblo...