Capítulo 2.

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Ser pediatra y atender hasta a 50 niños por día no era tan grato como muchos lo creían.

Honestamente, era horrible.

Pero los niños le gustaban y mirar una sonrisa en sus rostros, al final del día, le hacía sentir que había valido la pena.

Y no es por ser mala persona pero estaba a una cita de poder irse a su casa, poner una serie sobre asesinatos, pedir pizza y dormir como un oso.

Y justo quien era su última cita del día, es ese pequeño de ojos verdes.

Era una dulzura a decir verdad, era simpático y te hacía reír con sus ocurrencias.

Su puerta fue tocada, anunciando probablemente a su paciente.

—Pase.–dijo lo suficientemente alto para que la persona detrás de la puerta le escuche.

Se asomó por el escritorio cuando la puerta fue abierta y una pequeña mata de rizos con ojos verdosos rojos se hicieron presentes, eso hizo que frunciera el ceño.

—Hola.–saludó el más grande.—¿y tu madre, Harry?

—Ella no está.

Louis asintió despacio.—¿Quién te trajo?

—Gemma.

Louis hizo una mueca de entendimiento, cómo si la conociera.

—¿Por qué veniste con ella?

—Porque mami y papi se gritan.

Louis se levantó de su asiento y suspiró un poco, caminó despacio hasta Harry, para no asustarlo.

—¿Y por eso no vino tu madre?

Harry asintió.—Ella fue con un señor con un traje, Gemma dice que era importante.

¿Ellos se van a divorciar? –pensó el oji-azul.

—Ya veo.–dijo con una pequeña mueca, ciertamente no sabía qué decir.—¿y cómo estás con eso?

Harry se encogió de hombros.—Solo quiero que dejen de gritar, me asustan.

Louis colocó una mano en el hombro del pequeño.—¿Te gustaría empezar con la consulta o quieres hacer otra cosa?

—¿Puedo decidir? –cuestionó con asombro.

—Claro que puedes hacerlo Harry, ¿quién dijo que no deberías?

—Papá, ayer dijo que no podía quedarme con mamá cuando dejen de gritar.

Louis tragó en seco, ¡qué se supone que debe responder a eso!

—Bueno, en mi consultorio sí puedes decidir.

Harry hizo una mueca con los labios, haciendo un pico de lado y colocó un dedo en su barbilla, Louis quitó su mano del hombro de Harry para esperar su decisión.

—¿Qué otra cosa puedo hacer? –cuestionó en la misma pose.

—Podrías dibujar, jugar en la casa que tengo afuera del consultorio, podemos platicar o puedes comer una paleta.

Harry realmente lo pensó, era una decisión difícil.

—Elijo platicar.

Louis sonrió.—¿Te gusta hacerlo?

Harry asintió.—No platico mucho, no tengo con quién hacerlo.

Louis soltó un resoplido.—¿No tienes amigos en la escuela?

Harry negó.—No quieren ser mis amigos.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros.—Yo soy amable.

—En efecto Harry, ven, vamos a sentarnos.–pidió el mayor.

Una vez lo hicieron en las sillas donde deben ir los pacientes, Harry inició la conversación en esta ocasión.

—¿Tienes hijos? –cuestionó con curiosidad.

—No, no tengo hijos pero tengo un perro, se llama Clifford.–dijo feliz.

—¿Y por qué no tienes hijos?

—Porque no me gustan las chicas, Harry.

El oji-verde abrió mucho sus ojitos.—¿Eso se puede?

—Es parte de elegir y decidir, así que tú puedes decidir si te gustan los chicos o las chicas.

—Wow.–dijo asombrado.—¿cómo es tu perro?



















—Te escribí unos ejercicios de respiración aquí, Harry.–dijo el oji-azul una vez terminó de escribir.—tienes que practicarlos para que puedan tener una mejor fuerza tus pulmones.

—Pero...no sé escribir.

Louis rió levemente.—Creo que tu familia puede ayudarte con eso, pequeño.

—¿Tú crees que yo no puedo? –cuestionó con un leve pucherito en los labios.

—No, no quiero decir eso, tú puedes lograr todo lo que te propongas.

—¿Cómo es eso? –alzó las cejas.

—Querer demasiado algo...como una paleta, ¿te gustan, no es así? –Harry asintió.—entonces si tú quieres una paleta, harás todo el procedimiento de salud para que puedas conseguir una paleta.

—Es como...¿ir al baño solito?

Louis sonrió y asintió.—Justo cómo eso, pequeño.

El oji-verde iba a decir algo más, hasta que fue interrumpido por el sonido de la puerta siendo tocada.

—Adelante.–dijo el más alto.

Una figura delgada, pálida y con cabellos chocolates lacios se hizo presente.

—Gemma.–dijo el oji-verde en un tono que ninguno pudo descifrar.

—Creí que tu consulta tardaría menos, ha pasado una hora.–la más grande de los hermanos Styles dijo en un tono acusador.—tengo una vida aparte de estarte cuidando Harry, ¿lo sabes?

Louis frunció el ceño ante tal actitud, ¿acaso no entendía que su hermanito estaba pasando por un divorcio de sus padres y que encima tiene asma?

¿Por qué no era amable con él?

Louis hizo un sonido con la garganta para dar a conocer su presencia dentro del lugar, se puso de pie cuando ambos hermanos le miraron.

—Su cita se aplazó porque Harry estaba triste, quería que pasara un buen momento.

—¿Acaso usted es terapeuta de menores? –cuestionó con ironía.

—No Gemma, no como mamá y papá.–dijo el oji-verde jalándola de la camisa para captar su atención.

Louis tragó en seco.—Lo siento.–tomó la hoja de papel y la tendió en dirección de la hermana.—he apuntado las indicaciones de Harry en...

—Sí sí.–dijo después de interrumpir a Louis mientras se la quitaba con brusquedad.—Harry, es hora de irnos.

Y ella en realidad no esperó a su hermanito, simplemente se giró sobre sus talones y caminó hasta la salida.

—Ella es grosera.–dijo el pequeño Harry.—está triste.

—Lo entiendo Harry, no tienes de qué preocuparte.–se acercó a paso lento hasta él y acarició sus rizos con cariño.—debes irte, espero que te sientas mejor en la próxima consulta.

—Eres amable.–soltó de repente.—el único.

Louis sonrió.—Es un placer ser amable contigo, jovencito.–el oji-azul hizo una reverencia graciosa.

—¡Te veo rápido, Louis!

El oji-azul rió al descifrar lo que probablemente quería decir.

—Nos vemos, Harry.

I'd marry you, HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora