Capítulo 15

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—No puedo creer que sea el mismo día que salimos.

—Bueno... tenemos vidas ocupadas.

Un negocio de primera marca aparece en la vista de Kenma, Shoyo y Kageyama, el mejor amigo de este último que los ha acompañado por simple obligación del pelinaranja.

Kenma no recuerda bien cómo es su historia. Sabe que se conocieron peleando en la sala de administración en la universidad que asistían. De todos modos, Shoyo nunca se la termina contando bien porque empieza a recordar los momentos en los que el lindo de Kageyama (como piensa Kenma de él ya que es realmente apuesto con su cabellera negra, su casi 1,90 y sus malditos ojos azules) le dio «indicios» de corresponder sus sentimientos.

Eso sí, se llevaron mal hasta que Hinata se dio cuenta de sus sentimientos y Kageyama... siguió siendo él. Kenma está seguro de que el pelinegro tiene un pequeño sentimiento hacia él (Shoyo) pero tampoco quiere abrir la boca porque teme que su amigo lo deje sordo de tantos gritos y chillidos de emoción.

Le cae bien. Es un tipo callado y tranquilo, sus personalidades coordinan así que pueden estar en el mismo lugar sin pelearse ni nada por el estilo.

Kuroo no ha venido por el simple hecho de que tiene que trabajar. Le sorprende un poco porque Bokuto le dijo que sus agendas estarían vacías el fin de semana, pero ¿quién sabe qué pasa por la cabeza del pelinegro?

—¿Qué se supone que compraremos? —preguntó Kageyama entrando después de ellos al local.

Shoyo lo miró.

—Tú nada. Nosotros ropa para salir el sábado.

—¿Y para qué me hiciste venir, idiota?

—Necesito que alguien cargue mis cosas.

Y le largó un beso, haciendo que el pelinegro rodase los ojos.

Kenma decidió ignorarlos y se dirigió a la sección de camisetas; buscó algo bonito y simple, quizá cómodo para bailar toda la noche. Se terminó conformando con una camiseta negra lisa y unos pantalones holgados.

—¿Qué le regalarás a Kuroo para su cumpleaños? —Shoyo asustó a Kenma.

—¿Su cumpleaños?

—¿No sabes cuándo es el cumpleaños de tu novio?

Kageyama apareció detrás de Shoyo, tomando sus hombros y asustando al pelinaranja. Kenma ni se inmutó esta vez, pero sí miró cansado al pelinegro.

—Es una manera de decirlo. Kageyama sabe que no son nada en realidad.

Suspiró.

—Supongo que es el dieciséis de noviembre... me dijo que era antes del estreno de mi álbum.

—El diecisiete —corrigió Shoyo poniendo los ojos en blanco.

—¿Cómo sabes?

—Amigo, lo conozco desde hace más tiempo que tú. Cuando estaba empezando, él modeló conmigo.

Kenma asintió, alzando sus cejas.

—No lo sabía.

—Claro que no, ¡si vives en tu mundo! —Kenma rodó los ojos—. Ahora, ¿qué se supone que le regalarás?

Los ojos de Shoyo vagaron por el local, pareciendo que buscaba algo.

—No lo sé. ¿Qué debería?

El pelinaranja sonrió y señaló en dirección a algún lugar. Kenma y Kageyama siguieron con la mirada.

Lencería, escrito en rojo y brillante.

Kenma, avergonzado por la poca vergüenza que tenía Hinata, volvió su vista hacia él y golpeó su estómago, haciendo quejar al menor.

Amor escrito en contrato | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora