Amor escrito en contrato | Kuroken

Capítulo 9

La canción que Kenma le había cantado seguía en su cabeza. Y por eso, aquel beso que le había dado, no podía dejar de repetirse en su mente.

No es como si le gustara Kenma. Piensa que lo sorprendió y que nunca pensó que algo como eso podría pasar.

La foto detrás de la planta había volado por todo el internet en solo cinco horas. Una de estas —la más controversial—, era la de los brazos de Kenma pasando por detrás de su nuca. No se habían besado por segunda vez pero Bokuto les recomendó una posición que dejara quizá un poco más a prueba de su beso.

Eso que había sucedido entre ellos, era un secreto. Ni siquiera los paparazzis lo sabían, porque el ángulo de las fotografías y sus posiciones no los ayudaban. Kuroo, horas después, se enteró que cuando se besaron ni siquiera habían sido fotografiados porque Bokuto avisó con tiempo antes, pero decidió quedarse callado porque no quería que Kenma se volviese loco.

Tirado sobre su cama, jugando con una bolita anti estrés, siguió pensando en él, preguntándose si Kenma estaba igual de atontado que él.

—¿Podrías, por favor, dejar de estar tan en silencio?

Seguía en su casa, por cierto.

—Estoy pensando.

—Ya para. Me asustas.

—¿Te asusta que piense o que esté en silencio?

—Las dos. Pareces un psicópata.

Kuroo suspiró y se sentó en la cama.

—Y a parte, ¿qué tienes tanto en la cabeza?

No iba a decirle. Kenma se burlaría de él o se pondría nervioso, lo que no quería porque probablemente terminaría insultándoloo y golpeándolo.

Pero es que Kuroo tampoco era el mejor guardando secretos...

—¡Tetsuro!

Dio un salto en su lugar, despertándose de su nube otra vez. Kenma lo miraba desde el final de la cama y Kuroo bufó al darse cuenta que eso lo había puesto nervioso.

—No me llames por mi nombre —murmuró con un desvío de mirada.

—¿Yo no te puedo llamar por tu nombre pero tú sí me puedes poner un apodo?

El repentino cambio de tono en la voz de Kenma lo había atontado. Ahora sonreía coqueto y... ¿En serio se estaba subiendo a su cama?

—Tetsuro es el nombre que siempre quiero decir cuando estamos aquí.

Y repentinamente había quedado debajo de Kenma.

—¡Kuroo, imbécil!

Parpadeó.

Espera un segundo...

¿Se había imaginado todo?

—¿Qué mierda?

Soltó molesto y confundido, haciendo que Kenma lo observase con el ceño fruncido desde el umbral de la puerta.

—¿Qué te pasa?

—No lo sé —bufó—. Estoy pensando demasiado. Ayúdame.

—¿Cómo quieres que te ayude?

Dio pasos cortos hacia él.

—Toca... mi... frente.

Kuroo se sintió estúpido al decir eso.

—¿Tienes fiebre?

Kenma se apoyó en una rodilla sobre la cama y dejó su mano sobre la frente de Kuroo. Lucía preocupado y confundido, pero eso no podía importarle menos cuando tenía pantalones cortos.