nine

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Iván y Rodrigo mantenían una amistad bastante entrañable.


Siendo ellos la típica amistad adolescente que todos envidiaban. Pasaban el tiempo juntos dentro y fuera de su colegio, y se contaban todo.

Pero Iván tenía un secreto; una confesión.

Algo que, aunque quisiera, no podía contarle a Rodrigo, porque eso dañaría su amistad, y eso Iván lo sabía muy bien.

Por eso ignoraba esos sentimientos, fingiendo que veía al petiso como solo un amigo.

Pero pronto la actitud del pelinegro cambió, había comenzado a ser más retraído con Ezequiel, y eso a él le extrañaba, le dolía, porque era su mejor amigo.

Solo mejores amigos, ¿no?

La mañana era cálida, luego de la tormenta nocturna, yacía la gélida brisa en las calles, pero el sol hacía a los Santafesinos entrar en calor. Rodrigo suspiró con cansancio, era un día más de escuela para él, como todos los otros días, a consecuencia del alejamiento repentino de Iván sus ánimos habían decaído bruscamente.

Las clases habían pasado realmente lento, para el final de estas de encontraba agotado. -¿E Iván?- cuestionó el muchacho a Tomás, quien jugaba bastante concentrado en su móvil.

-Está en el auditorio acomodando algunas cosas para la reunión de mañana.

No dijo ni una palabra más, se levantó con pereza de su asiento y caminó en dirección al lugar que mencionó el amigo en común que tenía con Buhajeruk.

Aquel chico había estado en sus pensamientos las últimas semanas, estaba tan preocupado por la situación en que se encontraba con él que había interrogado a todas las personas que sabía que mantenían contacto con Iván. «Iv, ¿qué carajos pasa?» preguntó con molestia en su propia mente, era obvio que no había conseguido respuesta alguna ante la actitud de su amigo y por eso estaba de tan mal humor.

Entre tanto pensamiento, llegó rápidamente a la sala de juntas. Entró de inmediato, encontrándose con la curiosa imagen de Raúl acomodando el escritorio; el cual estaba demasiado desordenado.

No dudó en acorralarlo. Se acercó a paso rápido hacia él para impedir que reaccionara a tiempo y pronto pudo observar la expresión de confusión, vergüenza y sorpresa combinadas en el rostro -que admitía consideraba bastante atractivo- de su amigo. La diferencia de alturas era algo notoria, sin embargo, el menor se sentía intimidado por la peligrosa cercanía de Rodrigo. Se apoyó en el escritorio, buscando alejarse aunque sea un poco del petiso, para ocultar el rubor que no tardó en hacerse presente en sus mejillas. Apoyó los codos en el mueble oscuro, topándose con algunas cosas y aplastando otras, pero no prestó mucha atención a eso.

-¿Qué coño te pasa conmigo, Iván? Estábamos muy bien y de un día para otro comenzaste a ignorarme, ¿qué te hice?- la voz evidentemente molesta de Ezequiel hizo temblar al oji-café, quien tragó saliva, rehusándose a contar la razón por la cual estaba así de extraño.

-No me hiciste nada, Rodri, no te preocupes. Son tonterías mías- su voz se hizo resonar luego de un silencio sepulcral, esbozando una sonrisa para alivianar el ambiente pesado que rodeaba al par.

Rodrigo, ya harto de la circunstancia que presenciaba, dió un contundente y fuerte golpe en la mesa de madera. Iván dió un pequeño salto, jadeando y mirándole con aún más confusión. -Hey, cálmate...

-Vete a la mierda, yo me voy. Cuando quieras me cuentas por qué mierda estás así de estúpido.

Y sin más, se fue, dejando a un Buhajeruk bastante alterado, con un nudo en la garganta que le indicaba que se largaría a llorar muy pronto. Ladeó su cuerpo, dirigiendo su mirada a la puerta y dejando escapar ligeros sollozos, acompañados de lágrimas saladas que adornaron las dulces facciones del de piel pálida.

[...]

Metió las manos en sus bolsillos, suspirando a la par. «es un boludo» pensó Rodrigo mientras rodaba sus ojos. Era evidente el hecho de que se había frustrado aún más al no obtener la respuesta que quería, ¿ahora cómo podía averiguar lo que sucedía? Ni siquiera el mismo Iván parecía querer contarle, se sentía como un niño al que le guardaban un secreto.

-Porque me gustas, Rodrigo, maldita sea...

Se detuvo en seco.

¿Qué mierda?

¿Acaso estaba alucinando? No podía creerlo, era simplemente ridículo, y muy cliché. Cayó en cuenta de que no estaba imaginando cosas cuando las personas que estaban en el pasillo voltearon a mirarle con sorpresa, algunos soltaban risitas y otros se susurraban cosas.

Fue la voz de Iván, en el altavoz.

Y todos habían escuchado eso.

Corrió en dirección a la ubicación de Spreen, obviamente con prisa, importándole poco las miradas juzgadoras de los estudiantes. Necesitaba saber qué había sido eso.

Su corazón latía con fuerza, parecía querer salir de su pecho y la adrenalina del momento le hizo llegar en un santiamén.

Allí estaba su Iván, apoyado aún en la mesa mientras lloriqueaba en voz baja, cubriendo su rostro.

-Iv...

Gracias a @/Cherrielovestea por la idea, no me salió tan bien pero ahí está, tkm linda.

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