Capítulo 8.

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Algunos años después:

Ser "diferente" a los demás, no era precisamente uno de sus mejores logros, cada persona lo era y está complementamente bien.

Solo que, no veía una coherencia al hacer lugares específicos para una determinada sociedad o grupo de personas.

Todo era por su racismo y homofobia.

Y bueno, ahora se dejó arrastrar por sus amigos a un bar gay.

—¡Venga, Harry! –Ashton exclamó en un acento casi perfecto.—no seas aguafiestas.

—No lo soy, solo no quiero entrar por los motivos que ustedes lo harán.–rodó los ojos.

—Solo tomaremos un par de tragos.–tomó a Harry del brazo y lo jaló.—no sabemos si volverás a Italia.

—Les he dicho que lo haré algún día, solamente quiero volver a mi verdadero hogar.

—¡Pues déjanos hacerte una buena despedida! –Raquel pidió.

—¡No te arrepentirás! –dijo Calum.

—¡Bien! –suspiró con pesadez.—pero no tardaremos, mi vuelo sale temprano.









Estupendo, ahora son las 3 de la mañana y el nivel de alcohol que manejaba en su sistema, no es sano.

¡Pero el ambiente estaba jodidamente genial!

La música, la compañía, todo era asombroso.

Aunque, sentía como si le faltara algo.

—¡Harry, ve a hablarle! –dijo Ashton de momento.

—¿Qué? ¿de quién hablas? –cuestionó levemente asustado.

—¡Del tipo de la mesa! te está comiendo con la mirada.

Harry frunció el ceño y observó la dirección en la que Ashton se refería.

—No estoy interesado.–respondió con simpleza.
















¿Pensar correcto? no es algo característico de Harry Styles.

Así que ahora estaba en una situación muy prometedora con uno de los chicos del bar.

Éste estaba literalmente comiéndole la boca, ¿y tenía que definir la satisfacción que sentía? bueno, era nula.

—Eres hermoso.–dijo aquel hombre, separándose de él.

Harry se detuvo unos segundos para mirarlo, tal vez por los efectos del alcohol le estaban haciendo una mala pasada.

La música de fondo le tenía levemente mareado, los tragos hacían efecto y todo era tan confuso.

Sus ojos eran de un azul que sentía haber visto antes, unos pómulos bastante pronunciados...¿y unos labios rosados?

Veía un rostro que no estaba, hace mucho no estaba.

—Ven pequeño, bésame otra vez.–escuchó cómo lo pronunciaba de manera rápida, voz ronca.

Bien, de acuerdo, esto no podía estar sucediendo.

Se alejó abruptamente de él, casi asustado por eso.

¿Por qué su asquerosa mente había decidido ponerle la imagen y voz de él?

De...Lou.





























Cada mañana se hacía levemente eterna, a sus 36 años, aún se sentía como un adolescente.

I'd marry you, HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora